Por
  • Ángel Gracia

Barrio de Jesús

Comparsa de cabezudos en las fiestas del Barrio Jesús de Zaragoza.
Comparsa de cabezudos en las fiestas del Barrio Jesús de Zaragoza.
Raquel Labodía

Cruzo el Ebro todos los días. Voy al trabajo por el puente de Piedra y regreso a casa por el puente de Hierro. Según la simbología, los puentes son una transición de un estado a otro, así que yo me transformo diariamente. He vivido siempre entre el Picarral y el Arrabal, y hace tres años me trasladé con mi familia al Barrio de Jesús. Poco tiempo nos ha costado sentirnos felices en sus calles, aunque echamos en falta equipamientos deportivos y asistenciales, y sobre todo un nuevo Centro de Salud, todo ello reclamado hace tiempo por la Asociación de Vecinos. Somos más de dieciséis mil los censados, sin contar las familias que se están instalando en las novecientas nuevas viviendas de la ribera.

Este domingo se terminaron las fiestas, que tanto ha gozado nuestro hijo. Cabezudos, juegos, talleres, conciertos, ferias. En el Carrusel Moreno nos han visto girar y girar. Ahora toca regresar a la vida cotidiana, pero nosotros ya tenemos nuestros ritos. En el café Evohé pedimos el bizcocho de chocolate de Conchi. Después compramos en los comercios más próximos (imprescindible la carnicería Labuerda) y caminamos por el paseo Longares, saludando y dejando sin terminar capazos que durarán muchos años. Los días señalados los celebramos en el Antiguo Bar la Jota, donde Ignacio nos espera aunque lleguemos una hora antes. El Barrio de Jesús crece y poco a poco va llenando de vida los solares. Cuando yo era niño esta era una zona llena de acequias y de peligros. Ahora reside aquí todo mi futuro.

Ángel Gracia es poeta y narrador

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