En medio de la vorágine informativa de la semana feminista y el éxito rotundo de la protesta, han pasado inadvertidas algunas noticias que hubieran puesto de bastante peor humor al repartidor machista que celebraba en las redes lo bien que se conducía en Murcia el día de la huelga. A 500 kilómetros, aquí en Zaragoza, el Excelentísimo Ayuntamiento dejaba caer que hay demasiados coches circulando por la ciudad en busca de un aparcamiento porque las plazas existentes se empiezan a quedar cortas. ¿Solución? Seguro que han acertado: ampliar las zonas de pago, subir las tarifas y hacer obligatoria la rotación, mala noticia para las personas que necesitan el coche para ir a trabajar. ¿Conclusión? También la habrán adivinado: nuestros gobernantes están muy mal acostumbrados a resolver los problemas exprimiendo el bolsillo de los demás y a no reconocer jamás sus errores. Porque que se sepa la zona azul se concibió y justificó ya en su origen, hace más de 25 años, como estacionamiento de rotación en superficie. La realidad ha sido distinta: se ha utilizado como herramienta de recaudación antes que reguladora del tráfico. Y así seguirá siendo.