"Si el policía no hubiera llevado chaleco el destornillador habría dañado algún órgano vital"

Los forenses declaran en el juicio que el golpe que asestó el acusado perforó la prenda de protección del agente.

Isaías Bautista Reche, al comienzo de la vista oral celebrada ayer en la Audiencia.
Isaías Bautista Reche, al comienzo de la vista oral celebrada ayer en la Audiencia.
Oliver Duch

Isaías Bautista Reche admitió ayer sin problemas que rompió la ventanilla de un vehículo y se metió dentro para robar el aparato de música; tenía problemas de toxicomanía y buscaba algo para vender a cambio por drogas. Pero lo que rechazó rotundamente es que asestara un golpe en el abdomen a un policía con un destornillador de trece centímetros de hoja, y todavía menos que intentara matarle.

"¿Cómo le iba a pinchar si estaba apuntándome con un arma? ¿Qué necesidad tengo yo de arriesgarme a que me dé dos tiros?". Isaías Bautista hizo estas y otras preguntas al tribunal que lo juzgó ayer por un delito de homicidio en grado de tentativa por el que se enfrenta a una pena de 11 años y cuatro meses de cárcel, y a otra de once meses de prisión por un robo frustrado.

El acusado, sobre el que pesa una condena anterior por tentativa de homicidio, explicó a los magistrados que es toxicómano "desde siempre" y que el día de los hechos, el 13 de abril de 2016, se encontraba "muy mal". Por esa razón, salió de su casa con su bicicleta y unos guantes de lana y empezó a dar vueltas por el barrio a ver si encontraba algo para sustraer. En la esquina de las calles de Manuel Viola y Mariano Malandía vio un coche que le pareció accesible y, según él, no pudo forzar la puerta pero rompió la ventanilla para colarse por ella.

Dos agentes de la Policía Nacional, avisados por la Sala del 091, lo sorprendieron in fraganti. La versión que dieron de lo ocurrido difiere notablemente de la del acusado.

Una funcionaria declaró que ella abrió la puerta del copiloto, pidió a Isaías Bautista que saliera y este se abalanzó sobre ella con intención de agredirla. Su compañero reaccionó inmediatamente abriendo la otra puerta, agarrando al acusado y tirando de él hacia afuera, momento en que le dio un golpe. En principio el agente se retiró y, al ver que llevaba algo "brillante" en la mano, sacó el arma y le apuntó. El sospechoso logró huir con su bicicleta pero se cayó al suelo y fue reducido.

Poco después, vio que llevaba la camisa rota y el chaleco perforado. El forense José Manuel Arredondo señaló: "Si no hubiera llevado el chaleco le habría alcanzado algún órgano vital". Explicó que en esa zona está el bazo, la arteria aorta y la vena cava –"cuya perforación causa la muerte inmediata"– y, por la trayectoria del arma, le podría haber alcanzado el diafragma, el corazón o los pulmones.

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