Un "te quiero", una sonrisa y un adiós para el bar El Siberiano, del Mercado Azoque

Este martes 16 de mayo se sirvió allá el último ‘manolito’, bocadillo estrella del único establecimiento que seguía abierto en el mercado Azoque

Mari García Pardos, tras la barra del Siberiano, con una foto de su esposo.
Mari García Pardos, tras la barra del Siberiano, con una foto de su esposo.
H. A.

Llevaba varios días despidiéndose de clientes, amigos y un grupo de gente privilegiada con ambos títulos. El pasado martes al mediodía, María del Mar García Pardos sacó a relucir sus famosos decibelios de más a un grupo de clientes que llegaba a por su último bocadillo. Con todo el cariño: así es la Mari, como prefiere que le llamen. "¡Ya no hay pan! En una horica cierro. Si queréis tomar algo, bien, pero bocadillo nada. Que mi pan es de la Tahona Goyesca, y ahora ya no llego a buscar más". Un rato más tarde se cerraron por última vez las puertas de El Siberiano, el bar del Mercado Azoque, único negocio que seguía abierto en este céntrico espacio de Zaragoza.

No fue, sin embargo, el ‘sarao’ final del lugar: este mièrcoles hubo despedida ‘bis’ con un encuentro vespertino junto a los más allegados, con pancartas de 'feliz jubilación', caretas con su rostro y ramos de flores. Abierto en 1969, la Mari y su esposo lo llevaron desde noviembre de 1987. Lo de Siberiano viene porque antiguamente estaba abierto a la calle, sin cristalera, y en invierno se sentía el frío. "Yo he visto a la gente con abrigo tomándose su bocadillo y una buena caña, les valía la pena. Aquí la estrella ha sido el ‘manolito’: panceta, queso, huevo a la plancha y jamón serrano. Me ha encantado venderlo, y más aún comérmelo yo".

La Mari del Siberiano se despidió de sus clientes el pasado martes 16 de mayo, tras 36 años detrás de la barra; cierra el último negocio que quedaba abierto en el Mercado Azoque

Con la impronta de la Mari

Las fotos de zaragozanos con sus últimos ‘manolitos’ pueblan esta semana las redes sociales, pero los mejores recuerdos, más vívidos en analógico, ya inspiraron un libro de relatos el año pasado. Mari podría protagonizar el guión de una película, de hecho, pero no es el plan;la jefa del bar se ha dibujado unas metas claras. "Cuando me aburra de descansar, que es lo que toca ahora, me iré a ayudar a la gente, al Refugio. Bueno, y no pienso dejar de acudir a mi gimnasio, ¿puedo decir cuál es? El David Lloyd, con mi profesor Jorge Espeleta. El traumatólogo me pidió hace siete años que no fallara a mis ejercicios en el agua, por la rodilla, y dice que gracias a eso me he salvado de llevar prótesis. Bueno, y no me quiero olvidar al mozo que me ha ayudado aquí mucho tiempo, Nacho Baños".

Mari no trató de reprimir la emoción. "La gente me ha tratado muy bien siempre, estos días han venido un montón, Y los quiero mucho a todos. Mi marido sí tenía un cliente al que quería más, como gran zaragocista que fue: Gustavo Poyet. Bueno, y los Magníficos cuando venían. Ya ves cuántas pegatinas y banderines de fútbol hay por las paredes. Me falta desde hace cuatro años, se lo llevó el cáncer;ha sido muy duro, pero el cariño de la gente me ha ayudado".

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