Entregados a las procesiones

Siete cofradías completaron este martes sus procesiones por las calles de Zaragoza. La entrega del Santo Cristo del Refugio a La Piedad cautivó a cientos de fieles, así como las salidas de los hermanos del Descendimiento, de la Oración en el Huerto y de la Crucifixión.

Eran las 19.50 y Hernán Cortés, Madre Sacramento y el resto de calles cercanas a la Hermandad del Refugio ya estaban llenas de un público que aguardaba para ver la entrega del Santo Cristo del Refugio a los cofrades de Nuestra Señora de la Piedad. Minutos antes de que sonaran las cornetas y de que los hermanos se colocaran sus capirotes, Mercedes Pastor vigilaba el bombo de su hijo, Javier, de 11 años. "En nuestro caso es tradición familiar, él lo vive con intensidad porque sale con sus tíos y sus primos", comentaba la madre orgullosa. Pablo Ramón, de la misma edad, debuta este año en la cofradía. "Me apetece un montón, aunque estoy un poco nervioso", confesaba antes del estreno. "Los primeros días de ensayo general no me salían los toques, pero ahora ya sí", añadía con la sinceridad propia de un niño.

Cuando a las ocho en punto se abrió la puerta de la congregación benéfica, los asistentes enmudecieron para recibir la talla del siglo XVII. El hermano mayor del Refugio, Santiago Sánchez, afirmó que echarían de menos al Cristo esta Semana Santa pero añadió que le dejaban "en buenas manos", porque va a reunirse con su madre en la iglesia de San Cayetano. Además, Sánchez agradeció por anticipado la generosidad de los zaragozanos, recordando que mañana, Jueves Santo, se instalarán las mesas para la colecta.

La Piedad marca las primeras marchas del Martes Santo

El hermano mayor de La Piedad, José Manuel Etayo, reflexionó sobre el compromiso y la responsabilidad de los fieles y pidió al Señor que les enseñara "a luchar por la justicia". "En tu cruz, Jesús, hay muchas cruces: las de los débiles, los que están solos, los enfermos, los ignorantes, los refugiados, los marginados… Y tú cargas con todas ellas", dijo Etayo. "Te acompañamos por las calles de Zaragoza porque creemos que otro mundo es posible", añadió.

El momento más emotivo fue cuando bajaron a Cristo del altar, al tiempo que se lanzaban cientos de pétalos y lo trasladaron hasta la peana. Al ritmo de los bombos, varios cofrades ayudaron en el ascenso y la colocación de la imagen. Sonó entonces el himno nacional, que despertó una gran ovación en el público –visiblemente emocionado– y comenzó entonces una procesión que duraría más de tres horas.

Jotas y sentimientos

Otra de las citas imprescindibles de la noche de Martes Santo es la procesión de las Lágrimas, de la cofradía del Descendimiento, en la que no faltó ni uno solo de los detalles que la hacen tan singular. A la habitual belleza de sus faroles y a sus emocionados cantes ("la jota es sentimiento"), hay que añadirle que este año la cofradía recuperaba parte de su patrimonio en forma de una bandera del colegio del Salvador y de un guion de gran valor artístico que se estrenó en 1925 en la procesión del Corpus.

El estruendo de tambores al inicio de su procesión se vio frenado únicamente cuando los hermanos pasaron por delante del Hospital Miguel Servet, que rodearon en riguroso silencio como muestra de respeto a los enfermos. La procesión discurrió por grandes avenidas como Isabel la Católica o Gran Vía, donde los redobles ahogaban la campanita del inoportuno tranvía. Como es costumbre, el Descendimiento predicó las cinco lágrimas de la Virgen, las de La Salle y Santa Engracia con numeroso público.

Por su parte, la Oración en el Huerto celebró el martes por la noche su procesión titular, en la que sacó a la calle todo su patrimonio y estuvo acompañada por una banda de música. Numerosísimos fieles aguardaban en la plaza del Portillo y, a juzgar por los aplausos y alguna que otra lágrima, la salida más celebrada fue la de la Virgen de la Confortación. La imagen emergió entre terceroles marrones y una bruma de incensarios y, antes de su tradicional lluvia de pétalos en el Casco, ofreció bellas estampas frente a las fachadas de los Escolapios, en Conde de Aranda, y un poco más abajo, frente a la Audiencia.

En la noche del Martes Santo también hubo una novedad y es que el Cristo Despojado se vio obligado a abrir y cerrar su viacrucis en la parroquieta de la Seo, dado que San Juan de los Panetes está cercada por las obras del Mercado Central. No obstante, la fachada de la Seo también luce repleta de andamios, pero los hermanos ignoraron este contratiempo y completaron un desfile este año por los aledaños de la Seo y del barrio del Boterón. Con una cruz alzada, el Despojado –que anoche estrenaba el llamador de la peana– fue de las pocas cofradías que pudo pasar este año bajo el Arco del Deán.

Heráldicas para la Crucifixión

¿Otras cofradías que completaron anoche sus viacrucis? La Eucaristía recorrió los alrededores de la parroquia del Perpetuo Socorro con un Crucificado colocado sobre una peana en posición horizontal, al estilo de los desfiles de traslado andaluces. Este jueves protagonizarán su procesión titular con el espectacular paso de la Santa Cena portado por costaleros.

La Crucifixión del Señor estuvo este martes acompañada por la sección de heráldicas del Silencio y congregó a numeroso público en el mágico momento en el que la Virgen de la Tristeza cruza en silencio del puente de Piedra y cuando se recogía ya cerca de la medianoche en la iglesia de Santa Isabel.

Por su parte, a la cofradía de Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica se la pudo ver por los aledaños de la parroquia del Carmen y cumplió con sus más arraigadas tradiciones: la del desfile previo saliendo del Noviciado de Santa Ana y la del saludo con la Columna en su estación en la iglesia de Santiago.

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