Al hablar con usted uno no sabe si plantearle la entrevista como exárbitro de fútbol internacional o como biólogo experto en temas ambientales. ¿De cuál de las dos facetas se siente más satisfecho?

No puedo disociar las dos cosas. Aunque no tienen nada que ver, las dos forman parte de mi vida. Hubo una etapa en la que compaginé las dos actividades. Los estudios y mi formación como biólogo coincidieron con mi etapa de árbitro y ahora estoy plenamente dedicado a desarrollar proyectos de innovación vinculados al medio ambiente. Es para lo que me he formado.

¿Y si hubiera tenido que elegir?

Me hubiera quedado con mi profesión de investigador sobre el medio ambiente.

En este campo, aborda el uso sostenible del purín en Aragón. ¿Por dónde pasa la gestión adecuada de este residuo del porcino?

Hay soluciones, pero con un enfoque global. No basta abordar la contaminación de acuíferos o el uso como fertilizante, sino que hay que tener en cuenta el punto de vista social, laboral, de desarrollo rural o de mantener la población. El balance debe ir enfocado a conservar las áreas rurales y que se pueda vivir bien en ellas.

¿Qué podemos hacer con el purín para que no contamine los acuíferos, como ocurre en el Matarraña, mientras las plantas de tratamiento de Valderrobres y Peñarroya están cerradas?

No podemos descartar dar salida al purín a través de las plantas de Valderrobres y Peñarroya. Hay que estudiar su viabilidad. Evidentemente hay zonas en las que los acuíferos pueden estar dañados y, como mínimo, hay que actuar para que el entorno mejore.

¿Qué uso puede tener el purín?

La prioridad es el uso como fertilizante, y hacerlo bien, solo donde se pueda, y a continuación, nos guste o no, necesariamente hay que tratarlo para que no genere impacto. Eso tendrá un coste que habrá que asumir.

¿Por qué no arrancan las plantas de tratamiento?

Cuando la gente dice que no son viables, tenemos que preguntarnos en qué se basan para sostener eso. Quizá habría que ver qué coste tendría repercutir el importe de su funcionamiento en el precio final de la carne. Probablemente, sí sería asumible. Repercutirlo en el ganadero puede generar un coste inasumible.

¿Hay comarcas saturadas de purín?

Hay zonas en que es muy difícil que el porcino pueda seguir creciendo, a no ser que los sistemas de tratamiento permitan reducir la carga de nitrógeno. Hay otras áreas que podrán crecer, pero es fundamental que tengan muy asimilado cómo proceder para no repetir errores pasados.

¿Qué papel puede ejercer el consumidor a la hora de conseguir una producción de carne sostenible?

Desde un punto de vista individual, habrá consumidores sensibles a un producto elaborado con garantías y otros que solo buscan el producto más barato.

Volviendo a su faceta de exárbitro internacional. ¿Le hubiera gustado disponer del videoarbitraje (VAR)?

Sin duda. Reduce la dificultad del arbitraje a la mitad. Sabes que vas a arbitrar con la garantía de que no meterán un gol antirreglamentario. Sales al campo sabiendo que es muy difícil que vayas a cometer una injusticia gorda. Eso da mucha tranquilidad y quita presión al árbitro, lo que permite una mejor concentración.

Pero no ha acabado con las polémicas.

No se acabarán nunca porque a los españoles nos van mucho la especulación y las teorías conspiranoicas. Tiene que haber algo oscuro. Si no, no estamos tranquilos.

¿Y cuál es su balance del VAR?

Muy positivo. Y estamos en la primera fase de aplicación. Como todo lo nuevo, hay un recorrido de puesta a punto con errores. Con el paso de los años disminuirán. Es una herramienta muy buena porque hace justicia.