Los 'chalecos naranjas' velan por la convivencia del Casco Histórico

Once vecinos llevan desde septiembre trabajando en un curso promovido por el programa de formación del Servicio de Mediación Social en el Casco Histórico para aprender a resolver los conflictos del barrio desde el civismo.

La gestión de los cubos de basura es uno de los principales focos de conflicto.
Los 'chalecos naranjas' velan por la convivencia del Casco Histórico
L. M.

Portan un chaleco naranja y muchas ganas de hacer de su barrio un lugar donde reine la convivencia cívica. Son los 11 vecinos derivados del centro municipal de Servicios Sociales que llevan desde septiembre inmersos en el curso ‘Conviviendo en el barrio’, dentro del programa formativo del Servicio de Mediación Social en el Casco Histórico, en el que están implicados desde el año 2010 la Asociación Amediar y la Oficina del Plan Integral del Casco Histórico (PICH).

Durante 150 horas distribuidas en tres meses descubren las técnicas de comunicación y resolución de conflictos. Se forman en beneficiar con actitudes cívicas a la comunidad a través de sesiones en el aula y actividades prácticas en la calle, donde aprenden “desde cómo hacer un vertido de basuras hasta cómo disminuir los ruidos o cómo decir las cosas sin agresividad”, cuenta Teresa Sáez, coordinadora del Servicio de Mediación Social en el Casco Histórico. Sus perfiles son diferentes en cuanto a género y edad, y en el grupo se encuentran personas predispuestas a la sensibilización y otras que descubren las bondades de la mediación al cabo de llevar semanas trabajando en el curso.

La técnica de la mediación para resolver conflictos se presenta como una de las más eficaces, porque “pone el protagonismo en las partes implicadas”, precisa la coordinadora. La mediación sitúa cara a cara a los afectados y su problema, tratando de calmar emociones agresivas para aprender a aceptar los daños recíprocos. “Los mediadores les acompañamos, pero el protagonismo lo tienen los afectados, por eso es duro”, apunta Sáez.  Desde el Servicio son conscientes de que cuando se cuenta el concepto “suena bonito y atrayente”, pero cuando realmente tienen que solicitar la mediación “se vive una dureza grande, porque te tienes que sentar con quien estás enfrentado”, un ejercicio antinatural, ya que ante un conflicto la tendencia es alejarse de las personas con las que no nos sentimos bien.

Los conflictos que más se repiten en el Casco Histórico se dan entre vecinos por molestias de ruido en el interior de las viviendas. “La insonorización de los edificios es precaria en general, por lo que cualquier actividad se oye si no se tiene cuidado”, recalca Sáez. La coordinadora incide en la importancia de las formas a la hora de tratar el problema, porque “si nos dicen las cosas de manera inadecuada va a crecer el conflicto. Lo que podría tener una solución razonable como bajar el volumen se puede convertir en algo tremendo que termine en un juzgado”.

También existen discrepancias en cuanto al vertido de las basuras, ya que muchas calles del Casco son peatonales, no circulan los camiones de recogida y por ello se mantiene un sistema de cubo de basura por comunidad de vecinos ante la ausencia de grandes contenedores en los que reciclar y depositar los residuos orgánicos. “Como no disponen de contenedores tiene que existir organización y colaboración entre los vecinos para sacar los cubos y no dejar la basura en cualquier lugar”, dice la coordinadora del Servicio de Mediación. El problema reside en que no todos los vecinos sienten el mismo nivel de responsabilidad y algunos no se implican.

El Servicio también atiende a profesionales del barrio no residentes y en los últimos dos años ha incidido especialmente en los centros educativos, tratando de apoyarles en la resolución de conflictos a través de actividades e identificación de problemas. Para ello, trabajan en triángulo con profesores, familias y alumnos y les enseñan a “aprender a mediar y a buscar alternativas a las salidas de agresividad”.

Aunque Sáez considera que con estas acciones están contribuyendo a la implantación de la mediación en Zaragoza, asegura que “no existe una tradición y estamos lejos de que se instaure la cultura de la mediación”, ya que la mayoría de los conflictos se siguen resolviendo de manera natural, a través de la vía judicial o, “por desgracia, utilizando la violencia”. Desde Amediar y el PICH añaden que estos servicios “son adecuados para todas las personas, independientemente de su condición, procedencia o grado de pobreza”. Si han arrancado en el Casco Histórico es porque los responsables municipales decidieron promover el programa en esta zona de la ciudad, pero para Sáez “aunque sea una fantasía, porque no hay medios para realizarlo, lo ideal sería que todos los barrios tuvieran su propio centro de mediación”.

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