La vida en tiempos de pandemia: Llegar tarde a una pandemia

Gervasio Sánchez revela, apoyado por el testimonio de un médico de Urgencias y el de un ejecutivo del sector sanitario, cómo los políticos han errado al retrasar la toma de decisiones para hacer frente a esta crisis.

Un empleado funerario, ayer en el cementerio Jardín de Alcalá de Henares.
Un empleado funerario, ayer en el cementerio Jardín de Alcalá de Henares.
Chema Moya/EFE

Todos los gobiernos han llegado tarde al coronavirus. Empezando por el de China, continuando por los de Italia o España. Y siguiendo por los de Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos. Gobiernos autoritarios, de coalición de centro-izquierda, de derechas. Gobiernos del norte o del sur. No importa el color político o su perfil ideológico. Ni siquiera la forma de articular su discurso público.

Lo que sí ha habido son diferentes estrategias para paliar sus efectos. Unas han fracasado, incapaces de poner freno al contagio, y sus responsables han tenido que asumir que el número de muertos es impredecible. Otras han funcionado como la de Corea del Sur o Singapur y han frenado la letalidad.

Todo ha ocurrido muy rápido. Este miércoles hace un mes que se detectó el primer caso en Madrid. Entonces los casos repartidos por diferentes ciudades españoles sumaban siete. En un mes estamos ante la debacle con 514 fallecidos en 24 horas, uno cada menos de tres minutos, y miles de nuevos contagiados.

El presidente Pedro Sánchez dijo algo cierto: "Con lo que sabemos hoy no hubiéramos actuado así ayer". Pero también es verdad que los responsables políticos se deben rodear de los mejores expertos y tomar decisiones drásticas cuando son necesarias. Sin paliativos. Sin medir el impacto político. Sin miedo escénico.

Ha habido comunidades que han decretado el cierre de la actividad escolar antes de que lo hiciera el Gobierno central. Ha habido ciudades como Igualada que fue cerrada en cuanto sumaron tres muertos y unas decenas de contagios, y hoy el brote está controlado, según fuentes médicas. Hay comunidades como la Región de Murcia o Cataluña que querían cerrar a cal y canto el país. Hay preguntas polémicas: ¿se debió cerrar la Comunidad de Madrid? ¿O zonas de Álava y La Rioja?

Un importante ejecutivo de una gran empresa vinculada al mundo sanitario lo aclara sin tapujos: "Era obligatorio cerrar Madrid. En cambio, se permitió que decenas de miles de madrileños se trasladasen a sus segundas viviendas en la costa. Los tres primeros casos de un hospital importante de la costa valenciana fueron un psiquiatra y su ayudante llegados de Madrid y una chica valenciana que había ido el fin de semana a ver ‘El Rey León’ a la capital".

Era obligatorio cerrar Madrid. En cambio, se permitió que decenas de miles de madrileños se trasladasen a segundas residencias en la costa

Está en desacuerdo con utilizar la pandemia como arma arrojadiza en busca de un beneficio político, pero tiene muy claro que "el comité de expertos se tenía que haber activado hace tres semanas por lo menos y no hace tres días". Considera que es lógico que en este tipo de emergencias haya discrepancias entre los expertos, pero "sí es importante discutir a fondo la estrategia a seguir y una vez decidida no dar bandazos".

Alemania

¿Por qué en Alemania está habiendo tan pocos muertos? "Llevan muchos días haciendo 100.000 pruebas de PCR (siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa) diarias que detecta el coronavirus con alta especificidad y sensibilidad y en las primeras fases de la infección respiratoria mientras que en España dudo que se hayan hecho más de 10.000", aclara el ejecutivo. "El Gobierno alemán empezó a tomar decisiones urgentes mucho antes que nosotros, hizo acopio de material sanitario necesario y organizó unos protocolos muy claros de actuación sanitaria", afirma.

Un médico del servicio de Urgencias que ha estado desde el minuto uno en uno de los hospitales madrileños con más casos de coronavirus, donde están muriendo entre 10 y 15 pacientes diarios, dice con una claridad supina: "Nos cogió en pelotas". Asegura que la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) denegaba hacer pruebas de sospechosos de coronavirus en la última semana de febrero salvo si venían de China. "Aunque se insistiese en que la persona provenía de Milán, zona de alto riesgo en aquellos días, las peticiones eran rechazadas de forma sistemáticamente", añade como si considerasen que "las consultas estaban provocadas por la psicosis de los médicos de urgencia".

Asegura que los servicios de Urgencias de los hospitales "llevaban advirtiendo de la crisis que se avecinaba desde finales de febrero". Quince días antes de que "todo reventase sabían que teníamos el virus entre nosotros", pero sus respuestas eran infantiles: "No cuestiones lo que te estoy diciendo", recuerda con tristeza.

"Hola, soy el coronavirus. He llegado a contagiar. ¿Eso esperaban? Me parece irresponsable que no hayan analizado las consecuencias de un virus tan contagioso cuando vivimos en un mundo globalizado", explica. Se queja de las altas que se están dando sin la certeza de una cura total: "Son personas que han evolucionado positivamente y se van a sus casas sin que nos planteemos si podrán infectar o recaer. Además, un porcentaje de pacientes curados podrían volver a desarrollar la enfermedad".

Lleva tres semanas tratando solo casos de coronavirus y "parece que han pasado tres meses". Trata 20 casos graves de coronavirus diarios. "Estamos obligando a los pacientes a permanecer de tres o cuatro horas tumbados bocabajo porque mejora su saturación de oxígeno hasta 4%", explica.

Algunos medicamentos utilizados en Corea del Sur como Kaletra, un antirretroviral empleado contra el VIH-Sida, tiene efectos sobre el nuevo coronavirus y mejora la neumonía. El paciente debe dar el consentimiento oral para el uso de este remedio. "Pero la gravedad obliga a romper el protocolo, dárselo y luego preguntárselo al paciente", dice.

El Dolquine, sulfato de hidroxicloroquina que pertenece al grupo de medicamentos denominados antipalúdicos y que estaba en desuso, "va fenomenal y lo incluimos como medicación para todos los pacientes". El Interferon Beta, una clase de medicamentos llamados inmunomoduladores, también se está usando como un potenciador del sistema inmunitario para mantener "la homeostasis o equilibrio interno frente a agresiones externas".

Un hospital desbordado

Su hospital está desbordado desde hace dos semanas. Las tasas de ingresos con neumonía bilateral son muy elevadas. Se han tenido que habilitar y llenar de pacientes hasta las salas de espera de los familiares.

"La fotografía del hospital es terrible. Hay un silencio sepulcral. No hay sonrisas ni se hacen bromas. Es alucinante. Echo de menos abrazar a mis compañeros. No me he ido ningún día a casa sin ver a algún compañero llorar. Nunca", cuenta desarmado.

No me he ido ningún día a casa sin ver a algún compañero llorar. Nunca

El hospital ha organizado un equipo de psicólogos y psiquiatras. "Necesitamos gestionar el miedo y la incertidumbre ante la virulencia del virus. El cansancio, la angustia y la ansiedad representan un cóctel brutal a la hora de trabajar. Estamos destrozados por la mezcla del cansancio físico y psíquico y no saber hasta cuándo puede durar esta emergencia", confiesa. Lo que más le angustia "es impedir a los familiares que den su último adiós a sus seres queridos y tener que comunicar la noticia de la muerte a personas que se están preguntando si también están infectados".

Se pone cada seis horas el termómetro "rogando estar sana para seguir trabajando". Insiste en que el personal médico no está preparado para lo que llama "medicina de guerra", aunque lo más satisfactorio es ver a todo el mundo "remangado como si no hubiera jefes, adjuntos o residentes".

Desde hace muchos años algunos médicos reivindican crear la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias, como existe en la mayoría de países europeos. El personal especializado tendría conocimientos de cómo trabajar durante epidemias, catástrofes, grandes contaminaciones e intoxicaciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda esta especialidad porque "es parte imprescindible de la prestación de servicios de salud y se podría evitar en el mundo millones de muertes y discapacidades". Ojalá esta crisis virulenta sirva para crearla.

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