patrimonio

El palacio zaragozano que ya solo es fachada

En la calle de Predicadores de la capital aragonesa se emplazaba el antiguo palacio de los duques de Villahermosa. Del edificio primitivo solo queda la fachada, considerada plenamente barroca urbana

En la calle de Predicadores de la capital aragonesa se emplazaba el antiguo palacio de los duques de Villahermosa. Del edificio primitivo solo queda la fachada, considerada plenamente barroca urbana

La apariencia de algunos edificios poco tiene que ver con su interior. A veces es una sorpresa. Puede ser el caso del que fuera palacio de los duques de Villahermosa, en Zaragoza. Aunque por dentro sea un centro educativo de principios de los ochenta (el Colegio Público Santo Domingo y aulas para mayores) por fuera se intuye barroco. “No queda más que la monumental fachada recayente a la calle de Predicadores”, señala el informe histórico artístico municipal.

Es de finales del siglo XVII y se considera la única muestra de fachada plenamente barroca de los palacios zaragozanos. Comienza en el zócalo de piedra, que destaca entre el resto de edificios de la calle. También llama la atención los numerosos vanos adintelados que pueblan toda la fachada: más de medio centenar entre ventanucos, balcones, tragaluces y ventanas. La mayoría, protegidos y adornados con forja.

Al interior se puede acceder por tres portadas diferentes. “Entre ellas destaca la central, que se remata con pináculos en los extremos y con un vano con ricas molduras que alojan una pequeña hornacina”, describe el Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés (SIPCA). Una decoración que contrasta con el sencillo alero, reparado en la última década. Estas características, junto con la disposición del ladrillo visto, aportan más perfección al simétrico conjunto.

Esa precisa composición llega a ambos extremos, culminados con un par de torreones de planta cuadrangular y cubierta piramidal, tal y como matiza el SIPCA. Posiblemente, levantarlos fuera una forma de verticalizar y equilibrar el edificio ya que se aprecia horizontal, a pesar de tener tres alturas más el ático. En la ficha municipal, donde se clasifica como “castillo ciudadano”, se apunta que esas torres perdieron su valor defensivo y pasaron a usarse como miradores.

No siempre ha desempeñado la función residencial o educativa. En los siglos XIX y XX fue cárcel pública y de mujeres, además de juzgados. En 1976 se proyectó el derribo de su interior y posterior renovación, unas obras que concluyeron en 1981.

En las páginas de HERALDO se puedo leer entonces que la fachada había “recuperado su empaque, su señorío, su excelente planta”. “Ha ennoblecido esta parte de la vieja calle de Predicadores, antes de la Democracia”, se añadía. De ahí que está catalogada de interés monumental.

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