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'Pleno empleo' en las viejas estaciones de bus catorce años después de su cierre

Las cocheras de Conda alojarán un taller mecánico. Todas las instalaciones estarán ocupadas por primera vez desde que abrió la estación de Delicias.

El local de Conda Autobuses, un vecino histórico de la avenida de Navarra, cambió de cara esta semana.
El antiguo local de Autobuses Conda, un vecino histórico de la avenida de Navarra, cambió de cara esta semana.
A. M. B.

A las 11.30 de este miércoles desaparecía de la avenida de Navarra el letrero de Autobuses Conda, un vecino de toda la vida que tras el cierre de las cocheras en mayo de 2007, cuando los servicios de viajeros se centralizaron en la estación de Delicias, venía degradándose sin remedio. El inmueble de la empresa navarra es el último en colocarse en un mercado inmobiliario, el de los grandes locales diáfanos, que no siempre es tan dinámico como cabría desear. De hecho, es la primera vez en casi tres lustros que las seis instalaciones que se repartían los pasajeros en Zaragoza van a tener uso de forma simultánea.

El espacio de la estación de Conda lo completará un taller mecánico, precisamente el mismo negocio de su local vecino, también en el hueco de las antiguas cocheras. Los 14 años y cinco meses que han transcurrido tras la clausura dan cuenta de que 'colocar' un inmueble de estas características no es tarea sencilla. "Hay pocos clientes que demandan este tipo de propiedades, tan grandes y diáfanas. Aunque también es cierto que hay pocos locales de este tipo, lo que hace que ganen valor. Es una buena señal económica que haya demanda en este sentido, sobre todo para negocios como concesionarios, gimnasios, garajes...", resumen desde GTI Zaragoza, la asesoría inmobiliaria encargada durante varios años de alquilar o traspasar la antigua estación, instalada entre los números 77 y 81 de la principal arteria de Delicias, donde precisamente se acaba de cerrar otra importante operación inmobiliaria con la adquisición por parte de una empresa de inversiones de un chaflán de 2.650 metros cuadrados a cambio de tres millones de euros.

Antes del lavado de cara de la terminal que conectaba con la comunidad foral hubo otros, algunos de ellos de lo más variado. Que se lo digan a los vecinos de Lacarra de Miguel, que convivieron durante años con las idas y venidas de los autobuses de Therpasa. El espacio ahora está dividido en dos: por un lado se encuentra una escuela de repostería y panadería y por el otro, un centro de masajes basados en la medicina tradicional china. Este último tiene una estética tan mimada que no invita a pensar en la anterior actividad.

El centro de masajes de Lacarra de Miguel no invita a pensar en el trajín de una estación.
El centro de masajes de Lacarra de Miguel no invita a pensar en el trajín de una estación.
HERALDO

El impulsor del proyecto, propietario de otros dos centros similares en Kuala Lumpur y Penang (Malasia), confió al arquitecto Jaime Magén la transformación de una instalación tan tosca y desgastada en un lugar en el que prima la tranquilidad. "El proceso es exigente, porque son dos conceptos muy distintos. Se pasa de un entorno abierto, diáfano, a otro más cerrado, discreto e íntimo y compartimentado", cuenta el zaragozano, quien considera como uno de los principales hitos el aprovechamiento del lucernario longitudinal -habitual en las terminales-. "Ofrece la posibilidad de tener una luz natural potente, pero en este caso no era necesaria en todas las estancias, por eso instalamos una pérgola de cobre perforado como la de la fachada, con la que también se filtran las vistas desde el patio de vecinos", matiza.

Otra de las exigencias de las antiguas estaciones es la de compartimentarlas. "Había que dotar al espacio resultante de un carácter más íntimo, para lo que se usó yeso laminado. Con este proceso cambiamos el carácter industrial por la idea que planteó el promotor, que tuvo claro que quería todo lo contrario a lo que había antes", concluye el arquitecto.

El gimnasio es el rey

Algunos de los antiguos emplazamientos se vendieron o alquilaron relativamente rápido. La primera en encontrar una salida fue la estación de Juan Pablo Bonet, 13-15, que no tardó mucho en cambiar las líneas regulares de Autobuses Jiménez por los lineales de un supermercado. "Las cadenas de distribución pertenecen a ese tipo de operadores que necesitan locales tan grandes, lo mismo que los talleres o concesionarios", valora Fernando Baena, presidente de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (APIs) en Aragón.

El Simply de Juan Pablo Bonet ocupa el hueco que dejó Autobuses Jiménez.
El Simply de Juan Pablo Bonet ocupa el hueco que dejó Autobuses Jiménez.
Heraldo

Baena cree que, además del tamaño, uno de los principales factores que determinan lo apetitoso de un espacio así es su ubicación. "Evidentemente tienen menos salida que los locales de un tamaño más moderado, a los que se ajustan negocios de todo tipo. Pero al final siempre se encuentra acomodo para ellos ya que no hay demasiados de 3.000 metros cuadrados y, cuando un empresario quiere uno, no tiene mucho donde elegir", añade, al tiempo que recuerda que las viviendas, siempre que el suelo sea edificable, "son una salida clara para estos suelos".

En pisos se convirtió la terminal de Ágreda en el paseo de María Agustín. Tras un largo peregrinaje por la gerencia de Urbanismo -y algunas protestas vecinales por el proyecto original-, se levantaron diez viviendas en la entrada que daba a la calle de Elvira de Hidalgo. En la fachada que da a Hernán Cortés se da cobijo a uno de los usos predilectos en estos casos, el de gimnasio. 

El edificio ha sido demolido para construir un bloque de viviendas. Desde 1950, había sido la estación oficiosa de la capital aragonesa.
El edificio de Ágreda en el paseo de María Agustín fue demolido en 2013. Desde 1950 fue la estación oficiosa de la capital aragonesa.
TONI GALAN/ A PHOTO AGENCY

También en las instalaciones de Ágreda en la avenida de Valencia, una de las últimas en encontrar una ocupación, hay desde hace dos años un centro deportivo, que a su vez cuenta con un amplio aparcamiento gracias a las dimensiones de la antigua terminal. El recinto fue uno de los últimos en levantar de nuevo la persiana.

Muy cerca, entre las calles Castellví y Almagro, llegaban y marchaban los vehículos de Automóviles Zaragoza, se reparten el espacio los vehículos de FCC, que utiliza las cocheras a modo de cuartelillo para la zona Centro, y un centro de fisioterapia para deportistas que, unos años después, encontró su sitio en la zona de esperas y de despacho de taquillas.

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