Con la lectura del pregón y la entrega de las distinciones municipales comenzarán hoy las fiestas del Pilar de Zaragoza. La cruz la pondrán este año la huelga del tranvía, la ausencia del mayor escenario levantado en años anteriores (el del Parking Norte) y la falta de un espacio propio para Interpeñas. La cara es la del buen ambiente, las ganas de pasarlo bien y el sentimiento de acogida que siempre reinan en la ciudad.

Zaragoza inicia hoy sus fiestas en honor de la Virgen del Pilar, una cita multitudinaria para la celebración y la convivencia, que este año llega marcada por la crisis interna de la federación que aglutinaba a todas peñas y, también, por los paros que desde ayer están llevando a cabo los conductores del tranvía. Pensando ya en próximas ediciones, las diferentes Administraciones deberían plantearse qué ocurre cuando los mecanismos de presión laboral generan un daño muy superior al que se pretende reparar con la huelga; este es precisamente el caso en este conflicto que lesiona la movilidad de las miles de personas en una gran ciudad como Zaragoza y en los días en los que está más concurrida.

La lectura del pregón en una plaza abarrotada dará paso hoy a ocho días en los que los ciudadanos podrán disfrutar de los actos festivos más allá de las tareas cotidianas. El encuentro con amigos y familiares, el mimo con el que se cuidan tradiciones tan arraigadas como la Ofrenda y el ambiente jovial que ofrece Zaragoza invitan a miles de visitantes a disfrutar, lo que conlleva también un notable estímulo económico. Es de esperar que los problemas en torno a los grandes escenarios y los derivados de la huelga de tranvías no interfieran excesivamente en el buen desarrollo de estas jornadas. Es más, la capital de Aragón debe aprovechar esta nueva ocasión para mostrar su empuje como una ciudad moderna, abierta y acogedora.