Wilco se conjura y vence a los elementos ante 2.500 seguidores en el parque Grande

La banda de Jeff Tweedy, lastrada por la ausencia por covid de su guitarrista, repasa sus casi tres décadas de excelencia.

En imágenes | Concierto de Wilco en Zaragoza
Wilco, con Jeff Tweedy al mando, al inicio del concierto de anoche en el Jardín de Invierno
José Miguel Marco

Ni la amenaza de lluvia que pronosticaron los meteorólogos ni la baja de última hora por positivo en covid de Nels Cline, el guitarra solista, lograron minimizar la leyenda de Wilco en la tercera comparecencia de su historia en Zaragoza -las dos primeras acaecieron en 2005 y 2007 en la sala Oasis-.

La grandeza de su repertorio es tan indestructible y el talento, el carisma y el oficio de su líder Jeff Tweedy tan incuestionables, que el concierto que se celebró en el Jardín de Invierno del parque Grande dentro del ciclo ‘Música al raso’ constituyó un acontecimiento de primer nivel emocional y musical para los 2.500 asistentes.

No era un contratiempo menor la ausencia de Cline -anunciada en la víspera en San Sebastián, el punto de arranque de esta gira española pospuesta en dos ocasiones precisamente por la pandemia-, un baluarte en la arquitectura sonora de la formación desde su incorporación en 2004. "Nuestro maravilloso compadre no estará esta noche, pero nunca dejaría que el ‘show’ se derrumbara", pronunció Tweedy.

Una dolorosa amputación que obligó a remozar el ‘setlist’ y a alterar los equilibrios internos del sexteto reconvertido en quinteto. Un desafío mayúsculo que hubiera arredrado a muchos, pero al que Tweedy y sus secuaces respondieron con la fiereza y audacia necesarias. A grandes males, todavía más grandes remedios. Glenn Kotchke (batería), Mikael Jorgensen (sintetizadores y efectos), John Stirratt (bajo) y esa navaja suiza polifuncional llamada Pat Sansone -que alternó teclados y guitarra en el día de su 53º cumpleaños-, se conjuraron con el genio de Chicago para taponar la hemorragia.

De menos a más

El recital, que acarició las dos horas de duración, transitó de menos a más en cuanto a intensidad y se coció a fuego lento. Comenzó a gatear con medios tiempos, con dos canciones del reciente nuevo disco, ‘I am my mother’ y ‘Cruel country’, y, a partir de allí, la escalada fue gradual gracias al auxilio de gemas pretéritas. Especialmente socorrido fue el icónico ‘Yankee Hotel Foxtrot’, del que rescató ‘I am trying to break your heart’, ‘Poor places’, ‘War on war’, ‘Jesus, Etc’, ‘Heavy metal drummer’ y ‘I’m the man who loves you’.

Y es que, pese al contratiempo con su alineación titular, apostar por Wilco es hacerlo sobre seguro. Historia viva de la música alternativa americana desde mediados de los 90, Tweedy ha construido una discografía monumental, digna de una leyenda con la persistencia del obrero. Un itinerario de 12 álbumes de estudio que repasó este revolucionario que se empeña en demostrar y reivindicar que el rock no es un embalse de aguas estancadas, sino un lienzo en blanco para la experimentación y el riesgo, en la mayoría de ocasiones con resultados felices y, en otras, las menos, tibios, nunca mediocres. Parco en palabras y oculto bajo su sombrero, Tweedy habló a golpe de guiños sonoros, como su regreso al pasado con ‘Box full of letters’ de su elepé de debut, ‘A.M.’, o sus revisitas al eterno ‘A ghost is born’ con ‘Hummingbird’, ‘At least that’s what you said’ y los dos últimos y gloriosos bises, ‘I’m a wheel’ y ‘The late greats’.

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