zaragoza

La vecina de Las Fuentes sufrió cuchilladas por todo el cuerpo cuando intentaba defenderse

El juez ha recibido ya el avance de la autopsia, que habla de múltiples cortes y un posible forcejeo. El homicida, que sigue en la uci pero estable, fue diagnosticado hace tiempo de esquizofrenia.

Un vecino del bloque, emocionado, observa las flores y velas depositadas en recuerdo de Katia.
Un vecino del bloque, emocionado, observa las flores y velas depositadas en recuerdo de Katia.
Oliver Duch

El titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza ya ha recibido el informe preliminar de la autopsia practicada al cadáver de Katia Carolina A. B., la joven de 35 años asesinada la madrugada del pasado domingo en el barrio de Las Fuentes en un nuevo caso de violencia machista. Según ha podido saber HERALDO, la víctima presentaba múltiples heridas de arma blanca por todo el cuerpo, lo que apuntaría a un angustioso forcejeo con su agresor y expareja en un intento desesperado por salvar la vida. De hecho, varios de esos cortes estarían localizados en las manos y los brazos y los forenses los consideran heridas defensivas.

El crimen de la nicaragüense, originaria de la localidad de El Viejo, en la provincia de Chinandega, se produjo sobre las 00.45 en un quinto piso del número 31 de la calle de Leopoldo Romero. Se trata del domicilio del agresor, Rubén C.R., de 31 años y sobre el que pesaba una orden de alejamiento por maltrato. Pese a las múltiples advertencias del padre del presunto asesino, con el que la víctima se cruzó varios mensajes de Whatsapp en los que le recordaba el riesgo que asumía, Katia Carolina decidió acudir a la vivienda. Y, por desgracia, los peores presagios se cumplieron.

Las primeras pesquisas indican que Rubén C.R. se valió de un cuchillo de cocina para atacar y causar numerosos cortes a la que había sido su pareja, a la que encontraron después desangrada sobre el suelo del pequeño piso. Tras el crimen, el hombre se encaramó al balcón e intentó suicidarse arrojándose al vacío. Sin embargo, cayó sobre una furgoneta blanca que estaba aparcada en la calle y amortiguó el impacto, hasta el punto de quedar visiblemente deformada. Tras recibir una primera asistencia in situ, sobre la calzada, fue trasladado de urgencia a la uci de Traumatología del Hospital Miguel Servet, donde ayer continuaba ingresado. Según fuentes sanitarias, su estado es «estable dentro de la gravedad».

Las graves lesiones que presenta el hombre han impedido tomarle hasta ahora declaración, pero permanece custodiado por la Policía Nacional como presunto autor del asesinato de la Carolina A. B., quien llevaba siete años en España y tenía un hijo de 12 en Nicaragua. Habrá que espera a ver cómo evoluciona el investigado, pero si su recuperación se demora, el juez encargado del caso podría llegar a dictar auto de prisión provisional antes de tomarle declaración.

Un posible brote psicótico

Según fuentes próximas a la investigación, Rubén C.R. fue diagnosticado hace bastante tiempo como esquizofrénico, pero parece que no tomaba la medicación con regularidad y, además, podría ser consumidor de drogas, lo que agravaría su condición. El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Aragón ya sabe de esta circunstancia y trata de averiguar si el investigado estaba afectado por un brote psicótico cuando se produjo el crimen. Los mensajes de texto y de audio que el hombre intercambió esa noche con su padre –al que también ha agredido en alguna ocasión y del que tenía una orden de alejamiento– podrían apuntalar esta hipótesis.

Los responsables de la investigación han podido leer y escuchar el material, que no resulta especialmente comprensible y evidenciaría un importante grado de excitación por su parte. Primero reprocha a su padre la pérdida de edificios y varios millones de dólares en Colombia, para terminar derivando la conversación hacia temáticas relacionadas con hechizos y santeros.

Como es lógico, cuando ingresó el pasado domingo en urgencia, el principal objetivo de los médicos fue estabilizar y salvar la vida de Rubén C.R., puesto que acababa de sobrevivir a una caída al vacío de aproximadamente doce metros. En cualquier caso, tendrán tiempo de someterlo después a distintas pruebas para comprobar si, efectivamente, podía tener sus facultades cognitivas y volitivas alteradas cuando atacó con el cuchillo a su expareja. Los análisis de sangre y orina probarán también si había tomado alguna droga antes de acuchillar a su expareja.

Repatriación del cuerpo

Katia tenía un primo y una prima como único apoyo familiar en la capital aragonesa. La intención de sus allegados es repatriar los restos mortales a Nicaragua para poder enterrarla en su país natal, un cometido para el que han pedido ayuda a la comunidad de compatriotas en Zaragoza. Precisamente, las banderas azules y blancas del país centroamericano estuvieron muy presentes en la concentración de repulsa del homicidio y en recuerdo de Katia que se celebró en la tarde del domingo en el barrio de Las Fuentes, muy cerca del edificio donde murió asesinada.

El hermano está en la cárcel por agredir y violar a otra mujer

El hermano del agresor está en prisión desde septiembre. J. M. C. R. fue detenido, tras una búsqueda de tres semanas, como presunto autor de una brutal agresión sexual a una mujer a la que abandonó inconsciente en un descampado en Valdespartera. Al parecer, el ahora preso la recogió en el Gancho tras contratar un servicio sexual y la llevó a su piso. Allí le exigió unos servicios diferentes a los contratados. Cuando ella se negó, reaccionó atacándola violentamente.

El varón la sometió mediante amenazas de muerte, golpeándola con gran fuerza y asiéndola con ambas manos del cuello para asfixiarla hasta provocarle la pérdida del conocimiento. Tras ello, la violó repetidamente. Finalmente, el agresor decidió trasladarla a un punto de la carretera N-330 donde la abandonó a su suerte.

El sistema de seguimiento nunca apreció «nivel de riesgo alto»

Algo falla en la lucha contra la violencia machista y «es necesario hacer cambios». Así lo expresó ayer la delegada del Gobierno, Pilar Alegría, tras el minuto de silencio que se guardó a las puertas de la institución por el asesinato de Katia. La mujer fue acuchillada en la madrugada del domingo por su expareja, a la que ya había denunciado anteriormente. La mató en el inmueble en el que él vivía pese a que una orden de alejamiento le impedía acercarse a ella.

El caso tenía actualmente la etiqueta de «bajo riesgo», según la valoración de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía, que determina el nivel de peligrosidad al que está expuesta cada mujer en función de distintos parámetros. La calificación del riesgo evoluciona de la mano de la situación de las dos partes. Pero, en cualquier caso el sistema VioGén nunca valoró la situación de Katia más allá de un peligro de nivel «medio».

En estos dos niveles, los funcionarios están disponibles telefónicamente y ayudan a las mujeres en asuntos de tipo judicial. Solo cuando el sistema percibe una problemática «alta» o de «riesgo extremo» se multiplican las herramientas, con llamadas y visitas periódicas al domicilio y hasta el acompañamiento constante de una patrulla de Seguridad Ciudadana en el propio domicilio en los casos más flagrantes. Unas medidas que no se consideraron necesarias para proteger a Katia, que deja un hijo huérfano de madre en su país natal, Nicaragua.

Tomar «conciencia adecuada»

La víctima acudió de forma voluntaria al domicilio del agresor, según se desprende de los mensajes que la mujer intercambió con el padre del detenido. A juicio de Santiago José Boira, presidente de los psicólogos aragoneses y director del máster en Relaciones de Género de la Universidad de Zaragoza, «en ocasiones, como puede ser el caso, se generan situaciones de dependencia impulsadas por dinámicas violentas».

«La propia violencia –aduce el experto–, hace que no se tome conciencia adecuada. La dinámica de la violencia lleva aparejado el maltrato psicológico, el engaño, ante el que es fundamental que la víctima busque recursos y ayuda profesional, ya sea en la casa de la mujer o el IAM. Que busque ayuda para desenmascarar al agresor o posible agresor».

Boira pone el acento en «muchos comportamientos que, aunque podrían parecer normales, sl final son señales de peligro de muerte, de riesgo de asesinato, sobre todo cuando se quiere romper una relación y la otra parte actúa con posesividad».

En cualquier caso, el psicólogo recuerda que «no hay un perfil concreto de maltratador» y que «es importante que la sociedad ponga el foco en él y no en la víctima». «Lo que hay que mejorar es el seguimiento del agresor, más que de la víctima, para que no delinca», concluye.

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