Corita Viamonte, "cada desfile era un clamor"
La cantante y bailarina fundó en 1969 un grupo de majorettes que animaron la Ofrenda y la calle en las Fiestas del Pilar.
Corita Viamonte (Zaragoza, 1949) nació para la música y la danza. A los 3 años, su madre, Cora López, cantante y maestra de canto y piano, la hizo debutar en el Teatro Principal. Su madre y su abuela trabajaron en diversas compañías en Madrid y formaban el dúo Las Hermanas Corinas. Su padre, Juanito Viamonte, era cantante lírico y mantenedor de espectáculos, presentador de jotas y arrimaba el hombro a todo, a los desfiles o a las cabalgatas. Por eso se le recuerda en el Torreón Fortea en la sección La fábrica de las fiestas.
Por la casa de los Viamonte López iban a vocalizar, antes de actuar en los teatros de la ciudad, actores como Marcos Redondo, Manuel Ausens o Charito Leones. Corita tenía alma de bailarina, que era su principal vocación, y acabó transformándose en cantante, "sobre todo de cuplé". "Por la academia de mi madre pasaban bailarines, actores, músicos: Víctor Ullate, Carmen Roche, Carmen de la Figuera, Fernando Esteso o Emilia Bailo", señala. A pesar de sus conciertos, Corita ha pasado a la historia por sus majorettes, un invento azaroso de finales de los 60.
"Es una historia simpática. Como venían casi siempre para los desfiles de majorettes de Francia, de Pau, el presidente de la Comisión de Festejos le dijo a mi padre: ¿No sabría tu chica hacer eso?. Dicho y hecho. Gracias a la radio y a los diarios de la ciudad, HERALDO, Amanecer y El Noticiero, se hizo una convocatoria para reunir a las chicas interesadas. "En junio de 1969 ya estábamos ensayando en la Lonja, todos los días a la semana. El grupo se mantuvo de 1969 a 1996, y yo lo dirigí hasta 1985".
Las majorettes conmovieron a la población. Encarnaban la alegría, el desenfado, la sensualidad. "Antes de debutar en la Ofrenda, en 1971, desfilamos en diversos actos. Era un clamor. Nos aplaudían a rabiar Las chicas llevaban camisa azul, botas blancas, una falda plisada, más bien minifalda, blanca también, y boina. Para la Ofrenda cambiamos el atuendo: usamos pantalón. No quería ser irrespetuosa. Y la gente se llevó un pequeño chasco. El pregón era distinto: se hacía por la mañana, Ignacio Moreno lo leía a caballo y sin micrófono". Dice que, como siempre le atrajo el ejército, ella hacía de capitana y tenían un aire elegante y marcial.
"Nos acompañaban la Banda del Ejército, la Banda de Aviación, etc. Había un punto de sensualidad en el desfile, claro que sí, pero en vez de braguita llevábamos una especie de pololos blancos con puntitas que nos hacían sentir muy cómodas. La gente nos miraba con respeto; casi éramos unas niñas", explica.
Viajaron por España, Francia y Gibraltar. "La gente disfrutaba viéndonos. Estaba encantada y nosotras también", dice, y sonríe.
-Consulta el programa de las Fiestas del Pilar en HERALDO OCIO.