zaragoza

Una obra que servirá para volver junto a los vecinos de toda una vida

Los residentes de Balsas de Ebro Viejo denuncian la degradación y falta de accesibilidad de los antiguos edificios y esperan que se lleve a cabo su rehabilitación integral.

Pedro Galindo, presidente de la comunidad de vecinos de Peña Oroel 13, que espera su reforma.
Pedro Galindo, presidente de la comunidad de vecinos de Peña Oroel 13, que espera su reforma.
Francisco Jiménez

"Cuando llegué a Balsas de Ebro Viejo solo tenía dos años y ahora tengo 52. Desde entonces, la ciudad y el barrio han cambiado mucho". Pedro Galindo, presidente de la comunidad de vecinos del edificio situado en el número 13 de la calle de Peña Oroel, en el Picarral, recuerda cómo ha sido su vida en este grupo sindical. Su infancia, según asegura, transcurrió como la de cualquier otro niño de "pueblo". Vivir en Balsas de Ebro Viejo suponía entonces sentirse parte de algo, de una "comunidad". "Cuando era pequeño bajaba con mi hermano a jugar a la calle y todos los vecinos sabían quién era", cuenta Galindo.

Desde entonces, el panorama ha cambiado, y lo que era una urbanización situada a las afueras de una ciudad en plena expansión, se convirtió con el tiempo en parte del corazón de Zaragoza, a escasos diez minutos del centro. Sus padres se mudaron a la capital aragonesa desde la pequeña localidad navarra de Fustiñana y estuvieron viviendo un año de alquiler hasta que consiguieron un piso de protección oficial en Balsas. Desde entonces, su familia ha permanecido medio siglo entre las mismas paredes y han sido testigos de cómo el barrio iba poco a poco perdiendo su esencia, que hora los vecinos luchan por recuperar.

"Al principio casi no había coches y las calles estaban sin asfaltar –enfatiza–, pero fue mejorando gracias a la lucha vecinal y se estaba muy bien en Balsas". Sin embargo, denuncia Galindo, "las viviendas se han ido quedando antiguas y no se ha actuado en las zonas verdes ni en los equipamientos". El principal problema del edificio que preside –como el de tantos otros– está en la falta de accesibilidad. "Vivimos en un bajo pero hay que subir siete escalones y mi madre no puede ni hacer eso, ahora va en silla de ruedas", lamenta este vecino. "El ascensor es mucho más que un lujo, es una necesidad para los vecinos del barrio, que son muy mayores", defiende.

No obstante, las noticias son positivas y parece que la difícil situación que atraviesa su familia está cerca de tener un buen desenlace. El edificio que preside Galindo ha sido uno de los beneficiarios de las últimas Ayudas a la Rehabilitación concedidas por Zaragoza Vivienda, con 15.000 euros para cada uno de sus diez pisos. Además, a su madre, de 88 años y con un 76% de grado de minusvalía, le han proporcionado una segunda ayuda de 6.000 euros.

Con los 150.000 euros de estas ayudas a los residentes sumados a un crédito a nombre de la comunidad, el inmueble de Peña Oroel 13 podrá someterse a una rehabilitación integral que, además de servir para modernizarlo y mejorar su eficiencia energética, cumplirá la principal demanda de los vecinos: por fin tendrán ascensor.

Aparte de este edificio, el Gobierno de Zaragoza aprobó el mes pasado la elaboración del estudio detalle para las obras de rehabilitación en Valle de Oza 5 y 13-15 y Valle de Gistaín 4-6.

ESTADO DE LOS INTERIORES DE BALSAS DEL EBRO VIEJO / 14-03-2020 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
El número 2 de Peña Oroel ha sido totalmente reformado y ya cuenta con un ascensor exterior.
Francisco Jiménez

Además, hay otros vecinos que ya han contemplado cómo el sueño de la reforma se convertía en una realidad. Solo a unos pocos pasos de distancia del domicilio de Pedro Galindo, en el número 2 de Peña Oroel, hay un inmueble que ya luce su flamante ascensor exterior. Según cuenta Cristina Cabello, una de las arquitectas que lleva a cabo estos proyectos, esta obra de rehabilitación fue pionera en Balsas de Ebro Viejo y ha servido para mejorar de manera innegable la calidad de vida de los residentes y el ahorro energético. El precio de los trabajos, se financiaron en un 80% gracias a las ayudas concedidas por el Ayuntamiento en 2017, asciende a los 300.000 euros. "Tras las obras los vecinos pueden llegar a ahorrar 50 euros al mes en las facturas de gas", apunta Cabello.

Mientras todo esto también llega al resto de inmuebles, Galindo y su familia han tenido que mudarse a otro piso compatible con los problemas de movilidad de su madre. "Mi hermano y yo hemos alquilado una casa y ella está viviendo con nosotros a la espera de que se hagan las obras y pueda volver a su barrio –explica–. Es lo único que quiere, volver con la gente que conoce desde hace toda una vida".

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