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Violación junto a una discoteca de Zaragoza: "Desde esa noche nunca he podido salir sola a la calle"

El presunto agresor fue juzgado este martes y se enfrenta a una condena de entre 8 y 10 años de cárcel. Él niega los hechos y pide la absolución.  

El acusado, este martes, durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial.
El acusado, este martes, durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial.
Heraldo

Ansiedad, pesadillas, miedo a salir a la calle o a pasar por determinados lugares, terror a encontrarse con el agresor o gente de su entorno, recuerdos e imágenes intrusivos, hipervigilancia, necesidad de controlar todo hasta sentirse segura, sentimientos de culpa, tristeza... Todos los síntomas relatados son típicos en las víctimas de una violación y son los que sufre la joven que ayer declaró ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Zaragoza, donde se juzgó a su presunto agresor sexual.

Las consecuencias de un hecho violento de estas características se arrastran a lo largo del tiempo, si no es durante toda la vida. Cuesta mucho superar una vivencia traumática así y, con ayuda psicológica, se consigue reiniciar la existencia y normalizarla, pero ya nada es igual que antes.

"Desde entonces nunca he vuelto a salir sola a la calle ni he podido ir a una discoteca como aquel día", manifestó la chica, que tenía 22 años cuando en noviembre de 2021 se cruzó en su camino Bilal M., entonces de 21. Los dos coincidieron en la discoteca Garden con sus respectivos grupos de amigos. Se conocían de manera superficial porque tenían alguna amistad en común, pero nunca habían hablado. Sobre las 4.00, la joven y una amiga salieron a fumar a la calle. Esta última se entretuvo a saludar a una conocida y Bilal M., que había salido tras ellas, se acercó a la primera y le preguntó si podía hablar con ella en "privado".

La chica, confiada, accedió porque le dijo que necesitaba hablar con alguien. "Me cogió de la mano y me llevó hasta Corona de Aragón. Al doblar la calle, había un portal entreabierto y, de repente, me introdujo dentro de un empujón", explicó. En el rellano la tiró al suelo y empezó a manosearle por todo el cuerpo y a intentar quitarle los pantalones vaqueros que llevaba. Como la resistencia de la mujer –que gritaba y lloraba– y el cinturón se lo impedían, terminó rompiéndoselos y metiéndole los dedos en la vagina. Intentó que le hiciera una felación, pero la llegada de un vecino interrumpió el ataque y la víctima aprovechó para huir. Contó que regresó en shock a la discoteca, con el pantalón roto, llorando. Una amiga llamó a la Policía y fueron al cercano Hospital Clínico, donde fue atendida de una herida sangrante en la vagina. Los análisis biológicos policiales revelaron restos celulares de un varón coincidente con el procesado.  

El acusado negó todo lo relatado por la joven y dijo que se "liaron"  y fueron al portal "voluntariamente" y que luego volvieron a la discoteca tranquilamente, cada uno con sus amigos. 

Su abogado pidió su absolución mientras que la fiscal solicitó 8 años de cárcel y la acusación particular, 10. Bilal M. está en situación regular en España, pero es de nacionalidad marroquí. Por esa razón, ambas acusaciones solicitan el alejamiento del procesado de la víctima durante diez años y su expulsión del país una vez que haya cumplido toda o parte de la condena. 

Igualmente, el Ministerio Publico reclama una indemnización de 10.800 euros por las lesiones y 10.000 por los daños morales, cantidad que la acusación, a cargo de la abogada Rosario de La Llana Corral, mantiene respecto a las lesiones pero eleva a 15.000 por daños morales. 

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