Superado el coronavirus: "Parece que he salido de un mal sueño"

Maite Fernández superó el coronavirus hace semanas y no necesitó hospitalización.

Inés Escario
Coronavirus.
Coronavirus.
Pixabay

Hace ya semanas que Maite Fernández superó el coronavirus y por fin puede decir que ha salido de un "mal sueño". Su caso no requirió de hospitalización, pero todavía recuerda con cierta sorpresa la rapidez con la que el virus ataca "directo a los pulmones".

Los primeros síntomas de esta zaragozana de 52 años, vigilante de seguridad en el aeropuerto de la capital aragonesa, coincidieron con el anuncio de Pedro Sánchez de que el estado de alarma se produciría 24 horas después.

Ese viernes 13 de marzo, que sin duda quedará grabado en el recuerdo de tantos, ella se encontraba un poco mal y decidió quedarse en casa; se tomó un paracetamol y cerró los ojos pensando que al día siguiente estaría mejor. Pero la noche fue horrorosa.

"Noté que me dolía la garganta, la boca por dentro, los oídos y los ojos. Pensé que tenía meningitis", relata al otro lado del teléfono en una entrevista con Efe.

Ese sábado, la mucosidad, las flemas amarillas y los bronquios cargados en cuestión de horas le hicieron preocuparse, sobre todo, porque ya sabía lo que es pasar una bronquitis; y era justo lo que estaba sintiendo.

Tras una treintena de intentos, logró contactar con el servicio telefónico de asistencia sanitaria, aunque en un primer momento no se le consideró sospechosa de padecer la enfermedad, al no haber estado en contacto con una cadena de contagio.

El domingo 15 de marzo lo pasó con hasta 39,5 grados de fiebre y el lunes, después de avisar en el trabajo, acudió a su cita médica. Nada más entrar, la trasladaron a una zona especial habilitada con cortinas y medidas de protección, donde escuchó cómo otros pacientes compartían su misma impresión: "Se baja súper rápido a los pulmones".

Ya con un diagnóstico que apuntaba a la covid-19, aunque sin prueba, Maite volvió a casa, en la zona de San Pablo, con su parte de baja y sus medicamentos bajo el brazo, dispuesta a comenzar su "doble" confinamiento, con síntomas que le duraron unas dos semanas.

Aunque no estaba sola en casa, Noah, su perra, la acompañó. Como la hija de Maite no vive en Zaragoza, la red de apoyo de El Gancho se ha ocupado de que al animal, mezcla de pastor alemán, no le faltaran sus paseos durante la convalecencia de su dueña.

"Estaba deseando poder volver a sacarla e incluso ir a comprar. Fíjate tú qué poco...", señala con la felicidad de haber superado bien la enfermedad y, sobre todo, de no haber contagiado a sus padres, a los que vio el día anterior de comenzar a encontrarse mal.

Justo después de unos días de trabajo en los que no los había podido visitar, tomó un café con su padre y disfrutó de una tarde libre con su madre. Fue una jornada antes de sus primeras toses y cuando aquello del coronavirus "parecía tan lejano".

Así que, para ella, lo más duro de su cuarentena fue pensar que podría haber transmitido el virus a su padre y, sobre todo, a su madre, población de especial riesgo: "Me sentía muy mal y culpable. Igual nos salvó estar en una terraza".

Día a día llamaba para asegurarse de que su madre estaba sana y, ahora, ya puede recordar con alivio ese "mal sueño" del que, "dentro de lo malo", ha despertado contenta al comprobar que los suyos están bien. 

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