TRIBUNALES

Agresión en las Fiestas del Pilar: "Empujé la puerta con todas mis fuerzas, si él abría estaba perdida"

Juzgan a un joven de Zaragoza que recién salido del reformatorio habría perseguido y abusado de una chica cuando volvía a casa sola.

El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
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No había alcanzado la mayoría de edad y su flirteo con el delito ya lo había llevado al reformatorio. Aquella experiencia no le sirvió para reconducir sus pasos. Todo lo contrario, fue cumplir los 18 años y recuperar la libertad para volver a delinquir. Varias detenciones por robos con fuerza y violencia de género le costaron esta vez la prisión. Y allí podría seguir los próximos siete años, ya que esa fue la condena que la Fiscalía solicitó ayer para Noel M. H. por el violento asalto y la agresión sexual de la que fue víctima una joven en Zaragoza.

Los hechos se produjeron en la madrugada del 17 de octubre de 2021, justo el día en que terminaban las Fiestas del Pilar. La víctima había estado de bares con sus amigas, pero sobre las 3.00, el grupo decidió retirarse. «Ellas cogieron un taxi, pero yo vivía cerca y regresaba andando», recordó la joven durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de que alguien la seguía. «Caminaba por la calle de San Vicente de Paúl cuando escuché que me decían: ‘Guapa, vente conmigo a casa’. No me volví, pero aceleré el paso y abrí el bolso para sacar las llaves en cuanto llegara a mi portal», recordó la chica. Pero, cuando quiso darse cuenta, su perseguidor se había abalanzado sobre ella.

«Me asusté mucho, porque me atacó por la espalda y enseguida me agarró los pechos», relató la joven al tribunal con la voz entrecortada. «Forcejeé con él y conseguí tirarlo al suelo –añadió–. Entonces vi que empuñaba una navaja abierta y aún me entró más miedo». Al agresor no le costó reincorporarse y acorralarla. «Me cogió por las muñecas y me estampó con fuerza contra la pared. Me tenía arrinconada», contó.

Las intenciones del atacante estaban claras, porque en cuanto inmovilizó a la chica le metió la mano por debajo de la falda para tocarle las nalgas. «Acto seguido, me levantó la camiseta y llevó su mano a mis pechos», apuntó ella. Al darse cuenta de que tenía el bolso abierto, el joven aprovechó    para apoderarse también de su teléfono móvil y su cartera. En ese preciso instante, ella consiguió salir corriendo con las llaves en dirección hacia su portal, situado a escasos metros. «Logré llegar y abrir, pero él me alcanzó antes de que me diera tiempo a cerrar. Yo empujé la puerta con todas mis fuerzas, pero él hacía lo mismo desde fuera. Sabía que si entraba estaba perdida», declaró la denunciante, reviviendo aquella angustiosa situación.

El coraje y el empeño de la víctima por librarse de su atacante y  evitar aquella encerrona dieron frutos. Y aunque se hizo «mucho daño» en las manos, logró cerrar la puerta ‘in extremis’ impidiendo así el acceso a su agresor. «Él se quedó al otro lado riéndose y diciendo: ‘Da gracias que solo te he robado’. Después desapareció», explicó la denunciante, quien identificó ayer «sin ningún genero de dudas» al acusado como el autor del robo y los abusos.

Lo delató el teléfono robado

Como hiciera cuando fue detenido por la Policía, Noel M. H. negó ayer todos los cargos. «No sé nada de esos hechos. Yo me gano la vida honradamente. Trabajo con mi hermano, que es mecánico», manifestó. En un primer momento, basándose en sus característica físicas, la denunciante sospechó que su agresor podría ser un joven de origen árabe, aunque en realidad no lo era. De ahí que cuando le enseñaron fotos de posibles sospechosos, los investigadores no incluyeran ninguna del ahora acusado. En la zona donde se produjo el violento asalto no había cámaras y tampoco se hallaron restos de ADN, lo que condujo al archivo de la causa.

Sin embargo, casi siete meses después, una de las compañías telefónicas con las que había contactado la Policía comunicó que al día siguiente de los hechos una mujer introdujo una tarjeta SIM en el teléfono móvil sustraído a la víctima. Aquella pista resultó fundamental, ya que la titular de la tarjeta resultó ser la madre de Noel M. H. «Yo no robé el móvil, lo compré, como había comprado muchos otros», se justificó él.    Su abogado, Alejandro Sarasa, entiende que el único delito que se podría imputar a su cliente es el de receptación. Y como nadie le acusa por ello, solicitó su absolución.

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