La basílica deja atrás las restricciones y recupera la procesión por la plaza del Pilar

La misa mayor no tendrá limitaciones de aforo como ocurrió en 2021. Se recomendará la mascarilla a colectivos vulnerables.

Varios grupos de personas entran y salen de la basílica, ayer
Varios grupos de personas entran y salen de la basílica, ayer
Guillermo Mestre

La basílica del Pilar vivirá hoy su primer día grande sin restricciones desde que estalló la pandemia. La misa mayor, reducida en 2021 a 550 asistentes, no tendrá limitaciones de aforo. Tampoco será necesario guardar el metro y medio de distancia de seguridad y se recuperará la tradicional procesión por la plaza del Pilar. La mascarilla, obligatoria hace un año, ya no lo será, aunque se seguirá recomendando "a la población de riesgo", según explicaron fuentes del arzobispado. Habrá, además, agua bendita en las pilas, vacías durante los peores meses de la crisis sanitaria, y el silencio de años anteriores, en los que se prohibió cantar para evitar la propagación del virus, se romperá con 200 voces de la Capilla de Música, los infanticos y las corales de Romareda, Gelsa y Épila.

La intención es que sea un Día del Pilar de "plena normalidad". El principal cambio respecto a los años previos a la covid-19 estará en el pilar de la Virgen, que se podrá tocar, pero no besar por motivos sanitarios. La ceremonia –a la que está prevista la asistencia de, entre otros, el alcalde, Jorge Azcón, el grueso de los concejales de PP-Cs y autoridades militares–, estará presidida por el nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, natural de Filipinas y declarado devoto de la Virgen del Pilar.

Le acompañarán el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, los arzobispos eméritos de la ciudad y otros obispos, así como los miembros del cabildo, los infanticos y los seminaristas. En esta ocasión, se espera que la guerra en Ucrania tenga un protagonismo especial, como ocurrió el pasado año con los afectados por la erupción del volcán de La Palma.

La basílica, explicaron desde el arzobispado, podrá visitarse al completo, sin la división entre el altar mayor y la santa capilla que imperó durante la pandemia. No obstante, para regular los accesos solo se permitirá la entrada por las puertas de la plaza del Pilar –donde se instalarán vallas para organizar el masivo flujo de visitantes–, mientras que las otras dos del paseo de Echegaray y Caballero se utilizarán únicamente como salida. En este punto se han colocado, además, arcos de conteo que permitirán conocer con mayor exactitud los aforos. La actividad se prevé intensa ya desde primera hora, con la misa de infantes a las 4.30 en la santa capilla. 

El templo habilitará esta vez sus más de 2.000 asientos, aunque se espera que sean muchas más las personas que sigan la misa mayor, ya que se permitirá escuchar la eucaristía de pie.

La procesión, si la lluvia lo permite, también volverá a su formato tradicional. El año pasado tuvo que discurrir por el interior de la basílica, pero este está previsto que la imagen procesional de la Virgen salga al exterior "portada por el Grupo Aragonés del Pilar" y escoltada por representantes de la Guardia Civil.

130.000 visitantes

Solo entre el 1 y el 9 de octubre, último día del que se tienen datos, han pasado por la basílica más de 130.000 personas, unas cifras que en los próximos días "crecerán exponencialmente", según apuntan desde el arzobispado. Aunque muchas son de vecinos de la Comunidad, se está notando especialmente la presencia de turistas de otras regiones y países, limitada en años anteriores por las restricciones sanitarias. Pese a todo, las estadísticas siguen estando "por debajo de las de 2019", por lo que habrá que esperar a que terminen las fiestas para comprobar si se han recuperado o no los niveles prepandemia.

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