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Los últimos adoquines del templo del ‘souvenir’

La calle de Alfonso I pierde uno de sus negocios de referencia, ‘El Mañico’, que cerrará el lunes 6 después de cincuenta años vendiendo recuerdos de la ciudad.

Un escaparate abigarrado, repleto de regalos y recuerdos de todo tamaño y forma. Un dependiente -ahora, dependienta- tras el mostrador, atento y paciente, que lo mismo despacha unas postales del puente de Piedra que indica a un turista despistado dónde cae el Tubo o La Seo. Y, claro está, un tropel de frutas de Aragón, cachirulos, adoquines y figuras de la Virgen apiladas en interminables estanterías aguardando la llegada de un comprador. La estampa diaria en ‘El mañico’, emblemática tienda de recuerdos de la calle de Alfonso I, santo y seña para los turistas en la capital aragonesa, ha cambiado poco durante el último medio siglo. Cincuenta años de historia en los que distintos miembros de la familia Cea han permanecido al pie del cañón y que darán carpetazo el próximo lunes 6, cuando la persiana del comercio baje para siempre.

Un negocio cuya ubicación no fue elegida al azar. "Mi padre (Luis Cea) era una persona muy emprendedora, con varias tiendas en su haber, pero también muy devoto de la Virgen del Pilar. Por eso se empeñó en abrir ’El mañico’ en la calle Alfonso, a un paso del Pilar, allá por 1970. En nuestra familia somos muy devotos, muchísimo", apunta Mercedes, sonriente, todavía sin terminar de asimilar que la jubilación le aguarda a sus 72 años.

La década de los setenta fue la del despegue del ‘souvenir’, el momento preciso de la historia en que todos los cuartos de estar empezaban a tener su televisión y, encima de ésta, se ganaban su hueco los toreros, las representaciones marianas, las giraldas y los pilares. "Entonces lo que más se vendían eran las Vírgenes y los baturricos. Se despachaban sin parar, todo el mundo los compraba para su casa o para regalarlos. Luego, con el paso de los años, los gustos han ido cambiando: imanes para la nevera, cucharillas con inscripciones propias de la ciudad, dedales, medallas de la Virgen o de la catedral... En los últimos años se han hecho populares los recuerdos con las letras de la ciudad, productos quizá más alejados de la religión", reconoce Mercedes.

La calle Alfonso I de Zaragoza pierde uno de sus negocios de referencia, 'El Mañico', que cerrará este lunes 6 de enero, después de 50 años vendiendo recuerdos de la ciudad

En ‘El mañico’ han sido proveedores de objetos de recuerdo y colección, pero también, rememora la tendera, se han convertido en embajadores improvisados: "Hemos recibido turistas de todo el mundo, europeos, chinos, de toda Sudamérica, rusos... y nos hemos hecho entender como buenamente hemos podido. Nunca hemos dejado de atender a nadie, aunque fuese por gestos, ¡y eso que nos han pedido de todo, desde direcciones o puntos de interés turístico hasta afeitadoras!", revive la propietaria entre risas.

Frutas de Aragón vs. adoquín

Sería imposible que Mercedes contestase a la pregunta de cuántas frutas de Aragón y cuántos adoquines ha vendido. Hablamos de miles y miles. Pero sí sale al paso cuando se le cuestiona por cuál de los dos siente especial inclinación: "Lo tengo claro, prefiero las frutas de Aragón, de vez en cuando, cuando estoy trabajando, me llevo una a la boca, ¡soy muy laminera!", revela.

Y podrá hacerlo durante toda su vida, ya que estos productos se han ido adaptado a las distintas dietas con el paso de los años: "Ahora las vendemos con y sin azúcar, igual que los adoquines, que antes venían en un único tamaño, el grande, y sin embargo ahora los hay más pequeños para que los niños puedan comerlos sin ningún problema".

Es casi lo único que ha cambiado en cinco décadas de negocio, cuyo letrero irá a parar a una peña de Peñaflor de la mano de un sobrino de Mercedes. "Lo que siempre ha sido igual es el cariño y la simpatía que los maños despertamos en los visitantes de otras regiones. Somos nobles y se nos quiere, nos lo transmiten siempre los turistas. El verano de la Expo, que fue una locura, nos lo decían a diario, igual que pasa durante las Fiestas del Pilar, cuando la tienda se pone de bote en bote", reconoce la vendedora antes de atender a una nueva clienta. "¡Qué pena que cerréis después de tantos años! ¿Y qué vas a hacer ahora?", le pregunta ésta. "Ya se verá, ya...", responde indecisa la zaragozana detrás de ‘El mañico’.

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