Una maltratada que se refugió en el colegio de su hija para pedir auxilio lo 'olvida' todo en el juicio

El presunto agresor cumple condena actualmente por abusar sexualmente de otra mujer a la que iba a hacer la mudanza.

Primero el amor y después el miedo hicieron que una joven callara durante casi seis años el maltrato y las vejaciones a las que supuestamente le sometió su pareja, con la que tiene una niña de seis años. Cuando ya había encontrado el valor para romper la relación e iniciar los trámites de separación, él se presentó en su casa, la inmovilizó, le quitó el pijama y la obligó a mantener relaciones sexuales, tapándole la boca con fuerza para que no gritara. Como el agresor le había quitado el teléfono móvil para que no llamara a nadie, la mujer aprovechó el momento en que llevó a su hija a clase para refugiarse en el colegio y pedir a la directora que informara al 016 y a la Policía.

Los hechos se produjeron el 12 de enero de 2016 y supusieron la detención de Ion Cirstea, al que se impuso una medida de alejamiento respecto de su pareja que quebrantó después dos veces. La primera, apenas doce días más tarde, lo que le costó una condena de 7 meses de cárcel (sin llegara a ser enviado a Zuera). La segunda vez que sorprendieron al hombre cerca de la casa de la víctima fue a mediados de mayo, y entonces la juez no dudó en dictar una orden de prisión.

El presunto maltratador se sentó ayer en el banquillo de los acusados para responder por el ataque denunciado en día por su esposa de forma "amplia y detallada" (como recordó la fiscal). Sin embargo, primero él y luego ella se acogieron a su derecho a no declarar. Hasta la suegra del encausado, que compareció como testigo, reconoció también que no quería ver preso al presunto maltratador.

"Pero usted declaró en el juzgado que vivía con ellos y había presenciado muchas discusiones e insultos. Llegó a decirnos que el acusado se refería a su hija como la mayor puta del mundo. ¿Lo recuerda?", preguntó la fiscal a la madre de la víctima."Yo sabía que se querían separar, pero no me metía en sus cosas", contestó, sin dar muchos detalles. Eso sí, reconoció que el día en que su hija se refugió en el colegio atemorizada le llamó desde allí y le dijo que su yerno le había "intentado pegar".

"Nos dijo incluso que la forzó"

La negativa de la víctima a declarar –como sucede en muchos casos de violencia sobre la mujer, cuando el miedo atenaza a las denunciantes– no impidió que la Fiscalía mantuviera la acusación contra Ion Cirstea por un delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género y otro de vejaciones continuadas. Por el primero pide un año de prisión y por el segundo, 30 días de libertad vigilada.A estas penas añade como medidas accesorias tres años de prohibición para tener armas y otros tanto de alejamiento de la denunciante.

Para el ministerio público, el ‘olvido’ de los hechos por parte de la maltratada se compensa con las declaraciones de los testigos. Sobre todo, con la del agente que acudió en auxilio de la mujer al colegio de Las Delicias en el que se había refugiado. "Estaba muy nerviosa. Lloraba y casi no podíamos entenderla. Pero nos dijo que su pareja le tapó la boca, la metió a la fuerza al dormitorio, le bajó el pantalón del pijama y la forzó a tener relaciones sexuales", recordó el funcionario. La directora del colegio también recordó que la mujer acudió a ella "agitada" y le pidió que le dejara llamar al 016, teléfono de atención continua a víctimas de malos tratos.

Se da la circunstancia de que Ion Cirstea, para el que su abogada Carmen Sánchez pide la absolución, cumple actualmente una condena de dos años de cárcel por agredir sexualmente a la mujer que pretendía contratarle para que le hiciera una mudanza.

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