La devoción que viste a la Virgen

La Imagen tiene muchos más mantos que días tiene el año, si bien la elección de cada uno no es en absoluto al albur.

Manto de la Virgen del Pilar donado por el Cabildo
Manto de la Virgen del Pilar donado por el Cabildo
Heraldo

Todos los días, después de la misa de las ocho de la tarde, el capellán entra el en camarín de la Virgen en la Basílica del Pilar y le cambia el manto, que se mostrará a los fieles a las 7 de la mañana, cuando se reabra el recinto. Todos los días, menos cada 2, 12 y 20 de cada mes, en recuerdo de la venida de la Santísima Virgen a Zaragoza (2 de enero), de su fiesta principal (12 de octubre) y de la Coronación canónica de la Imagen (20 de mayo) -El 12 de octubre y 20 de mayo, en todo caso, la imagen sí que lleva manto-.

La liturgia y las costumbres seculares presiden todo este mundo de arte, primor y devoción que rodea a la valiosa colección -tanto artística como históricamente- de ya más de 500 mantos donados por los fieles a la patrona de la Hispanidad.

Una tradición de la que, si bien no se sabe con exactitud el origen, se poseen datos y cuadros antiquísimos, de finales del siglo XV, que muestran la imagen cubierta hasta arriba. Incluso, hace poco se ha fechado en 1490 uno de los milagros de la Virgen por el que ya se donó un manto.

De lo que sí se tiene constancia es del manto mas antiguo que se conserva. Es el del Cabildo y fue confeccionado por las madres capuchinas en 1762. La pieza es la elegido para vestir a la Virgen, precisamente, en su día, el 12 de octubre, mientras fuera de la Basílica, en la plaza, miles de personas le tejen otro de flores -blanco y con la Cruz de Lorena- que cada año acaba dando la vuelta al mundo.

Si hablamos de un armario sin fondo, ese es el de la Virgen del Pilar, puesto que las donaciones, casi diarias, no cesan en formas tan variadas como sus propios fieles a lo largo y ancho del mundo. La Imagen tiene muchos más mantos que días tiene el año, si bien la elección no es en absoluto al albur, ya que se ajusta, por un lado, al calendario litúrgico. Y por otro, a peticiones concretas de devotos o a la coincidencia con celebraciones o festividades de todo tipo, ya sean religiosas o de carácter social.

Además, el color del fondo del manto también ‘habla’:el blanco es el destinado al tiempo de Pascua, solemnidades o Fiestas del Señor; el verde es para el tiempo ordinario;el morado señala el Adviento y la Cuaresma; el azul simboliza la Novena de la Inmaculada y las Fiestas de la Virgen y el rojo es en honor a los Mártires.

Diversas sensibilidades

Aparte, las formas de vestir la columna de jaspe rodeada por un forro de bronce y plata, son tan variadas como las sensibilidades de sus devotos: la Virgen del Pilar tiene mantos donados por particulares, en su mayoría, pero también por empresas, toreros, familias, instituciones, asociaciones, equipos deportivos, aristócratas, religiosas, cofradías, países, colegios... incluso por la realeza. Por ejemplo, el que le regaló la reina María Cristina se coloca siempre que los Reyes de España visitan a la Virgen.

Los motivos detrás de estos regalos también son casi infinitos y los hay de carácter íntimo hasta otros celebrativos o de agradecimiento. Detrás de todos, siempre, la devoción a la Virgen.

De hecho, pocas condiciones se ponen a la hora de donar un manto:que se respeten los colores instituidos, que no tengan publicidad y que se adapten a las medidas establecidas: la cinta que une los dos ángulos de la base inferior mide 146 centímetros y la que une los vértices superiores entre 40 y 47 centímetros. La altura es de 82 a 85 centímetros, más el fleco.

Varias alturas

A este respecto, hay una curiosidad descubierta recientemente que todavía mucha gente no sabe y es que se ha vestido a la Virgen con mantos de cinco alturas distintas a lo largo de la historia, que se ha ido bajando paulatinamente. La última, que dejó totalmente exenta y a la vista la escultura, es de 1940, cuando se celebró el bimilenario de la venida de la Virgen a Zaragoza.

Pero, ¿quién hace los mantos? Detrás de estas piezas, verdaderas obras de arte, hay modistas especializadas en bordado, entre ellas, por ejemplo, Olga Velilla, cuyas primorosas manos están detrás de decenas de los que actualmente luce la Virgen del Pilar. Velilla hizo su primer manto en 1997 y en 2016, en una entrevista publicada en HERALDO con motivo, precisamente, de la donación de su propio manto, alertaba: «Es un arte que se pierde. A las jóvenes hoy no les interesa bordar, prefieren estar antes de cajeras en un supermercado. Si nos juntáramos todas las bordadoras que estamos en Zaragoza descubriríamos que no hay ninguna de menos de 40 años. Por eso tenemos tanto trabajo».

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