Delincuentes torpes, o cómo arruinar un robo

El ladrón de un camión en Garrapinillos fue detenido por conducir lento. Es el último de un larga lista de meteduras de pata al intentar burlar la ley.

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Delincuentes torpes, o cómo arruinar un robo

El pasado mes de abril, un vecino de Valls de 51 años robó un camión en el zaragozano barrio de Garrapinillos. Pocas horas después era detenido por los Mossos d¿Esquadra tras darle el alto en la AP-7 por circular a una velocidad anormalmente reducida.


Su caso es el último -al menos conocido- de una larga lista de 'tropiezos' delictivos que, más allá de la gravedad de su delito, provocan una sonrisa al conocerse los detalles de su detención. Y es que el oficio de delincuente callejero no es tan fácil como podría parecer.


Si no que se lo pregunten a un experimentado ladrón de la capital aragonesa que, en el año 2004, intentó aprovechar el hueco de una ventanilla medio bajada para desvalijar un vehículo aparcado en la calle General Sueiro. Sin embargo, no todo lo que entra sale con tanta facilidad, y este amigo de lo ajeno se quedó con el brazo enganchado.


Curiosamente fue el propio dueño del coche quien, al "escuchar un ruido extraño" se asomó a la ventana de su domicilio y vio la escena. Tras una llamada a la Policía y la consiguiente sorna por semejante situación, el ladrón fue 'liberado'. Según su versión, se le había caído el reloj dentro del automóvil...


Pero aún más surrealista fue la escena que protagonizó unos años después, en 2007, un joven rumano de 28 años de edad. Una patrulla de la Policía Local de Zaragoza se percató de que este individuo circulaba sin llevar abrochado el cinturón de seguridad, por lo que decidieron darle el alto.


Sus intenciones, en cambio, fueron muy distintas. Pisó el acelerador y comenzó una frenética persecución por las calles de la capital aragonesa. Resulta que el vehículo había sido robado la noche anterior. Lo peor de la historia es que el joven se internó en dirección contraria por la calle de Domingo Miral hasta que chocó con un coche estacionado.


Sin dudarlo ni un instante se bajó y salió corriendo. Tan rápida y descontrolada fue su huida que, al ver una verja abierta y unos jardines decidió meterse dentro y camuflarse en la oscuridad. Los agentes, no daban crédito a lo que veían: el delincuente se había refugiado en el mismo cuartel de Policía en el que iba a pasar la noche encarcelado.


Torpezas hasta en Internet

En cualquier caso, no solo los ladrones figuran en la lista de los más patosos al margen de la ley. Así lo atestiguan dos jóvenes zaragozanos que fueron multados por un radar ubicado en el Tercer Cinturón, a la altura de la avenida Miguel Servet.


No les debieron sentar muy bien los 300 euros de multa porque pocos días después, según el relato policial, detuvieron su BMW junto al aparato que les había pillado y se liaron a martillazos hasta dejarlo para el inservible.



Su venganza, en cambio, no fue ejecutada con la rapidez necesaria, ya que una patrulla de paisano de la Policía Local los pilló 'in fraganti'. Pese a declarar ante el juez que se pararon a ayudar a un mendigo que necesitaba ayuda -y que nunca apareció- el magistrado les condenó y la broma final les salió por más de 15.500 euros.


Pero si algo caracteriza las torpezas delictivas en los últimos años es el papel que juega internet a la hora de descubrir a los listos que tratan de conseguir beneficio a costa ajena. Así lo indican los agentes de la Policía y la Guardia Civil, y sobre todo los detectives.


Una de las principales herramientas que estos investigadores usan para luchar contra el fraude a los seguros -según explican desde la patronal UNESPA- son las redes sociales. Muchos de los casos más significativos resueltos en los últimos años han sido posibles gracias a las pistas que dejan los propios defraudadores en comunidades como Facebook o Twitter, donde incluso comparten sus fechorías con los amigos.