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  • Esperanza Pamplona

Quemar contenedores

Estado en el que quedó la zona de contenedores quemada en la calle de Almagro.
Estado en el que quedó la zona de contenedores quemada en la calle de Almagro.
Heraldo

El goteo de contenedores quemados en Zaragoza no cesa. Es un fenómeno extraño que no se produce en otras ciudades. Es un acto de vandalismo, que va más allá de la simple gamberrada porque resulta peligroso para las personas y acaba dañando otros bienes, como coches, motos o comercios.

Este tipo de acciones conllevan el más absoluto desprecio por la sociedad, la ciudad y las personas que rodean a sus autores. Eso sin tener en cuenta el gasto que supone para las arcas municipales y que acabamos pagando todos. Cada contenedor cuesta entre 800 y 1.800 euros, y son cientos los que se prenden cada año en Zaragoza. Soterrarlos sería la solución, pero es caro y complicado.

A veces quienes cometen estos actos son enfermos mentales, pirómanos presos de una compulsiva necesidad de prender fuego a algo y verlo arder. Pero en la mayoría de los casos es un acto de salvajismo contra la comunidad sin más. La nocturnidad implica cobardía. Y los hechos, una hostilidad hacia las propiedades comunes y privadas. Quiero pensar que esa conducta destructiva se terminaría escuchando a quienes la sufren. Personas que no pueden reponer el coche incendiado, que han pasado la noche en vela temiendo que las llamas quemasen su casa o que sencillamente no alcanzan a comprender por qué.

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