La única cartuja de España que se ha convertido en pueblo está en Zaragoza

A cinco minutos de la capital aragonesa hay un conjunto histórico-monumental donde los edificios religiosos se han convertido en civiles y mundanos

Cartuja de la Inmaculada Concepción.
Cartuja de la Inmaculada Concepción.
Francisco Jiménez

Es un sitio "tranquilo" y tiene una "energía especial". Apenas circulan coches y casi no hay ruido. La tranquilidad y el recogimiento sirven de nexo común entre la original Cartuja de la Inmaculada Concepción y la actual, más mundana, con celdas transformadas en viviendas, un centro de visitantes en la vieja Portería y un pequeño auditorio en el antiguo Refectorio, el comedor de los monjes, con una acústica que ya querrían para sí los distritos más populosos de Zaragoza.

Así describe el alcalde pedáneo José María Lasaosa lo que queda de los monjes cartujos en los vecinos del barrio rural. La mayoría lucha por vivir y sentir unos edificios que han de servir para contar su historia; esa que comenzó cuando Alonso de Funes y Villalpando, noble caballero zaragozano, y su esposa Jerónima Zaporta, nieta de banquero, propiciaron la construcción de una cartuja que, tras vicisitudes varias, acabó en la Torre de las Vacas o de Martín Cabrero, en las cercanías de Zaragoza, con unas obras que se prolongaron de 1651 a 1767. Tan integrados están en el imaginario de los vecinos que los dos, y los monjes cartujos, tienen sus propios gigantes en las fiestas del barrio.

Cartuja de la Inmaculada Concepción.
Maqueta elaborada por una de las vecinas que recoge la configuración de La Cartuja.
Francisco Jiménez

Se frustró la vida monacal primero con la Guerra de la Independencia y después, de manera definitiva, con la desamortización de Mendizábal. El complejo histórico-artístico pasó a manos de particulares que lo habitaron y transformaron en el barrio rural que es ahora.

A inicios de siglo se aprobó un Plan Especial de Protección y Reforma del Conjunto Histórico Artístico de La Cartuja de la Concepción que está dando sus frutos pero que, según demanda Lasaosa, hay que revisar. Propone que se concedan subvenciones a las familias que habitan en ella para rehabilitar las viviendas, que se mantengan los proyectos históricos y culturales en el barrio y que se constituya una fundación.

No cejan los vecinos en su empeño de poner en valor el barrio. El 23 de abril se inaugurará en el centro de visitantes, situado en la antigua Portería, la segunda fase de la muestra histórica que, tras explicar cómo se construyó la cartuja, se centrará en la ocupación por las tropas francesas durante la Independencia y su posterior conversión en barrio. Da la bienvenida al centro de visitantes un vídeo de Jerónima Zaporta, de quien se dice que fue una mujer de armas tomar, y más para su época, y lo despide quien fuera el último prior del monasterio antes de que los monjes.

Los vecinos saben que residen en un barrio singular y se implican en que se conozca. De las 23 cartujas que hay en el mundo, solo tres, Sainte Croix en Jarez (Francia), La Certosa degli Angeli (Italia) y de la Inmaculada Concepción (España), están habitadas.

Siguen utilizando en el pueblo el antiguo horno de leña que usaban los monjes cartujos. A la una y media de la madrugada empiezan a trabajar en Panificadora Navarro, donde preparan al día unas 300 barra de pan y repostería. Al estilo más tradicional. Explica Ana que compra gente del barrio y también de Zaragoza capital, sobre todo los fines de semana.

Maribel Estábanez, de Gozarte, cree que La Cartuja, a 15 minutos en autobús de Zaragoza, es una "gran desconocida". Su transformación en barrio, con casas adosadas a la muralla, ha servido "para conservarla". Blas Casado, uno de los vecinos, muestra el patrimonio a los visitantes. "A todos les gusta, sobre todo, la bonita iglesia", explica. El 25 de mayo volverán a recrear, un año más, cómo vivían los cartujos.

La Cartuja de la Inmaculada Concepción llegó de rebote a este cercano barrio rural de Zaragoza. Cuando la fundación planteó su construcción, se eligió la Torre de los Martucos o Torre de la Fuente de los Martucos cerca de Villa de Alcañiz. "Descartaron la ubicación por la incertidumbre que provocaban las guerras catalanas", detalla Lasaosa. Más de cien años duraron las obras, y el mayor problema fue acercar el agua del Ebro, que pasa a un kilómetro del barrio, hasta el complejo. Se construyó una noria en el río para solventarlo. 

Si la redacción de la Capitulación y Concordia de la fundación de La Cartuja el 20 de agosto de 1634 fue la fecha clave de la etapa religiosa, en la civil marcó un antes y un después la declaración como Conjunto Histórico Artístico en 1982 que dio lugar, dos décadas después, a un millonario plan especial que ha permitido al barrio recuperar algunos de los edificios más emblemáticos. Lasaosa explica cómo "unos edificios pensados para un uso religioso han tenido un uso civil, y la gente que ha vivido aquí lo ha normalizado".

Una hora y media en coche dista entre las tres cartujas de Aragón, la de Nuestra Señora de Las Fuentes, en Sariñena (Huesca);  la de Aula Dei, en Peñaflor (Zaragoza), que tiene pinturas de Goya; y La Cartuja Baja, en Zaragoza. Mientras la ubicada en Los Monegros recibe al año unas 7.000 visita, la más cercana a la capital aragonesa se queda en 1.200 y 1.800. 

En La Cartuja Baja esperan que la conversión de la antigua Celda del Prior en una albergue de peregrinos del Camino de Santiago ponga el barrio en el mapa internacional. Caminar por las calles del 'pueblo' es como dar un paseo por la historia. A través de carteles se explica cada edificio del antiguo monasterio cartujo. La Hospedería del Cardenal, la Prócura, la Celda del Prior, la Portería, la oficina del horno, el Claustrillo del refectorio, la imponente iglesia, la Sala Capitular, el Refectorio, las 36 celdas de monjes transformadas ahora en viviendas, la muralla.

La conversión del antiguo refectorio en auditorio refleja a la perfección la transformación de la cartuja en pueblo. "Aquí comían los monjes y ahora disfrutamos nosotros. Se hacen conciertos, bailes...", detalla el alcalde, que recuerda cómo hace unos años la directora de cine Paula Ortiz compartió con los vecinos un visionado de 'La novia', que se grabó en 'La Salada', cerca del pueblo. 

La junta vecinal, la asociación de vecinos Jerónima Zaporta y entidades sociales quieren poner en valor el barrio. "Queremos transitar hacia una fundación que nos permita impulsar, preservar y mantener este conjunto histórico-artístico y su legado", explica Lasaosa. Y a pesar del esfuerzo realizado, que es mucho, queda trabajo por hacer para poner en valor la única cartuja de España que se ha convertido en pueblo. 

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