Los barrios del sur elevan al Justicia las quejas por el ruido del tráfico aéreo

En el escrito piden que se instalen estaciones de medida para cuantificar el impacto real del paso de los aviones, tanto comerciales como militares.

Aviones F-18 en la Base Aérea de Zaragoza
Aviones F-18 en la Base Aérea de Zaragoza
Laura Uranga

La Plataforma del Distrito, Sur, formada por las asociaciones de vecinos de Montecanal, Rosales del Canal, Valdespartera y Arcosur, ha enviado un escrito al Justicia de Aragón en el que piden que intervenga para mitigar el impacto aéreo que sufren los residentes de estas zonas.

Las casas de estos vecinos se ubican bajo el pasillo aéreo de Zaragoza, por el que a diario pasan decenas de vuelos, tanto comerciales como militares. Sin embargo, la Plataforma asegura que, aunque se ha permitido urbanizar bajo el espacio que sobrevuelan los aviones que se aproximan al aeropuerto alegando que estos no superan los niveles de ruido permitidos, no existen mediciones reales que lo corroboren. “Queremos una solución por parte de las instituciones. Nos gustaría tener datos reales, porque no sabemos si se incumple o no la normativa”, explica Rosa Burgos, presidenta de la Asociación Nacional de Afectados por el Tráfico Aereo y secretaria de la Asociación de Vecinos Los Sauces de Montecanal.

“Llevamos años pidiendo que se instalen esas estaciones de medida del ruido y de la contaminación del aire”, lamenta Burgos, que añade que estas actuaciones también permitirían poner en marcha los aterrizajes verdes. Esta modalidad de toma de tierra se realiza planeando con el avión al ralentí en un descenso continuo, en vez de aproximarse a la pista de manera escalonada. “Estos aterrizajes disminuyen la contaminación ambiental porque requieren menos combustible y generan menos ruido”, comenta Burgos, que considera que es una maniobra “muy importante en estos tiempos en los que el cambio climático está causando sus primeras catástrofes”.

A pesar de carecer de mediciones continuadas, la plataforma cree que el nivel de ruido que los vecinos tienen que soportar en el interior de sus viviendas sobrepasa los límites establecidos, especialmente si les sobrevuelan los F-18. El máximo de decibelios permitidos en el exterior durante el día es de 65, aunque un caza aterrizando puede superar los 100dB. El problema de las mediciones, según Burgos, es que están pensadas para los ruidos continuos, no para los impactos puntuales. “Sufrimos picos muy elevados de ruido seguidos de franjas de tranquilidad, por lo que si las mediciones son ponderadas no revelan el verdadero estrés que padecemos”, lamenta.

La secretaria de la entidad vecinal señala que, en 2011, el Ayuntamiento de Zaragoza ya estudió la instalación de seis estaciones de medida para controlar que los aviones no se desviaran de la ruta marcada, aunque este proyecto nunca se ha llegado a ejecutar. Además de hablar con el consistorio, la Plataforma ha mantenido contactos con AENA, con Defensa e incluso con el Defensor del Pueblo. “Resulta desalentador”, apunta Burgos, que dice que el problema se agudiza en función de las condiciones climáticas: “Si está nublado, el ruido de los aviones reverbera, y en verano, con las ventanas abiertas, también se oyen algunos vuelos por las noches”.

Para Raúl Chueca, presidente de Arqueros Asociación de Vecinos de Arcosur, el problema es, fundamentalmente, el vuelo de los cazas. “Los vuelos comerciales son mucho más frecuentes, pero generan mucho menos impacto y menos quejas que los vuelos militares”, apunta. No obstante, asegura que esas afecciones son cíclicas y estacionales, y que en esta época no están observando el paso de este tipo de aviones.

En la misma línea se manifiesta Adolfo Lahoz, representante de la Asociación de Vecinos Los Montes de Valdespartera, que asegura que “no hay un patrón fijo últimamente” y que esa aleatoriedad genera sobresaltos que “perturban el confort, especialmente de los más pequeños”.

Para Óscar Dea, de la Asociación de Vecinos Entrelagos de Rosales del Canal, el ruido de los cazas entorpece la actividad habitual de los colegios y afecta también al descanso de los vecinos. “Hay ciertas horas conflictivas a las que pasan, sobre las once de la noche, que es cuando todo está más tranquilo y en silencio”, lamenta.

Por ello, para tratar de dar una solución al problema de la contaminación acústica, la Plataforma ha instado al Justicia de Aragón a buscar fórmulas alternativas que pasen por la colocación de las estaciones de medida para obligar a que se pongan en marcha los aterrizajes verde, utilizar otro pasillo aéreo o reducir el ancho del actual o llevar a cabo controles de la altura, “porque algunos aviones pasan excesivamente cerca y crean alarma”. De momento, la misiva no ha obtenido respuesta, aunque los miembros de la Plataforma están a la espera de que el Justicia les emplace para reunirse próximamente.



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