Seiscientas personas despiden a Benedicto XVI en la basílica del Pilar

El arzobispo de Zaragoza destaca que su figura se hizo "cotidiana e imprescindible" en "momentos complejos" de la vida y de la Iglesia.

Unas 600 personas han despedido a Benedicto XVI en una misa funeral en la Basílica del Pilar, este jueves.
Unas 600 personas han despedido a Benedicto XVI en una misa funeral en la Basílica del Pilar, este jueves.
Toni Galan

Alrededor de seiscientas personas despidieron este jueves en la basílica del Pilar a Benedicto XVI en una misa funeral celebrada por el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, que presidió el oficio que tuvo lugar en el alta mayor del templo. En su homilía, Escribano lo definió como un hombre "sabio y prudente", cuya figura se hizo "cotidiana e imprescindible" en el último cuarto del siglo XX, cuando se vivieron "momentos complejos de la vida y de la Iglesia".

Escribano estuvo acompañado por los obispos eméritos de Zaragoza y Tarazona, Vicente Jiménez y Eusebio Hernández, respectivamente. También asistieron los obispos eméritos Jesús Moliné y José Luis Redrado, el vicario general Rubén Ruiz, el deán Joaquín Aguilar y más de medio centenar de sacerdotes.

La misa por el eterno descanso de Benedicto XVI comenzó a las 17.00 con una monición de entrada en la que se recordaron las palabras con las que Benedicto XVI se dirigió a los jóvenes reunidos en Colonia en 2015, en su primera Jornada Mundial de la Juventud. "Descubramos –dijo– la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza; no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros".

A este viaje aludió también Escribano durante su homilía, que leyó ante un retablo mayor oculto por los andamios y las telas con motivo del proceso de limpieza que se está llevando a cabo de esta joya artística que firma Damián Forment. Recordó las diferentes visitas a España de Benedicto XVI en las que, dijo, hizo sentir a todo el mundo "su cercanía", así como su presencia en el santuario de Lourdes en 2008 para conmemorar el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen.

El prelado se refirió a Benedicto XVI como un "teólogo reconocido" cuya talla intelectual ha sido aceptada dentro y fuera de la Iglesia.

El arzobispo de Zaragoza destacó que fue un "profundo conocedor" de la cultura de nuestro tiempo y siempre supo "dialogar con él", así como un convencido de que "la razón y la fe no son posicionamientos opuestos, sino dos caminos que deben encontrarse" en algún momento. Para ello, subrayó, practicó "un magisterio audaz encarnado en la realidad del mundo al que pretendía abrir nuevos horizontes". Al término de su intervención, el arzobispo lo definió con tres adjetivos, un papa "humilde, honesto y sabio", para después rogarle a la Virgen del Pilar que interceda por él y lo presente "con amor de madre ante el Padre".

Tras la homilía, emotiva en algunos momentos, tanto en las peticiones, como en otros momentos de la eucarística –la propia de la víspera de la fiesta de la Epifanía–, se oró por el eterno descanso de Benedicto XVI, como él mismo pidió en su testamento vital. La misa concluyó con el rezo de un responso y los fieles que lo desearon firmaron en el libro de condolencias.

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