Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Regaliz aragonés para el tabaco rubio americano

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Hasta muy última hora no me he decidido a dedicarle un post al regaliz. Veía el texto poco sorprendente, bizarro o morboso para lo que están demandando los lectores del blog.  Pero una de las razones por las que ha nacido Tinta de Hemeroteca es para unir conocimientos y saber más de nuestro pasado. Por eso busca la colaboración de los lectores, y por eso se agradecen tanto esos mensajes que nos han dado a conocer que la ballena se comercializaba en las carnicerías, y no en las pescaderías, o que Daniel Andreu llegó a publicar un librito de cantares y poesías.

El regaliz, además, tiene la virtud de unir a numerosas generaciones de aragoneses. Bueno, en realidad, a todas. Aún hoy, de cuando en cuando, aparece un vendedor ambulante en Independencia o en el Paseo de Pamplona. Y ¿quién en su niñez no ha disfrutado con el regaliz? La particularidad del caso la da el hecho de que en 1929, según el reportaje, solo existía una fábrica de regaliz en España, la de Zaragoza, y era la más grande del mundo. Se ubicaba en la calle de Asalto, junto al paseo de la Mina, y sus orígenes se remontaban a mucho tiempo atrás. Al parecer, 'de tiempo inmemorial' -se dice en el reportaje-, existía en la capital aragonesa una fábrica pequeña, propiedad del señor Flor, que acabó fundiéndose en 1872 con dos socios franceses y creando la razón social Flor, Carenou y Tur. La fábrica Tur producía 800 toneladas anuales de regaliz, unos 3.000 kilos al día, y exportaba a Francia, Alemania, Dinamarca, Holanda, casi todos los países de América... Veamos ahora lo que contaba al periodista el entonces director de la fábrica, Jacques Rohrbach:

-El proceso de la fabricación, mejor dicho, de la elaboración de este producto -nos ha explicado- es bien sencilla. Nosotros tenemos en todas las regiones españolas verdaderos colaboradores. Agentes compradores del producto que se encargan de enviárnoslo, por ferrocarril o en carro, según la procedencia.

El producto, o sea, el regaliz, lo envían verde, naturalmente, y nosotros vamos almacenándolo en un gran corral...

-¿A cómo lo pagan ustedes?- le hemos preguntado.

-Es muy variable el precio de cotización, pues depende de la mayor o menor demanda del producto. Actualmente se viene a pagar hasta a 16 pesetas los cien kilos. Pero ha habido épocas en que lo hemos tenido que pagar a cuarenta céntimos el kilo. Y hay que tener muy en cuenta que, desde que se cosecha el regaliz hasta que está en condiciones de ser trabajado, tiene una merma de más del cincuenta por ciento.

-¿Tanta?

-iSí, señor! Bástele saber que en el último año nosotros compramos tres millones de kilos de regaliz en verde. Y esta cantidad queda reducida a un millón y medio de kilos de palo seco.

-¿Y cuánto tiempo permanece el regaliz en este secadero?

-Según. La recolección se hace de octubre a marzo. Y aquí se va apilando en fajinas, hasta que llega agosto, en que ya está completamente seco.

-Y diga usted... En nuestra región, ¿cuáles son los principales pueblos productores del regaliz?

-Hay muchos sitios donde se recolecta, pero principalmente viene de Alfajarín, Osera, Villafranca, Pina, Fuentes de Ebro, El Burgo, Quinto, Remolinos... También en Tudela se recolecta mucho. Nosotros en algunos pueblos compramos fincas enteras cultivadas con regaliz.

El ingeniero nos conduce a través de las distintas naves de la fábrica, para que veamos todo el proceso de la fabricación, que es realmente curioso. Lo primero que se hace con el regaliz es despalillarlo, es decir, separarlo en trozos lisos, partirlo en pequeños palitroques. Esta operación la realizan unas mujeres cómodamente sentadas en el suelo y que parece como si partiesen leña para alimentar el fuego de un hogar imaginario... Al partir el regaliz en trozos, se separan los pedazos que por su especial forma están ya en condiciones de pasar al consumidor. Palos que se atan en manojos, como si fuesen astillas. Y que luego se encargan de vender todos esos modestos vendedores ambulantes que se sitúan con el cesto de las golosinas a las puertas de los colegios y en todos aquellos lugares frecuentados por la chiquillería.

Los palos que no van directamente a la venta, pasan a las máquinas trituradoras, que hacen de ellos trozos pequeñitos. Y estos montones de trozos se llevan al cocedero, grandes calderas en las que, con agua y vapor, se obtiene una especie de jarabe.

Cuando el regaliz ya está convertido en ese caldo espeso, se deposita en unos tanques para limpiarlo. Pero aún no basta con esa limpieza. Y el jarabe pasa por unos filtros centrífugos de triple efecto o evaporadores. Esta operación tiene por objeto quitarle al jarabe toda el agua que contega, es decir, convertirlo en un puro extracto de regaliz. Obtenido ya el extracto, se pasa por un macerador y entonces está en condiciones de ser trabajado para convertirlo en pasta, la cual se obtiene por medio de unos amasadores muy similares a los que se emplean en la fabricación del chocolate.

La principal aplicación del regaliz, ya lo hemos dicho antes, está en el mismo palo. Cientos, miles, millones de pequeños palos que, una vez limpios y cortados, se distribuyen por todo el mundo para que los chicos se entretengan en chupar y más chupar hasta dejar la fibra más seca que una madeja de algodón. Pero esta labor es rudimentaria. Y muchísimos mozalbetes no aguardan a que el palo salga de la fábrica. Ya se encargan ellos de recolectarlo y de consumirlo. ¡Directamente de la plantación a la boca!

Claro que siempre es mucho mejor el trozo de regaliz que sale de la fábrica. En primer lugar, está lo suficientemente seco y limpio para no contener impureza alguna. Y, luego, es un palo mucho más estético. Todo igualito, recto, tan grato a la vista como al paladar.

La segunda aplicación del producto está en esa pasta obtenida como hecmos indicado. Con ella se forman bloques más o menos grandes, algunos de ciento veinte kilos. Y estos bloques se exportan en cajas de madera... ¿a dónde, dirán ustedes?... Pues nada menos que a América y a otros países productores de tabaco. De ese tabaco inglés tan rubio y tan del gusto del mundo elegante. Los grandes fabricantes de tal clase de tabaco emplean en la elaboración de pitillos, como una de sus primeras materias, el regaliz.

La Casa Tur exporta todos los años varios cientos de toneladas de regaliz en bloques.

Pero, naturalmente, algo, buena parte de esa pasta se reserva la fábrica para elaborar unos productos que le están dando su principal fama.

Hace unos tres años aparecieron por todas las farmacias unas tabletas y una especie de píldoras de regaliz, que llevaban el sugestivo nombre de ZARA.

El público se preguntaba intrigado: ¿Zara?... ¿Zara?... ¿Qué significará ese nombre? Hasta que todos cayeron en la cuenta de que se trataba de un producto elaborado en Zaragoza, y que llevaba como marca, medio nombre de nuestra población.

Zara... Zaragoza.

Estaba bien ideado aquello. Las tabletas y las píldoras (bautizadas con la denominación de 'Perlas de Aragón'), comenzaron a hacer furor entre grandes y chicos. Y hoy ya no es solamente en Zaragoza, sino en toda España, donde esos riquísimos productos de regaliz han obtenido el mayor de los éxitos.


Bueno, eso es todo. Hoy seguimos produciendo regaliz, pero ahora surgen las preguntas. ¿Dónde se puede comprar regaliz de palo? ¿En las herboristerías? ¿Seguimos exportando regaliz al mundo? Hace unos años la industria del tabaco hizo pública la lista de componentes 'secretos'. ¿Estaba en ella el regaliz? Y más: las golosinas que llamamos 'regaliz negro', ¿cuánto tienen del regaliz natural? ¿Y las que llamamos 'regaliz rojo'? Y ya, poniéndonos en plan show televisivo, ¿tienes, lector, algún recuerdo o experiencia vinculado al regaliz y que quieras compartir? 


Próximamente,

El aragonés que le prestó la voz a Charles Laughton

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