zaragoza

Los forenses no detectan patología alguna al acusado de incendiar la casa de su ex en Zaragoza

La Audiencia de Zaragoza declaró ayer el juicio visto para sentencia. Manuel Ortiz utilizó su derecho a la última palabra para volver a declararse inocente, pero las acusaciones le piden una pena de hasta 29 años

Las acusaciones están convencidas de que el procesado se aprovechó de que la ventana del salón estaba abierta para provocar el fuego.
Las acusaciones están convencidas de que el procesado se aprovechó de que la ventana del salón estaba abierta para provocar el fuego.
Toni Galán

La Audiencia de Zaragoza dio por concluido este miércoles el juicio contra Manuel Ortiz López por el incendio de la casa de su expareja en Torrero, hechos que se produjeron en la madrugada del 22 de agosto de 2018 y que pudieron haber costado la vida tanto de esta mujer como de sus dos hijos, de 9 y 5 años, ya que los tres dormían tranquilamente cuando se iniciaron las llamas en el salón. Haciendo uso de su derecho a la última palabra, el acusado volvió a negar la autoría del fuego y pidió perdón por los mensajes de Whatsapp que envió aquella misma noche y al día siguiente diciendo cosas como: «La he quemado viva», «le he echado bolas de petroball» o «lo planeé bien». Según el procesado, lo hizo solo «por vacilar».

Pero las disculpas no tuvieron ningún efecto ni en la representante de la Fiscalía ni en la acusación particular, que ejerce la letrada Laura Vela en nombre de Tamara, la excompañera del acusado. De hecho, ambas mantuvieron sus calificaciones iniciales y solicitaron penas de 24 y 29 años de prisión, respectivamente. La primera, porque entiende que este hombre es autor de un delito de incendio, tres de lesiones y uno de quebrantamiento de condena, ya que tenía prohibido por sentencia judicial acercarse a la vivienda siniestrada. Sin embargo, la abogada de la víctima considera que los hechos constituyen un delito de homicidio en grado de tentativa en concurso medial con un delito de incendio con riesgo para las personas y otros dos delitos de lesiones –por las quemaduras y la intoxicación que sufrieron los niños–, además del quebrantamiento.

Tras tres días de juicio, la defensa, a cargo del abogado Óscar Espinosa, insistió en que no hay pruebas que permitan condenar a su cliente, para el que solicitó la absolución. Ni siquiera cree que cometiera el delito de quebrantamiento, ya que Manuel Ortiz declaró que fue a una plaza próxima «a pillar» (droga) pero no se acercó a casa de su expareja.

El tribunal reservó para la última sesión de la vista la comparecencia de los forenses, que descartaron que el procesado sufra algún tipo de patología psiquiátrica. Los especialistas tampoco creen que este actuara afectado por las drogas, porque aunque en la prueba de cabello que le hicieron un mes después de los hechos dio positivo en cannabis, no consideran que sea un drogadicto habitual.

Lo único que dijeron los médicos es que el acusado sufre un leve problema de control de impulsos. A este respecto, la acusación particular aprovechó su informe para insistir en que este fue un incendio planificado. Es más, recordó que, basándose en las pruebas obtenidas, el Grupo de Homicidios llegó a la conclusión de que el verdadero objetivo de Manuel Ortiz era acabar con la vida de su expareja. Según los forenses, a esta sí le ha quedado como secuela un grave estrés postraumático.

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