El primer día en la camareta de la Academia

Los futuros cadetes llegaron ayer a la General  donde van a estudiar cinco años. Entraron 411 alumnos y sus familias hicieron una visita guiada por la institución militar.

El alicantino José Andrés Pérez, vestido de soldado de Marina, se cambió ayer por el Ejército de Tierra tras haber sacado una buena nota en selectividad y aspira a ser oficial.
El alicantino José Andrés Pérez, vestido de soldado de Marina, se cambió ayer por el Ejército de Tierra tras haber sacado una buena nota en selectividad y aspira a ser oficial.
Raquel Labodía

El primer día de 411 alumnos de la Academia General Militar empezó ayer al punto de la mañana cuando se despidieron de sus familias y entraron en la institución militar, donde van a formarse como oficiales durante cinco años. Los abrazos de los padres a los jóvenes (316 hombres y 95 mujeres)_–que tienen una media de 17 años– evidenciaban cómo los iban a dejar en manos del Ejército. En realidad, era el preludio antes de colocarse en fila con sus maletas para que comprobaran sus nombres en una lista. Les informaron de la sección que les correspondía: la mitad aspiran a ser oficiales del cuerpo general, 67 a la Guardia Civil y 40 a la sanidad militar, que son los más numerosos. Luego les acompañaron al edificio donde se ubican sus camaretas (separados entre hombres y mujeres), que estarán muy llenas hasta final que al final de año se marchen los licenciados.

Mientras tanto, grupos de familiares se dirigieron a hacer una visita guiada por las instalaciones durante una hora y media, tras ser recibidos por el director de la Academia, el general Luis Lanchares, en el salón de actos. Pusieron un vídeo institucional, pasaron por el Centro Universitario de la Defensa y las aulas, el comedor o el casino, donde hacen su vida los futuros oficiales del Ejército.

María Donoso, una licenciada en Medicina que procede de Madrid, explica que su familia está llena de militares, por lo que afronta más tranquila que sus compañeras este cambio de la vida civil a castrense en la Academia Militar de Zaragoza. "Estaremos un año entre los tres centros (Zaragoza, San Javier y Marín) y seis meses los pasamos en Madrid, como los jurídicos, hasta que nos den los despachos, que este año nos toca en San Javier", detalla la futura facultativa del Ministerio de Defensa.

Especialidades de más mujeres

En la especialidad del cuerpo de Sanidad con el título previo que llegaron ayer hay más mujeres (14) que hombres (11), como ocurre también en la intervención (7 frente a 5) y las enfermeras (12 ante 11). Otras como los jurídico militares los aspirantes son parejos: ellos son seis y ellas, cuatro.

Hay otros de los aspirantes que llegaban vestidos de gala con un traje de la Armada, como José Andrés Pérez, un alicantino de 19 años que decidió dejar el cuartel de Ferrol y volver a presentar a la selectividad para mejorar la nota (ha sacado 11,7) y llegar a ser oficial pero en el Ejército de Tierra. No tiene que aprender las costumbres militares, como la mayoría de sus compañeros en las primeras semanas a lo que se dedican, y ya saluda como un soldado porque ha pasado doce meses en la Armada. "Me gusta por vocación. Espero que en la Academia me den caña tanto en lo físico como en la ingeniería", señala José Andrés Pérez, quien tiene un hermano que se ha presentado a la academia de suboficiales.

"La media de las notas de selección de los alumnos que han venido están entre 11,5 y 12", explica el brigada Juan Aparicio. Hay un alumno jordano, el único extranjero, y predominan su origen de Madrid o Andalucía.

A las once de la mañana, después de dejar las maletas en la habitación que compartirán con otros once compañeros, estaban citados en el vestuario para que les entregaran sus uniformes. Una vez que se llevaron los trajes, tenían que pasar por la peluquería para cortarse el pelo como exigen las ordenanzas.

Pero a Javier Alonso, un riojano de 17 años, no le hacía falta el rasurado porque venía dispuesto. Su padre Miguel cuenta que su vocación era ser bombero para ayudar a los demás. Venía con un 12,25 de selectividad y con la historia de entrar al Ejército que le contó un amigo. "Creo que vamos a recibir una formación completa tanto física como de ingeniería, además de la disciplina militar. Pasaré cinco años aquí y puede que me incline por Infantería del Ejército de Tierra, pero aún tengo que decidirme", apuntó.

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