Coronavirus en Aragón: lo que el futuro nos depara, por Nacho de Blas

Cuando empezó la epidemia de Covid-19 en China, la preocupación de los ciudadanos y de los gobernantes del resto del mundo era que la enfermedad no llegara a sus países. Era el momento del cierre de fronteras y de mantener en cuarentena a los pacientes sospechosos.

Cuando el Covid-19 se transformó en una pandemia, afectando a casi todos los países, la preocupación fue "aplanar la curva" instaurando medidas de distanciamiento social para intentar evitar el colapso del sistema nacional de salud.

Ahora que empezamos a atisbar el fin de la epidemia ya hablamos del fin del confinamiento, de la apertura de negocios y de la vuelta al colegio.

Pero deben saber que las epidemias evolucionan formando ondas, y esto nos sitúa ante tres posibles escenarios. El primero es que la onda primaria haya afectado a gran parte de la población y que no haya una onda secundaria relevante (muy probablemente el caso de Italia y España). El segundo escenario es que la onda primaria se haya contenido parcialmente y que aparezca una onda secundaria de similar intensidad tras el verano, y se necesite volver a aplicar medidas de control. Y la tercera posibilidad es que la onda primaria haya sido controlada de forma eficiente, de forma que es esperable una onda epidémica secundaria de gran intensidad cuando se relajen las medidas preventivas adoptadas.

Este es el momento de prepararse para un futuro incierto. No depositen sus esperanzas en una posible vacuna. Debemos aprovisionarnos de suficientes equipos de protección individual, los famosos EPI (mascarillas, guantes, batas...), potenciar y coordinar una red de laboratorios de diagnóstico y sobre todo preparar los hospitales para una segunda embestida. Si no llega una onda secundaria, al menos estaremos un poco mejor preparados para la próxima pandemia.