"Han sido necesarias varias operaciones muy delicadas, pero afortunadamente, mi hija se recuperará". Ana María Sanz es madre de C. T., la mujer de 32 años que quedó en estado crítico tras ser atropellada por el tranvía en marzo. Actualmente sigue ingresada en el hospital. "Su recuperación llevará tiempo, pero estamos muy contentos por los resultados. Hay que dar las gracias a todo el equipo sanitario", dijo.

Su vida ha cambiado mucho desde entonces. "Ahora voy por la calle vigilando a la gente. Cada vez veo a más personas cruzando por donde no deben", apuntó. Al principio cogió miedo al tranvía, pero pasado un tiempo vio que no podía seguir así. "Es un transporte y hay que utilizarlo", razonó.

En todo caso, abogó por reforzar la seguridad de los Urbos 3. "Tranvías de Zaragoza tendría que añadir medidas físicas para proteger a los ciudadanos. Si los peatones tienen que dar más vuelta, que la den, pero al menos así no se jugarán la vida", opinó, e instó a los transeúntes a "tener cuidado" y a "ser conscientes de que la vida puede irse en un momento por una simple torpeza". "Me gustaría que esto no volviera a pasar, aunque es complicado. Para mejorar habrá que sumar muchas voces, pero todo es empezar. Colaboraré en lo que pueda", añadió.

En caso de que la segunda línea se lleve a efecto, confía en que el Ayuntamiento introduzca mejoras y piense en cómo se pueden evitar estos sucesos.

Sanz aseguró no tener detalles de lo que ocurrió aquel día. "No se sabe, quedó registrado en las cámaras del tranvía. Los vídeos estarán en manos de la Policía o del Juzgado", señaló. En lo que respecta a su hija, dijo ser optimista. "Hay que apoyarla y seguir adelante. La vida está para vivirla, no para amargarte", afirmó. Aprovechó, asimismo, para mandar un mensaje a la conductora que la atropelló: "No guardo ningún rencor. Si mi hija está luchando, ella también debe hacerlo".