Carmen París: "La Ofrenda tiene una atmósfera mágica"

Criada en Utebo y residente en Madrid, Carmen París (Tarragona, 1966), es la pregonera.

Carmen París, en una imagen de archivo.
Carmen París estará este sábado en el balcón del Ayuntamiento
Enrique Cidoncha

¿Cómo van esos nervios, pregonera?


Van, van, ahí anda el canguelo. Tengo el listón alto con Labordeta, los oregoneses… es mucha responsabilidad hablar a miles de personas en una ocasión así. Llevo varias noches durmiendo mal, dando vueltas al discurso, pero yo me crezco: no hay problema. Además, si me acaban tirando tomates tendrán que apuntar bien, el balcón está muy alto.


Malo sería... además, siempre le queda arrancarse a cantar.


Lo de cantar va a ser impepinable. No llevo nada concreto en mente, y elegir una sola canción es complicado: me dejaré llevar.


¿Cómo vivió el anuncio de su designación?


Me pilló en julio, en Sallent de Gállego, ensayando para el concierto de Pirineos Sur con Nabyla Maan que también vamos a hacer en estas fiestas: será el día 15 en la plaza del Pilar. Estábamos a punto de empezar a ensayar y parece que hubo chivatazo, porque una emisora de radio me llamó para felicitarme. Yo respondí que muchas gracias, porque acababa de ser la Virgen del Carmen, aunque me pareció raro. Cuando preguntaron sobre cómo había celebrado la noticia, vi que había un equívoco, y lo dije. ‘Ay, hemos metido la pata’, dijeron. Colgué y al poco rato me llamó el propio alcalde para comunicármelo oficialmente. ¡Pegué un bote tremendo!


¿Quién está aún más feliz que usted por este reconocimiento que le hace Zaragoza?


Mi madre hubiera estado muy, muy contenta y orgullosa, pero por desgracia sufre de alzhéimer. No podremos celebrarlo las dos al máximo, como nos hubiera gustado.Es la única penica de esta historia, pero voy a estar quince días seguidos aquí y quiero darle todo el cariño del mundo.


Siempre se ve obligada a aclarar que, aunque nacida en Tarragona, es usted aragonesa de pro. Y muy utebana, por encima de todo.


Con raíces en Samper de Calanda, además. A las fiestas del Pilar he venido toda la vida, desde que era una bebé en Tarragona. Mi abuela y mi tío ya estaban aquí, y venir a la Ofrenda era una tradición. Mira, de joven he quemado mucho la noche en fiestas, pero para mí la Ofrenda es lo más bonito y entrañable, con diferencia. Tiene una atmósfera mágica. Durante muchos años asistí con la rondalla de Utebo, vestida al detalle: salíamos en peregrinación bien temprano desde allá, a pata hasta Zaragoza. Hace años que vivo en Madrid y ahora asisto solo como espectadora: cuando no puedo ir por trabajo, echo en falta disfrutar de este día.


¿Su mejor recuerdo pilarista? Puede ser como estrella o como espectadora: elija usted.


Pues uno que tuvo un poco de las dos cosas, ya ves: la primera vez que coincidí con el paisano Santiago Auserón en un escenario. Fue en Independencia, en 2005. Tuve la ocasión de interpretar ‘Rompiendo la hora’, una canción que escribí al volver de un viaje a Palestina. Además, me llevé a varias tamborileras de Samper, las mejores del Bajo Aragón.


¿Un aperitivo de su mensaje para los fiesteros de la ciudad?


Pues mira, que no se olviden de la suerte que tenemos aquí. No estamos en guerra, ni hemos tenido que huir de nuestra tierra, como ocurre en otros puntos del planeta. Que disfruten al máximo y vivan la vida con entusiasmo.

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