La protección contra el ruido en Zaragoza ¿Misión imposible?

La asociación Stop Ruido Casco Histórico realiza medio millón de mediciones al mes en zonas como la calle Mayor que llegan a superar entre 15 y 20 dB el nivel fijado en 55.

Imagen nocturno del Tubo zaragozano.
Imagen nocturno del Tubo zaragozano.
Aránzazu Navarro

El ruido que molesta en Zaragoza no solo es el que provoca el tráfico durante el día o los establecimientos de ocio por la noche, también las fiestas y celebraciones familiares, los perros que se sienten solos y aúllan sin cesar y las broncas domésticas pero, sobre todo, el trasiego que registran las zonas de ocio las noches de los fines de semana y festivos.

Una conversación normal puede sobrepasar los 60 decibelios, el sonido de un bosque en calma los 15, en una biblioteca casi se alcanzan los 40 y los 65 en la oficina, mientras que el motor de un camión puede rondar los 95 y el del martillo neumático de unas obras más de 100, según los expertos. Aunque desde el punto de vista psicológico se necesita una cierta cantidad de ruido, seguramente no es el que se soporta en muchas calles de Zaragoza, especialmente del centro.

La OMS, en sus nuevas recomendaciones sobre contaminación acústica, ya advierte que soportar de manera continua entre 80 y 90 decibelios produce, entre otros efectos nocivos para la salud, estrés, cansancio, alteraciones cardiovasculares y alteración del sueño.

Lo saben muy bien desde Stop Ruido Casco Histórico, que realiza medio millón de mediciones al mes que en zonas como la calle Mayor llegan a superar entre 15 y 20 dB el nivel permitido en horario nocturno, fijado en 55.

Empezaron en El Tubo y el resultado les dejo "espantados". Lo hicieron para demostrar con datos que tienen "razones de peso" para quejarse por las molestias que sufren "doscientas noches al año", como explica  el presidente de la asociación Stop Ruido, Antonio Pérez.

Argumentos que, a su juicio, "no tienen ni demuestran" los hosteleros, con quienes, no obstante, no quieren enfrentarse. "Ni con nadie". Quieren soluciones y que se pongan las medidas necesarias a los problemas.

Lo que "no se puede es anteponer la actividad económica a los derechos fundamentales de los ciudadanos, ni si quiera ponerlos al mismo nivel", sentencia Pérez.

Defraudados tras años de lucha, el presidente de esta asociación ha llegado a la conclusión de que "la solución no la tiene nadie". Lo que está claro es que con la ordenanza en vigor, de 2001 y pese a ser pionera en su momento, no se ha logrado.

El Ayuntamiento de Zaragoza lo vuelve a intentar ahora con una nueva ordenanza de protección contra la contaminación acústica, que lo que hace, entre otros aspectos, es adecuarse a la normativa estatal y autonómica vigente y que está ahora en periodo de información pública tras su publicación el día 20 en el Boletín Oficial de la Provincia.

La directora de la Agencia Municipal de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Carmen Cebrián, advierte: no es una normativa para coger a nadie. Su único objetivo es proteger a la ciudadanía por lo mal que lo está pasando.

Así, aparte de una guía de aplicación, recoge la implantación de programas de buenas prácticas acústicas destinadas a actividades empresariales y a la población en general, un sistema de mediación entre hosteleros y ciudadanía, la colocación de placas informativas y la realización de actividades de difusión y concienciación para que "la gente sea consciente y se responsabilice de la contaminación acústica que origina".

Lo que no le ha gustado a los hosteleros es precisamente que se les reconozca como "responsables solidarios" del ruido que se genera en sus veladores, pero tampoco el aumento de los niveles de insonorización de sus locales o la bajada a 25 decibelios (2 menos) del nivel de ruido que se debe registrar en un dormitorio en el horario nocturno, medidas que les han llevado a pedir la paralización de la ordenanza.

El inspector de la UPAC de la Policía Local, Gilberto Villén, desconoce si las nuevas correcciones que se introducen para las mediciones, como la penalización por las bajas frecuencias, pueden implicar un mayor número de incumplimientos.

Hasta ahora, en proporción al número de llamadas que recibe la emisora por ruido, el nivel de denuncias tramitadas es bajo: 2.595 llamadas y 409 denuncias en 2017 y 285 el pasado año de unos 1.600 requerimientos para medir.

Lo que es cierto es que el nuevo sistema que introduce la normativa lo que va a permitir es tener "una mejor idea del grado de molestia", explica Francisco Javier Martínez, director del Grupo de Vibroacústica de la Universidad de Zaragoza y coordinador de la ordenanza.

Según Martínez, la adaptación de la ordenanza a lo exigido en las normativas de rango superior implica un cambio en "la manera de hacer las cosas técnicamente", con unas "reglas del juego claras" al uniformar la manera de medir y evaluar el grado de molestia.

Ya no se considera solo el nivel de decibelios medido sino las características "especialmente molestas" de ruidos como el de maquinaria, transformadores (baja frecuencia), impulsivos como golpes o portazos o los tonos molestos (ruido tonal) y que "penalizan" el resultado de la medida, de acuerdo con lo establecido a nivel estatal y autonómico.

La concejala de Medio Ambiente, Teresa Artigas, reconoce que la ordenanza "no es la panacea". Por eso va acompañada de medidas como un mapa de ruido que incluirá también el ocio nocturno y la puesta en marcha de unas patrullas de agentes comunitarios integradas por personas en riesgo de exclusión que ya se están formando para concienciar sobre la necesidad de mitigar el ruido.

El Justicia de Aragón, Ángel Dolado, ha convocado para el 7 de marzo la Mesa sobre Ocio Nocturno en Zaragoza para analizar con los implicados la convivencia ciudadana con el ocio nocturno, ofrecer una reflexión y aportar propuestas con el fin de posibilitar que el ocio sea compatible con el derecho al descanso de los vecinos. Una misión imposible para los escépticos.

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