Río y Juego en la zona Expo de Zaragoza: tan chulo como te habían contado

La PAI vuelve a bordar una iniciativa que consigue divertir a los más pequeños con un magnífico y eficaz esfuerzo de originalidad 

Ambientazo este lunes 9 de octubre en el Embarcadero de Río y Juego.
Ambientazo este lunes 9 de octubre en el Embarcadero de Río y Juego.
Alvaro Sánchez

Hace un mes, el Frente Fluvial de la zona Expo de Zaragoza era un canto coral a la música en castellano, con los dos lados del Atlántico mezclados en el Vive Latino. En los días pilaristas, aquello se llama Río y Juego por el Ebro y la actividad que bulle en la citada zona de su margen izquierda. La PAI (colectivo mentor de la creatividad infantil, hijo predilecto de la ciudad lleno de individuos sobresalientes, compinches de lujo a la hora de echar a volar la imaginación) ha reclamado el espacio para sus ‘pérfidos’ fines: jugar y disfrutar como enanos y a lo grande.

Río y Juego abre toda esta semana de 11.30 a 14.00 y de 17.30 a 20.00, excepto este martes 10 y miércoles 11 (solo están por la tarde). En esas franjas horarias, el lugar se convierte en un mundo de fantasía muy tangible. La Ballena de Libros, que lleva Cristina Verbena, es un espacio de trueque: llegas con cuentos, los dejas allá y te llevas otros. “También puedes pasar y mirar lo que quieras, leer... tenemos zona de bebés a un lado y los más mayores están al otro. También jugamos a adivinanzas”.

Gustavo Giménez, ‘performer’ vocal zaragozano, colabora con Oswaldo Felipe (actor, fotógrafo y gestor cultural) en el espacio Cosquillas Sonoras. “Son instalaciones de investigación y juego con los sonidos –explican–desde un piano de agua en estos vasos a los cuerpos de la gente que se sienta en los bancos que tenemos aquí:uno es un órgano, otro un bajo y otro una marimba. Te sientas con alguien, tamborileas en su brazo y suena. Funciona con Arduino:los bancos tienen unos sensores con resistencias entre los extremos. También hay instrumentos que ‘tocas’ sin tocarlos: Parece magia, y es muy poético”.

Hay más. Un restaurante gestionado por peques de 6 años en adelante, donde se juega en vez de servirse comida; una zona de circo; un embarcadero para pescar residuos plásticos; zona de pompas de jabón; un espacio Rebebé de 0 a 3 años donde mandan los bajitos y no hay prisas ni órdenes tajantes, sino estímulos psicomotrices y tranquilidad; un área de percusión en el anfiteatro que se inspira en el Blue Man Group neoyorquino y la tradición afrocaribeña... En suma, un dechado de originalidad al servicio de quienes Serrat llamó ‘esos locos bajitos’.

El Tragachicos, en Casablanca

El periplo festivo del baturro con más apetito de la ciudad le llevó este lunes a la Fuente de los Incrédulos, en el barrio de Casablanca. Un clásico que no falla: este tobogán de fácil digestión sigue triunfando. Este martes 10 se le espera en el Parque del Oeste, de 16.00 a 20.00. 

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