La movilización vecinal quiere salvar la churrería de Concha

La churrera de Casetas recibió una notificación de clausura del establecimiento que posee desde hace 32 años por carecer de licencia, pero el alcalde rural le asegura que van a regularizar su situación.

Concha Guisado, en su churrería de Casetas
La movilización vecinal quiere salvar la churrería de Concha
Toni Galán

La movilización vecinal quiere salvar la churrería de Concha. El olor a churros recién hechos que se desprende desde hace 32 años del puesto que Concha Guisado posee en la calle Huesca de Casetas corre peligro de desaparecer. Pero la presión social y las casi 2.000 firmas recogidas en apenas cuatro días en la plataforma de peticiones ciudadanas Change.org y en distintos establecimientos de Casetas han generado un halo de esperanza en el barrio y una respuesta de apoyo del alcalde rural, el socialista José Luis Román.


"De momento, tenemos buenas noticias. El alcalde nos ha dicho que nos quedamos", contaba este viernes por la mañana Concha, satisfecha y aliviada tras la reunión de la tarde del jueves con el regidor rural. "Por fin he podido dormir bien, que desde septiembre estaba en vilo", decía Concha, quien solo podía agradecer "el apoyo de todos los vecinos y asociaciones, que se han volcado conmigo".


La conocida vecina del barrio zaragozano recibió una carta del Ayuntamiento de Zaragoza, con fecha de diciembre, en la que se le notificaba la clausura de su establecimiento "por carecer de la preceptiva licencia que autorice el ejercicio de la actividad". Para la propietaria de la churrería esto era algo increíble: "Tengo 70 años y llevo 32 abriendo la churrería en el mismo lugar. El Ayuntamiento quiere ahora que la lleve a un solar privado y estamos luchando para quedarme aquí", relataba unas horas antes del encuentro con el alcalde, mientras trabajaba en el negocio que regenta desde hace más de tres décadas.


"Siempre he tenido los permisos para estar en este suelo público, de septiembre a mayo, excepto este año, que el alcalde me lo dio de palabra", agregaba la vecina, para la que la churrería es su única fuente de ingresos.

La intención es "que se quede"

El alcalde de Casetas aclaró momentos antes de la reunión con Concha este jueves que "legalmente, los alcaldes rurales no podemos dar este permiso, pero ella tenía todos los papeles en regla menos este". Según explica José Luis Román, el problema surge a raíz de que otro particular quiso instalar una churrería en una plaza de Garrapinillos. "Al negársele a este el permiso y, digamos, por agravio comparativo, se preguntó por qué en Garrapinillos no y en Casetas sí", relató.


Así que, aunque "la intención de la junta y de todos los grupos políticos es que Concha pueda seguir aquí", Román reconocía que la situación se debe "regularizar", seguramente mediante un concurso público.


Así lo confirmaron también desde el departamento de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Zaragoza, donde indicaron que intentarán "atender la situación especial" de Concha. Afirmaron que la ley obliga "a regularizar el puesto vía concurso público", si bien, "en este periodo transitorio hasta que se regularice la concesión, lo más probable es que se lleve a cabo una cesión en precario para que ella pueda seguir abriendo".


Aunque todavía debe concretarse si Concha podrá continuar, ayer afirmaba esperar a que la llamasen "para firmar lo que sea". Su hija, Verónica San José, que le acompaña en su lucha y en su trabajo, recordaba que, hasta ahora, nunca habían tenido ningún problema. Y su reivindicación se hizo la de todo el barrio: "El de mi madre es uno de los pocos negocios que quedan porque, poco a poco, todo va cerrando, y al menos ella da un servicio a la gente".

Apoyo vecinal

Tras conocer la notificación de clausura, la asociación de vecinos de Casetas comenzó a movilizarse. "Pedimos permiso en la Delegación del Gobierno para organizar una concentración y pusimos en marcha una campaña de firmas a través de Change.org solicitando al Consistorio un gesto de solidaridad con la afectada", contaba Isabel Vaquero, representante del colectivo, que ha lanzado una convocatoria de apoyo para mañana a las 12.00 en la plaza del Castillo. Desde que conocieron la situación, han intentado localizar un solar donde se pudiese instalar la churrería. "No hemos encontrado ningún otro emplazamiento adecuado, pues los solares que hay son muy grandes, habría que adecuarlos o están alejados del centro", relataban.


Desde el martes, más de 1.700 personas han firmado la petición en Change.org para "salvar la churrería" en una recogida que también se ha llevado a varios establecimientos del barrio. Pilar Solsona, clienta habitual, recalcaba que Concha "da un buen servicio al barrio" y que le parecía "totalmente injusto" que se planteara el cierre "después de estar aquí 32 años". Óscar Nabarta, otro vecino que se acercó a comprar una docena de churros y a firmar la petición, insistía en que le parecía "muy mal" que la quieran echar "porque no molesta a nadie". "A ver si hacemos fuerza entre todos y se puede quedar", comentaba.


De momento, el característico olor que despide la churrería parece que seguirá impregnando Casetas y la persiana estará abierta "para merendar por la tarde un buen chocolate con churros, para desayunar y para templar a los trasnochadores", contaba Concha, que espera poder seguir formando parte de la vida del barrio.

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