fiestas del pilar

Diego Ventura, y tenía que ser hoy...

La brillantez del rejoneador hispano-luso eclipsa la labor del aragonés Mario Pérez Langa, que dio todo en el ruedo

Pedro Andreu (batería de Héroes del Silencio), junto a Ana Pilar González y Sofía Ledesma.
Pedro Andreu (batería de Héroes del Silencio), junto a Ana Pilar González y Sofía Ledesma.
Rubén Losada

Cuentan una anécdota de Enrique Bornedo ‘Bojilla’ que viene al caso del recital de Diego Ventura ayer en el coso de La Misericordia. Después de haber sacado brillo como nadie a la plata de subalterno con Palomo Linares, Bojilla comenzó a apoderar toreros. En estas, un joven talento apoderado por él tomaba la alternativa acartelado con Curro Romero. Ese día no pegó el petardo habitual Curro. Estuvo sublime el Faraón de Camas. Por tanto, nadie se acordó del estreno del novel matador. En el callejón, Bojilla se acercó a Curro y le susurró al oído: "Curro de mi vida, y tenía que ser hoy...". Ayer pasó exactamente igual. El emergente caballero rejoneador bilbilitano Mario Pérez Langa quería confirmar en Zaragoza todo lo bueno que apunta. Y en estas, apareció un sublime Diego Ventura que cortó hasta un rabo. Nada podemos recordar de un Pérez Langa que dio todo, que no se dejó nada, todo pundonor y raza. Solo nos queda mascullar: «Diego Ventura de mi vida, y tenía que ser hoy...».

La feria nos dijo adiós a caballo. Y a caballo cortó un rabo lleno de simbolismo Diego Ventura, el indiscutible número uno del momento. Hijo del mítico rejoneador luso Joao Ventura, reside desde hace lustros en La Puebla del Río (Sevilla). Ayer demostró que el que manda es él. Todo lo ejecutó con pureza, con limpieza, con torería, con gusto. Un verdadero espectáculo. Exhibición de doma en estado puro. Ya lo bordó en el primero de su lote. En el segundo, la locura. Primero paró el toro en una baldosa con la yegua Campina. Exquisito con Bronce en banderillas, entró a matar con Fado, un tordo en fase blanca valiente como el acero toledano. Su ejecución no tiene parangón en el arte del rejoneo contemporáneo.

El portugués Rui Fernandes tuvo la enorme suerte de lidiar antes que Diego. Sobrio, lo mejor fue su traje. Sí, su traje: indumentaria a la Federica (típica de Portugal). Casaca en vez de chaquetilla y tricornio. Además, caballos enjaezados a la portuguesa, no como en España, con silla vaquera. Lo dicho, solo brilló de verdad su traje...

¿Y nuestro Mario Pérez Langa? Pues eso, que lidió el tercero después de que el segundo había destilado una faena de época. Cortó en el primero y dio la cara en todo momento. Desde luego, no decepcionó a la mucha afición que le respaldó, incluido el exárbitro de Primera División José Ignacio Bueno Grimal (natural de Terrer) y toda la comarca de Calatayud.

En el burladero, el dueño de El Burladero, lugar taurino por excelencia en Zaragoza, Emilio Peña. A su lado, el empresario ejeano Jesús Mena, con mucho presente (y futuro) en el toro. También en el burladero, Ramón Celma, presidente del PP de Zaragoza. Antes, había comido con Fernando Polo y Ricardo Aguín ‘el Molinero’. En barrera, Mariano Aured, director financiero del Real Zaragoza, con su mujer, Blanca Viñuales. A su lado, el ejecutivo sueco Wille Sjolund, de Holmen Paper. Y en el tendido del 2, la morena de mi copla, Sofía Ledesma, con Ana Pilar González y Pedro Andreu. Música de fin de fiesta de Héroes del Silencio. Eso sí, el héroe en el ruedo, el verdadero maestro, se llama Diego y se apellida Ventura. Y tenía que ser hoy, Diego...

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