La calidad del agua del grifo de Zaragoza desmonta su mala fama: llega del Pirineo al 100% desde hace mes y medio

Hay unas diez semanas al año en las que el abastecimiento de agua en la capital aragonesa procede totalmente de Yesa. Muchos vecinos, sin embargo, siguen comprando mineral embotellada.

El agua del grifo de Zaragoza es de mayor calidad que en muchas otras ciudades.
El agua del grifo de Zaragoza es de mayor calidad que en muchas otras ciudades.
Krisis

El agua de Zaragoza tiene un ‘sambenito’ colgado y arrastra mala fama por su dureza y su exceso de cal. Esto, que podría ser un mal antaño, se ha ido corrigiendo en la última década, aunque no ha calado en la conciencia de los zaragozanos, que siguen comprando agua mineral embotellada y miran con recelo la que sale del grifo.

En las últimas cinco semanas la procedencia del suministro de agua a la capital y su entorno ha sido 100% de Yesa y las aportaciones del Canal Imperial no han sido necesarias. No obstante, los cálculos del Ayuntamiento apuntan que a fin de año los porcentajes medios del año estarán en torno a un 30% del Canal y un 70% de Yesa, cifra que se ha ido incrementando desde que en 2007 se pusiera en marcha la traída de agua del Pirineo, que es de mucha mejor calidad. El objetivo del Consistorio es que en tres años se beba solo agua de Yesa en la ciudad, pero para eso hacen falta aún un millón de euros de inversión para mejorar la infraestructura que permita aumentar los caudales.

¿Cuál ha sido tradicionalmente el problema del agua de Zaragoza? Siempre se ha repetido como un mantra que es un agua “dura”, esto es, que tiene muchos minerales disueltos como calcio, magnesio o hierro. “Esto depende de la geología del terreno. Las aguas duras se encuentran en áreas con geología calcárea y cuando el agua circula a través del terreno incorpora los carbonatos de calcio y de magnesio”, explican fuentes municipales. “Si el terreno es granítico, como en Galicia por ejemplo, las aguas son blandas”, añaden. Es cierto que el agua aragonesa ‘peca’ de dura porque es la propia de una región de terreno calcáreo y eso puede condicionar en parte la vida cotidiana: la piel o el cabello acusan esos minerales extra (por lo que algunas familias optan por la instalación de filtros o descalcificadores) y los electrodomésticos han de regularse debidamente (sobre todo, lavadoras y lavavajillas) para prolongar su vida útil. Sin embargo, con el uso del agua de Yesa este problema ha disminuido, dado que el agua pirenaica del río Aragón, que llega a través de Bardenas y la acequia de Sora, es de mayor calidad y más blanda que la del Canal Imperial.

El Ayuntamiento de Zaragoza lanzó hace unos años la campaña 'En Zaragoza, mejor agua del grifo' para fomentar su consumo entre la ciudadanía y romper así con los mitos de su mal sabor, que durante años ha acompañado al agua zaragozana. Esta tesis es refrendada también por algunos estudios como el publicado por la fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), en el que tras comparar 50 muestras recogidas en las tres capitales de provincia, concluyó que el agua del grifo de Zaragoza, Huesca y Teruel tienen una calidad equiparable a la embotellada. Eso sí, es 135 veces más barata que la que se vende envasada en plásticos.

El actual problema del agua de Zaragoza es más de cambio de mentalidad que de calidad. Hace doce años, cuando procedía íntegramente del Canal, acostumbraba a presentar una alta turbidez y dureza, sobre todo en periodos de avenidas y estiaje, pero aquello males ya quedan atrás. Ahora se suele mezclar con la del Pirineo o, como ocurre estas semanas, llega en su totalidad de Yesa a la planta potabilizadora. Según explican los expertos, la proporción de las aportaciones de Yesa y el Canal varía a lo largo del año, pero en invierno muchas semanas suele proceder el 100% del Pirineo. “En verano ese porcentaje baja significativamente porque depende de las lluvias y la sequía”, comentan. 

La planta potabilizadora de Casablanca es la que recibe todos los suministros.
La planta potabilizadora de Casablanca es la que recibe todos los suministros.
Heraldo

Echando un ojo a las estadísticas de los últimos años, por ejemplo, todo febrero de 2022 el suministro fue completo de Yesa, mientras que las semanas de abril la cosa estuvo al 50%. En este escenario, sucede en ocasiones, que llegan llamadas de vecinos o protestas porque el agua sale del grifo con un olor y un sabor diferente y algo más desagradable. Lo que ocurre, normalmente, es que se están efectuando obras de desvío o conexiones de tuberías o que hay trabajos de mantenimiento en el sistema de riegos de Bardenas. Entonces, el suministro vuelve a ser mayoritariamente del Canal y quienes tienen un gusto más refinado lo perciben. Este agua, obviamente, es apta para el consumo, aunque sí es cierto que requiere un mayor proceso de cloración y por eso “sabe rara”. Las quejas, en cualquier caso, vendrían a demostrar que los zaragozanos, calladamente, sí se han acostumbrado al mejor agua de Yesa.

Por labores de limpieza y mantenimiento, en algunas ocasiones muy escasas (apenas supone el 0,2% del total) Zaragoza aún recurre a una tercera vía de procedencia de agua: la que aporta directamente el Ebro. Se trata de un bombeo directo a la altura del Parque Deportivo Ebro, aguas arriba del barrio de La Almozara, pero solo se utiliza en caso de que hubiera que suplir cortes del Canal, que dado que se construyó en el siglo XVIII a veces presenta algunos achaques.

Es el Instituto Municipal de Salud Pública quien controla la calidad del agua y en las plantas potabilizadoras, que cuentan con laboratorios, se analizan más de 53 parámetros para comprobar que “el agua de Zaragoza es mucho mejor que la de otras ciudades”. Para predicar con el ejemplo, hace más de una década que en el Ayuntamiento las jarras de agua de los plenos se llenan con agua del grifo (la decisión la tomó Belloch cuando se introdujo el abastecimiento de Yesa). También se han fomentado campañas para que en los bares y restaurantes se usen jarras de agua, en las que se ha involucrado, incluso, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) para reducir costes y envases de un solo uso. Según datos de la UCA, una familia que realice un consumo medio diario de seis litros de agua para beber, si ésta es del grifo, le cuesta 2,09 euros al año, y si es embotellada, a un precio medio de 0,30 céntimos de euro el litro, su coste anual asciende a 650 euros.

Como se observa en el gráfico adjunto, el agua del grifo de localidades como La Almunia, La Muela, Pedrola, Alagón o Cuarte de Huerva procede del pantano de Yesa en su totalidad.

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