Imágenes y tambores desde el alba hasta el anochecer

Numeroso público disfrutó de las catorce procesiones que tomaron ayer las calles: entre otras, la que celebraba los 75 años del Silencio o la de la Piedad que tenía previsto recogerse cerca de las cinco de la mañana en San Nicolás.

La Virgen Blanca (Jacinto Higueras, 1953) resplandeció ayer en la plaza de San Pablo, después de la esforzada salida de los hermanos del Silencio.
Imágenes y tambores desde el alba hasta el anochecer
José Miguel Marco

Calles abarrotadas, redobles de tambores y olor a incienso. La  Semana Santa se palpa en Zaragoza –y más desde ayer– con los miles de visitantes que han recalado en la ciudad para disfrutar del puente. Capirotes y terceroles de todos los colores y pasos de todos los tamaños recorrieron ayer el corazón de la ciudad, sin descanso, en horario de mañana, tarde y noche: era difícil no toparse con ninguna de las catorce procesiones que salieron durante el Jueves Santo.

Una de ellas tenía un protagonismo especial: los hermanos del Silencio celebran este 2018 el 75 aniversario de su primera salida procesiones y, en consecuencia, las animadas y ruidosas calles del Gancho estaban ayer hasta la bandera para mostrar su respaldo a los cofrades de San Pablo. Cientos de personas se agrupaban a las puertas de la iglesia y hacían lo imposible para mantener su sitio, ya fuera en primera, segunda o tercera fila. Motivos tenían, nadie quería perderse la espectacular salida –rampa mediante– del Cristo de la Agonía y la Virgen Blanca.

La expectación era máxima hasta que cerca de las 19.30 se abrieron de par en par las puertas del templo. De él, primero salieron las heráldicas y después, la sección infantil con su Santo Cristo y algunos hermanos unidos entre sí por las sogas que enganchan a sus cinturones. Los otros dos pasos necesitaron más esfuerzo por parte de los cofrades, ya que la salida de la iglesia es complicada y salvar las escaleras de la iglesia resulta complicado. Por ello, al alcanzar la plaza, en las dos ocasiones el público les recibió con sonadas ovaciones.

Con motivo de la celebración de sus quince lustros los hermanos arrastraron sus colas, en vez de llevarlas recogidas en los cinturones como acostumbran. Además, se recordaron los inicios de la hermandad en el invierno de 1944 y esa misma Semana Santa salió por primera vez la talla del Cristo que data de 1588. Sin embargo, hasta diez años más tarde no se procesionó a la Virgen.

La hermana mayor de la cofradía, Justina Marín, ofreció unas palabras a los congregados en la plaza y reflexionó sobre los cambios que se han ido dando, como la incorporación de las mujeres o la creación de la sección infantil. Ayer, además, estaban invitados los ensacados de Tarazona, cuya cofradía (el Silencio del Santísimo Cristo del Rebate) está hermanada con la de San Pablo. Juntos iniciaron un recorrido que les llevaría a hacer una parada en la plaza de San Bruno, donde se completó el acto de silencio cuyo orador este año fue Jesús Azagra Dúcar.

Por todos los rincones

Al margen de la del Silencio, la primaveral tarde de ayer resultó perfecta para ver a cualquier otra de las cofradías que salieron de sus parroquias. Cada año hay más público a las puertas del Perpetuo Socorro, dado que el paso de la Santa Cena se ha convertido en un reclamo extraordinario. La obra de Navarro Arteaga incorporó el año pasado a todo el apostolado y los costaleros de la Sagrada Eucaristía se emplearon a fondo para portarlo en una procesión que, además, fue de ida y vuelta, pues tras pasar por la Seo regresaron a la avenida de Goya.

El Prendimiento del Señor recorrió las vías más céntricas con sus pasos de tres siglos diferentes (XIX, XX y XXI). El del Cautivo estrenó greca y un olivo tras el Cristo, mientras que la Virgen rindió culto al Cristo de la Cama una vez en Santa Isabel. Otra procesión multitudinaria fue la de la Columna, que inundó de rojo la plaza del Pilar con su predicación que este año fue un poco antes. La Columna brilló por las calles estrechas donde apenas caben todos como Dormer o Espoz y Mina.

Los cofrades de la Oración del Huerto salieron de Santa Isabel en una procesión en la que, al contar con más luz que el pasado Martes Santo, se pudieron contemplar mejor los detalles de sus pasos, entre otros, el nuevo peanil de la Virgen. También ayer se pudo ver a la Coronación en su procesión de traslado, al Despojado saliendo de la Seo, al Cristo Resucitado que llevó a su Virgen a Santa Isabel y a la Llegada bajando desde el barrio Oliver con su pequeña peana y su Virgen del Perdón.

La tarde se completó con la procesión titular del Descendimiento, que este año volvió a escoger la plaza de la Magdalena para realizar ante su fachada el sermón, en recuerdo a que esta parroquia que acogió sus primeras salidas. El Descendimiento fue una de las últimas en cerrar anoche en la plaza del Justicia y lo hizo minutos antes de que saliera la Piedad, que es otra de las citas obligadas de la Semana Santa zaragozana. Estaba previsto que, tras su estruendo inicial de timbales, los hermanos recorrieran el Casco hasta la entrada del Boterón, donde cantarían saetas a sus pasos antes de alcanzar la recoleta plaza de San Nicolás.

A plena luz del día

La mañana del Jueves Santo ya había comenzado espectacular y radiante con otras cuatro procesiones. Es preciso destacar a la Crucifixión en su salida de San Antonio de Padua y a la cofradía de Cristo abrazado a la Cruz y de la Verónica, que siempre es recibida con jotas en la puerta del Carmen. De la Real Maestranza de Caballería salió la cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz, acompañada por la Guardia Civil y con numerosos tambores, y la Coronación de Espinas, con su paso, su peana y su afamado piquete, que partió de San Felipe y concluyó (antes de reanudar marcha por la tarde) en Santa Isabel.

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