La historia de Enrique Sánchez y los chicos del club de ajedrez del Marcos Frechín

Ganó con cinco chicos de un colegio de un barrio obrero de Zaragoza el campeonato de España en 2017-2018.

Una de las clases de ajedrez de Enrique Sánchez en el colegio Marcos Frechín de Zaragoza.
Una de las clases de ajedrez de Enrique Sánchez en el colegio Marcos Frechín de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Cuando Enrique Sánchez llegó al colegio Marcos Frechín en 1982-1983 no imaginaba la impronta que, gracias al ajedrez, iba a dejar en el centro. Su especialidad era Lengua e Idiomas. Le asignaron Matemáticas y Educación Física. Y para empezar le dejaron a cargo de un grupo al que llamaban "el séptimo de caballería". Una "clase complicada". "No lo fue", dice ahora. Porque así es Enrique Sánchez, que pronto se convirtió en 'Donen' para los alumnos y se ganó su confianza. Con los que se quedaban al comedor, empezó a jugar al ajedrez. Y surgió así el embrión de un club que, durante mucho tiempo, les daría grandes alegrías. 

Ayudó a organizar en el colegio torneos de ajedrez y empezaron a entrenar y a crear equipos. Fue tal la fiebre por el ajedrez en el colegio que llegaron a inscribirse en las clases 130 de los mil alumnos del centro. En Las Fuentes, un barrio humilde, un barrio obrero. Piensa don Enrique que si la extraescolar hubiera sido de pago, algunos no se la hubieran podido costear. 

Entrenaban en una clase muy pequeñita. Estaba preparada para 40 personas y se metían 60. Aunque había pocas chicas, eran el 30% y explica, orgulloso, que la mayoría de ellas "eran buenas". María Lacruz estaba entre ellas. "Parece que cuando una persona de estatus medio y familia trabajadora gana a otra de clase alta es noticia. Es como si fuera superdotada", explica. A ella el ajedrez le ayudaba a estar callada, concentrada, a aprender de sus errores. Era de las que se quedaba en el comedor en las extraescolares de 'Donen'. Y recuerda que le llegó a ganar dos flashes (golosinas congeladas).

No hay truco para ganar al ajedrez. Pero "si practicas mucho y alguien te dice lo que debes hacer, progresas muy rápido". Y, en los primeros años de ajedrez en el Marcos Frechín, Enrique Sánchez explica que eran los mejores porque los demás "no eran tan buenos". "Mis chicos eran el tuerto en el país de los ciegos", señala. 

Y ¿no llamó la atención en el área de Educación que en un colegio de Las Fuentes despuntara en el ajedrez? Don Enrique cree que si lo que ocurrió en el Marcos Frechín hubiera pasado en un colegio privado "hubiéramos sido la leche, espectaculares, y nos hubieran dado todo el bombo y plantillo que no tuvimos". 

Ganó con cinco chicos de un colegio de un barrio obrero de Zaragoza el campeonato de España en 2017-2018
Ganó con cinco chicos de un colegio de un barrio obrero de Zaragoza el campeonato de España en 2017-2018

Para que los exalumnos pudieran asistir a sus clases se constituyeron en un club de ajedrez. Así podían ir también padres y hermanos de alumnos. Se federaron y jugaron en torneos locales, empezaron a ganar y los rivales les miraban con recelo. Tiene mil y una anécdota: "En un club nos dijeron: ¿Estos niños van a jugar? Les ganamos". Echando la vista atrás lamenta que para competiciones individuales no se contara demasiado con sus chicos, aunque tenía algunos que eran "muy buenos". 

Con el paso de los años la consejería de Educación reaccionó y le encargó relanzar en Aragón el ajedrez en la escuela. Perdió horas lectivas en el colegio de Las Fuentes pero siguió muy vinculado a su centro. Aunque tenían nivel, no pudieron competir a nivel nacional porque no podían costearlo. "Había que pagar una inscripción de 120 euros. Y pensé: pues para ellos", zanja. Y es que 120 euros por niño en Las Fuentes no eran lo mismo que 120 euros en Universidad o en distrito Centro.

Al final se lanzaron y, años después, acudieron a un campeonato de España. Los padres pagaron 130 euros pero, en lugar de quedarse en el colegio, contrataron una casa rural y ellos mismos hacían la comida para no incurrir en gastos. "Quedamos segundos. Nos ganó un colegio de Huesca. Ellos tuvieron algo de repercusión. Nosotros, subcampeones, ninguna", lamenta. 

Y así llegaron a 2017, cuando le quedaban 5 alumnos: Leo Giménez, Anahí Ignacio, Alberto Rosu, Catalín Conon y África Aguilar, dos de sexto, una de quinto y dos de cuarto; zaragozanos, boliviana y rumanos. "Tuvimos la suerte del campeón. Y ganamos", celebra. El ambiente entre los chicos era "muy bueno". Anahí Ignacio brilló. Al volver se 'vendió' la victoria, pero quizá menos de lo que se esperaba. Y de lo que se merecieron. Hasta que un medio nacional reparó en ellos, contó su historia y la situación dio un giro de 180 grados. "Me entrevistaron hasta desde Argentina", recuerda. 

El profesor Enrique Sánchez y los alumnnos del Marcos Frechín campeones de España: Leo Giménez, Anahí Ignacio, Alberto Rosu, Catalín Conon y África Aguilar
El profesor Enrique Sánchez y los alumnnos del Marcos Frechín campeones de España: Leo Giménez, Anahí Ignacio, Alberto Rosu, Catalín Conon y África Aguilar
Servicio especial

Enrique Sánchez destaca lo importante que es para un jugador tener empatía, como dice el director de cine Nacho García Velilla, que se inspiró en ellos para su película 'Menudas piezas". 'Donen' cree que no es su historia, que solo está basada en ella. Él ayudó en una grabación en el Paraninfo, en una parte técnica, para que la colocación de las piezas fuera perfecta. Incluso hizo un pequeño cameo. Aunque es "diferente" a lo que pasó, reconoce que tiene muchas ganas de verla. 

Juguetea con las piezas sobre el tablero mientras narra su historia. Lleva la camiseta negra del club de ajedrez del Marcos Frechín. "¿Juega al ajedrez?", me pregunta. Contesto que a duras penas. Pero no le importa. Mientras hablamos va deslizando por el tablero peones, alfiles, torres, caballos y reinas. Hasta que a las 17.20 se calla. Se levanta de la silla y da por terminada la charla. Tiene que preparar la clase que empieza a las cinco y media. Entran corriendo dos decenas de chicos. Algunos tan pequeños que parece mentira que sean capaces de conocer las reglas del juego. Pero las saben. Miran a don Enrique con los ojos como platos. Aceptan sus retos. Y al verlos se entiende por qué del Marcos Frechín, un colegio de barrio, salieron tantísimos jugadores de ajedrez, y tan buenos.

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