Frente a frente

El debate que se abrirá con la intervención del alcalde sitúa a Zaragoza en una situación de abierto letargo.

El alcalde, Pedro Santisteve, durante un pleno.
El alcalde, Pedro Santisteve, durante el pleno de este viernes.
Oliver Duch

Con un marcado perfil electoral, tanto por las exigencias de los partidos y sus líderes municipales como por su naturaleza de examen final, el último debate sobre el estado de la ciudad de Zaragoza –jueves y viernes próximos– se presenta como uno de los momentos álgidos desde la llegada de ZEC a la alcaldía. Sin puntos intermedios, frente a frente, la finalización del curso político parece anticiparse a la espera de unas elecciones aún plagadas de incógnitas. A las muchas diferencias entre los partidos se añaden nuevos problemas creados y muchos otros que aún se arrastran de anteriores gobiernos municipales

Afectados por los muchos problemas creados desde su llegada al Consistorio zaragozano –en especial por la decisión unilateral de ZEC adoptada el pasado 9 de febrero de expulsar a parte de la oposición de las sociedades municipales garantizándose así su control– y por otros muchos asuntos heredados como, por ejemplo, la sentencia dictada por el TSJA contraria al Ayuntamiento y a favor de Avanza que obliga al pago de varias cantidades en litigio, el equipo de Gobierno de Pedro Santisteve se enfrenta al último gran examen político de su mandato antes de las elecciones: el debate sobre el estado de la ciudad de Zaragoza. ZEC, que llegó a la alcaldía ofreciendo una supuesta voluntad regeneradora, no ha logrado en estos años de gobierno trenzar una relación de normalidad ni con los grupos políticos ni con Podemos, situándose en un escenario de abierta soledad que les ha llevado a encerrarse en sí mismos. Sin grandes proyectos estratégicos, salvo su insistencia en las cuestiones sociales y medioambientales que tampoco han logrado extenderse tal y como habían diseñado, el debate que se abrirá con la intervención del alcalde sitúa a Zaragoza en una situación de abierto letargo. Parece haber olvidado el equipo de Santisteve que la generación de atractivos, con fuerza y energía para atraer inversiones y empleo, son siempre garantía de cualquier proceso transformador.