Demos una nueva vuelta por el pasado más pasado, el de los sesenta, y así, siguiendo la estela iniciada con Chico Valento, conoceremos un poco más de cerca a Rocky Kan. Adjunto el breve repaso que hice junto a Miguel Mena en la serie de su programa de fin de semana, “A vivir Aragón”, de Radio Zaragoza, (pincha aquí para escucharlo o guardarlo 02-rocky-kan) y un extracto del texto que publiqué en mi libro “Polvo, niebla, viento y rock” para que, quien no haya oído hablar nunca de Rocky, se haga una idea.

Fue un verdadero rocker de la época, aparte de pionero, y sus discos se cotizan muchísimo. Bueno, no solo los discos: acabo de ver una subasta en' todocolección' donde una foto suya autografiada, a casi un día de finalizar la puja, se cotiza a 20,75 euros. Los discos son prácticamente imposibles de encontrar.

Rocky era hijo de un inspector de policía. Había nacido en Sevilla el 9 de septiembre del 42 y, después de vivir en Barcelona y Madrid, se asentó definitivamente en Zaragoza, a los diez años. Muy joven se enroló de botones en la sala de fiestas Pigalle y a continuación entró de camarero en el Club de Oficiales de la Base Americana, donde empezó a oír los primeros rocanroles, a hablar inglés, a tocar la guitarra de manera autodidacta y a sentir que “la música estaba dentro de mi”, según me confesaba en 1983.

Debutó en “Plataforma de estrellas” y editó su primer EP en 1961, con tres rocanroles de Celentano, al que le siguieron otros seis EPs más y un single. Todos ellos entre 1961 y 1965. Tras cantar rock'n'roll, twist y madison, luego roció sus discos con una miscelánea de versiones de todos los colores: “The Locomotion”, “Popotitos”, “Speeddy Gonzales”, “Sheila”, “El baile del matoné… Con el tiempo fue dejando atrás la trepidación de los primeros discos para acabar convertido en un afrancesado “crooner”. Murió de accidente de coche en diciembre de 1992. Cualquier dato, anécdota, vivencia y hasta material referente a él será muy bien recibido en este blog.