Más de un millón de flores para recordar a los difuntos en Torrero

Recitales, talleres y varias visitas teatralizadas animaron ayer una jornada sin grandes aglomeraciones.

Siempre se ha dicho que es la segunda ofrenda de flores después de la del Pilar. Por volumen y cifras, no cabe duda. Calculan los floristas que en el puente de Todos los Santos despachan hasta millón y medio de claveles, rosas y crisantemos para que los zaragozanos honren a sus seres queridos. La soleada jornada de ayer hizo que la afluencia al cementerio de Torrero fuera notable, si bien la festividad transcurrió con menos agobios de los previstos –acaso– porque las agradables temperaturas invitaban a salir de puente. No hubo momentos de grandes aglomeraciones –aunque en los autobuses por Fray Julián Garcés iban hasta los topes–, pero tampoco pasó un minuto sin que dejara de cruzar gente por el andador del mausoleo de Costa.

El Ayuntamiento cifra en unas 70.000 personas las que acudieron ayer al complejo funerario, si bien "a lo largo de toda la semana estimamos que serán unas 400.000 las que se acerquen a recordar a familiares y amigos fallecidos", explicaba ayer el concejal de Urbanismo, Pablo Muñoz. El edil de ZEC, junto a Jorge Azcón (PP) y Sara Fernández (C’s), recorrió parte del camposanto depositando coronas en las capillas de Sainz de Varanda, los Voluntarios de Zaragoza o en la fosa común, entre otras sepulturas. En su recorrido se toparon, además, con algunos de los numerosos reclamos culturales puestos en marcha para hacer la jornada más atractiva. Un trasunto de Ricardo Magdalena abordaba a los visitantes en el andador central de la parte vieja y el arquitecto les informaba –con su impoluta levita y su sombrero– de cómo a finales del XIX proyectó la ampliación y reforma del camposanto con motivo de una epidemia de cólera –y de mortandad– en Zaragoza. A los pocos metros, el mismísimo Joaquín Costa relataba junto a su mausoleo que está enterrado en Torrero porque los zaragozanos –tozudos en la realidad y en la leyenda– asaltaron el tren que llevaba sus restos al panteón de hombres ilustres de Madrid.

Estas historias podían escucharse ayer entre los gritos de "tengo escalera alta, señora, que no llega tan arriba", que durante toda la jornada proliferaron por los pasillos de los nichos, donde varios jóvenes se ofrecían a echar una mano para adecentar algunas lápidas a cambio de "la voluntad". Al acabar la mañana, quien más quien menos había conseguido llevarse al bolsillo unos 50 euros. En la entrada de la parte antigua, los floristas ambulantes (hasta 25 permisos se han dado este año) lamentaban que "cada vez más gente trae sus ramos ya preparados de casa" y confiaban en el próximo fin de semana para ver "brotes verdes", precisamente, entre sus ‘bouquets’ de lirios y claveles.

Miedos y tabúes

Al ver la actuación de las corales (la Escolanía San Antonio de Padua y la Rondalla Familia Navascués) o de las visitas teatralizadas, algunos de los visitantes se felicitaban de que se estén "rompiendo tabúes" respecto al cementerio con rutas culturales como las de la memoria histórica, el arte funerario o los personajes ilustres.

Este año también se llevaba a cabo una simpática actividad –tutelada por Atrapavientos– como es la de un taller de escritura creativa para superar los miedos. "Los participantes escriben aquello que les aterroriza en un papel plantable, fabricado con semillas, que luego pueden enterrar para que de sus miedos germine una pequeña flor", explicaba ayer Jorge Gonzalvo. Por el proyecto global de ‘plantadores de historias’ pasan al año unas 500 personas y es una actividad "abierta a todas las edades". "Vienen familias enteras y es divertido comprobar cómo los adultos tienen miedos más elaborados y los niños, por ejemplo, pueden temer al brócoli, a su profesora de matemáticas o a los políticos", cuenta Gonzalvo.

Otra novedad de Torrero de este año, que atrajo ayer no pocas miradas, es el monolito que se descubrió hace una semana en memoria de las 225 víctimas del Tercio de Sanjurjo, fusiladas por los franquistas en la capital aragonesa en 1936.

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