Cementerios

Un cementerio cada vez más limpio

Antonio Hernández se encarga de adecentar lápidas en el camposanto de Torrero, además de decorarlas y realizar labores de mantenimiento.

Unas lápidas bien limpias. Ese es el objetivo de Antonio Hernández, que desde el pasado julio se dedica a adecentar las tumbas del cementerio de Torrero. Su resolución la tomó cuando escuchó por la radio que en Murcia habían creado una empresa que ofrecía este tipo de servicios. “Llevaba 9 meses en el paro y pensé que lo podríamos poner en práctica”, asegura.


La voz que Hernández escuchó por la radio era la de Juan Pedro Mellinas, un empresario murciano que, paseando hace dos años por el cementerio vio el mal estado de algunas de las tumbas. Entonces se le ocurrió crear Eternalia, una empresa que se encargase de mantener limpias y cuidadas estas últimas moradas. “En España no había prácticamente nada”, explica Mellinas. Dos años más tarde la idea había tenido tanto éxito que le salieron imitadores y se decidió a crear franquicias. Ya son 10 las delegaciones en todo el país.


Hernández estudió el mercado zaragozano y se puso manos a la obra y obtuvo el franquiciado. Tuvo que aprenderse el cementerio de Torrero “que es muy grande”, y conocer cuáles son los mejores productos para tratar cada superficie, gracias a la ayuda de un marmolista. Su experiencia previa como capataz de obra civil lo ayuda para realizar pequeñas reparaciones, aunque para las más importantes debe apelar a especialistas, con lo que además se da trabajo a más personas.


Un mes después de la puesta en marcha del proyecto en Zaragoza, son bastantes los interesados y ya cuenta con cinco clientes, que le han encargado la limpieza de dos panteones y tres nichos. Para un nicho limpiado con frecuencia, 5 o 10 minutos de trabajo es suficiente, pero si hace mucho que no se trata, puede llevar hasta 20 minutos. Los panteones son los más trabajosos: una primera limpieza se alarga hasta casi la hora y media.


Por ahora, Antonio Hernández realiza todos sus servicios en el cementerio de Torrero, aunque está dispuesto a ampliarlos a las ciudades y pueblos de la provincia de Zaragoza si se lo piden. Además de limpieza, también ofrece colocar flores naturales o artificiales, cirios u otro tipo de decoración y, si observa desperfectos, puede repararlos si la familia lo desea. Una vez realizado su trabajo, hace una fotografía y la envía al cliente para que se asegure de que todo es correcto.


La fecha con mayor demanda es finales de octubre, según indica Juan Pedro Mellinas, para que en Todos los Santos las lápidas luzcan impolutas. “Los servicios más requeridos son mensuales o trimestrales, aunque hay gente que solo los pide una vez al año”.


Sus principales clientes son personas que viven lejos del camposanto o mayores de 60 años que no pueden realizar las limpiezas por sí mismos. También hay personas que sienten cierta aprehensión a acercarse al cementerio. “Hay clientes que son incapaces de ir si no están acompañados”, cuenta Hernández.


Él no sintió este temor en ningún momento. “Me ilusionaba tanto la idea de tener un trabajo y poder ayudar que ni me lo planteé”, afirma Hernández. Aún así, este no es un trabajo para asustadizos. El lugar ya parece tétrico a algunos de por sí y ciertas condiciones atmosféricas le pueden añadir misterio. “Un día normal no hay más de una veintena de personas en todo el cementerio. Cuando hace viento, se oyen ruidos por todos lados”, relata Mellinas.


Sin embargo, sus anécdotas no tienen nada de sobrenatural. La única incidencia que ha tenido en estos años de trabajo ha sido encontrarse en tres ocasiones la lápida totalmente pulcra. “La familia no se pone de acuerdo, llaman desde fuera y ya han ido primos o vecinos que conocían al fallecido a limpiar”.


Hernández ya ha tenido oportunidad de conocer las pegas de su trabajo. No le gusta la desidia que algunas personas tienen con las tumbas de sus seres queridos y a veces su labor no es demasiado agradable. “La primera vez que entré en un panteón estaba lleno de bichos”. Pero también tiene claro las ventajas: “Nadie te molesta y no tienes un jefe que te apriete, al trabajar por cuenta propia”. Además ayudar a personas que tienen un problema y realizar un trabajo bien hecho le resulta muy gratificante.


En servicio desde 2001


Cristina Martínez realiza un servicio similar desde 2001 en el cementerio de Zaragoza. Ella es autónoma y se encarga de la limpieza, el mantenimiento y la colocación de flores en nichos y panteones. "Se le ocurrió la idea a mi marido", explica. El momento más intenso de trabajo es la semana anterior a Todos los Santos, aunque tiene contratos para todo el año, que dependen de las necesidades de cada persona. Un servicio a la carta para dejar el cementerio bien limpio.