Servicio a domicilio

El fisio sobre ruedas que recorre Zaragoza en patinete con la camilla a cuestas

Carlos Sánchez comenzó a ofrecer este servicio a domicilio tras quedarse sin trabajo en plena pandemia: “Hoy no lo cambiaría por nada del mundo”.

Carlos Sánchez, el fisio sobre ruedas, con su patinete y camilla, en el puente de Piedra de Zaragoza, este viernes.
Carlos Sánchez, el fisio sobre ruedas, con su patinete y camilla, en el puente de Piedra de Zaragoza, este viernes.
Camino Ivars

Quizás se hayan cruzado con él alguna vez por las calles de la capital aragonesa. No en vano, Carlos Sánchez, de 31 años, lleva más de dos años recorriendo la ciudad en patinete, con su camilla a cuestas, como ‘Fisio sobre ruedas’. La de Carlos es sin duda una de esas historias que sustenta uno de nuestros refranes más conocidos y que sirve de ejemplo de aquella capacidad que tienen algunas personas de hacer de la necesidad virtud.

Formado en Fisioterapia en la Universidad de Extremadura, su comunidad natal, (Col. 1.933), y tras estudiar el Máster en readaptación y fisioterapia deportiva en Valencia, fichó para el Cáceres de Baloncesto y la Federación Extremeña de Fútbol, mientras aprovechaba los veranos -cuando no había liga- para trabajar en otras ciudades de España. “Era una manera de conocerlas de forma distinta”, explica.

Tras vivir en Albacete, Badajoz, León o La Coruña, hace cinco años recaló en Zaragoza por una oferta de trabajo, y enseguida se enamoró de la ciudad. “Me resulta un lugar muy cómodo, por tamaño, por servicios, por formato, por coste de vida. ¡Tiene de todo!, incluso el clima me parece ideal, aunque cuando sople el cierzo me arrepienta”, bromea.

Carlos Sánchez, el fisio sobre ruedas, con su patinete y camilla, en el puente de Piedra de Zaragoza, este viernes.
Carlos Sánchez, el fisio sobre ruedas, con su patinete y camilla, en el puente de Piedra de Zaragoza, este viernes.
Camino Ivars

Fue en mayo de 2020, en plena pandemia, cuando al finalizar su contrato en una residencia de ancianos, el fisioterapeuta se vio, de repente, sin trabajo. “Pensé que sería buena idea ofrecer este servicio a domicilio en un momento en el que todo el mundo estaba encerrado en sus casas y que aquí no existía en un formato integral como yo propongo”, explica.

"Cada día entro en casas ajenas, no sabes dónde te metes, pero reconozco que hasta la fecha he tenido muchísima suerte"

Con el teletrabajo a la orden del día, y muchas personas pasando horas y horas sentadas frente a ordenadores y pantallas, a pesar de tratarse de un servicio muy novedoso, tras darse de alta en autónomos Carlos no tardó en abrirse un hueco en un mercado en el que la necesidad era más que evidente. “Sobre todo en personas mayores o para quienes, por compatibilidades horarias, niños, y otras circunstancias, no pueden salir con facilidad de sus casas”, asegura. 

Y es que el fisioterapeuta no tiene una sede oficial. Su patinete es su oficina, y trabaja en cualquier punto de la ciudad. Desde María de Huerva, Valdefierro o Santa Isabel, hasta el Casco Histórico, donde adentrarse con un vehículo de cuatro ruedas resultaba toda una locura. “En Cáceres no hay problema, pero aquí era impensable. Primero pensé ir en bicicleta, pero el patinete eléctrico me resultó más sencillo de adaptar a mis necesidades”, prosigue.

Carlos Sánchez, el fisio sobre ruedas, en pleno trabajo con un paciente sobre la camilla que transporta en patinete.
Carlos Sánchez, el fisio sobre ruedas, en pleno trabajo con un paciente sobre la camilla que transporta en patinete.
HA

Además del patinete, con el que ya ha recorrido más de 4.000 kilómetros -tiene dos, uno de repuesto por si no le da la batería-, lleva su camilla, cremas y resto de materiales necesarios. “En total llevo unos 12 o 13 kilos de peso conmigo. Menos mal que soy deportista”, bromea. Por eso, es imprescindible organizar sus rutas, algo que le permite la flexibilidad de sus pacientes: “A la gente no le suele importar adaptarse porque están en casa, y para mí es muy fácil trazar trayectos para optimizar la ruta”.

El fisioterapeuta nómada

Al principio llevaba la camilla junto al manillar, apoyada en el suelo, lo que le valió una sanción, por lo que tuvo que repensar la forma en la que transportaba su elemento fundamental de trabajo por lo que se vio obligado a desarrollar su propio sistema de camilla portátil. Así, empezó con unas asas adquiridas en Amazon que cosió de manera artesanal a la funda. “Hace poco compré una mochila de sulfatadora, que lleva soporte lumbar; la llevé a un zapatero y mejoré el modelo. Ahora voy mucho más cómodo”, asegura.

A su espalda, porta un letrero con sus datos, número de teléfono y de colegiado, importante; asegura, para la gente que lo llama. “Las redes sociales son secundarias, mis pacientes son más bien mayores. Me buscan en Google, donde las buenas referencias han funcionado por sí solas, la verdad es que estoy muy contento”, afirma.

Asegura que una de las preguntas más frecuentes de sus pacientes es: “¿Por qué te complicas? Si tuvieras tu clínica, yo iría”, a lo que la respuesta que tiene es sencilla. “Es un formato que me encanta, pero que no es para cualquiera. Al final, cada día entro en casas ajenas, no sabes dónde te metes, pero reconozco que hasta la fecha he tenido muchísima suerte. Hoy no lo cambiaría por nada del mundo, no me imagino haciendo otra cosa”, afirma.

 

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