Un hogar en Chodes donde vivir en estado de creación

‘La Cala’, casa de este municipio zaragozano, acaba de cumplir 11 años como espacio de encuentro internacional en el que investigar, pensar, estudiar y crear.

Biblioteca de La Cala
Biblioteca de La Cala
Rubén Vicente

En el número 27 de la calle Letra B del pequeño municipio zaragozano de Chodes, se levanta una típica casa de pueblo: un hogar familiar, con sus dos pisos, sus amplias ventanas y un jardín que hace las delicias de la perra ‘Vaca’. Sin embargo, no es una casa corriente, pues desde que abrió sus puertas en 2005, casi 6.000 personas han pasado por ella. La razón: una treintena de exposiciones, en torno a 40 cursos, una docena de residencias artísticas, diferentes publicaciones y siete obras de teatro distintas.  Y entre esas miles de personas han abundado los ilustradores, profesores, periodistas o artistas como Isidro Ferrer, Pep Carrió, Diego Fermín, Ana Mareca, Javier Errea, Elena Santolaya o Ana Cristina Zurita.


Es la Casa Abierta La Andariega o, lo que es lo mismo, ‘La Cala’ de Chodes. Fue fundada por el escritor zaragozano Carlos Grassa Toro y la actriz colombiana Carolina Mejía hace ya once años –el pasado mes de noviembre celebraba su aniversario- con el objetivo de hacer de ella un espacio de encuentro internacional en el que se pudiese crear, investigar, pensar y estudiar, además de contribuir a la difusión cultural. En ella vive el autor aragonés y sus paredes albergan una biblioteca con 8.000 volúmenes, una sala de exposiciones y diferentes zonas de trabajo como un taller, además, claro, de las diferentes habitaciones de una casa rodeada por las antiguas eras de la localidad.


Aunque este lugar nació muy ligado a las artes escénicas y a la literatura, se ha ido abriendo paulatinamente a otras disciplinas como las artes plásticas, la fotografía, la ilustración, el diseño gráfico, la escultura, la pintura mural y, últimamente, también al cine. “Ha experimentado una gran evolución y recibe a muchísima más gente que al principio”, señala Grassa Toro, quien encuentra numerosas razones para explicar el porqué eligieron ‘La Cala’ para darle nombre a este entorno de creación íntimo y a la vez colectivo: “Es ese rincón al abrigo en el mar, esa bonita flor, esa acción por la que las cosas entran poco a poco por la piel”.


En cuanto a Chodes, fue escogido, reconoce, por ser un sitio privilegiado en el valle del Jalón, muy rico en vegas, en paisajes, en agricultura y estratégicamente comunicado. Además, “me atrajo la cercanía de varios de sus vecinos que han terminado siendo parte de mi familia”, añade el zaragozano.


El gran cambio que se ha dado en la actividad de este hogar durante los últimos dos años ha derivado de la creación de dos nuevos programas: ‘Residencia abierta’ y ‘Ensayar el ensayo’. El primero consiste en ofrecer un servicio de residencia  temporal para artistas que se desplazan hasta el pueblo para estudiar, investigar y trabajar en un proyecto concreto. Los únicos requisitos que exige el director de ‘La Cala’ a los residentes es que ya haya existido anteriormente un acercamiento a la iniciativa de esta particular casa, y la garantía de que la estancia sea útil. Este curso, tres ilustradoras internacionales han pasado una temporada viviendo en Chodes. Poesía visual, música experimental e ilustración han sido algunas de las temáticas que se han trabajo en la casa.


En el caso de ‘Ensayar el ensayo’, programa que dio sus primeros pasos en agosto, Carlos se compromete a acompañar durante 40 días, vía correspondencia y también de forma presencial, a alguien que quiere reflexionar por escrito sobre cualquier asunto. Fruto de este han salido a la luz entrevistas, blogs e incluso alguna revista. “Ahora está terminando el segundo proyecto, que consistió en un encuentro con tres periodistas navarros que querían interrogarse sobre la profesión y los medios de comunicación. Tras 20 jornadas de correos cruzados y de reflexión, vinieron aquí, se encerraron cinco días en ‘La Cala’ y continuamos trabajando hasta crear la revista ‘Desnuda lengua’”, relata el escritor.


Además de lo anterior, los talleres y los experimentos de verano –proyectos de creación colectiva en los que podían participar decenas de personas de todo tipo- se han complementado estos años con las diferentes exposiciones que se inauguran los domingos en multitudinarias fiestas integradoras y también gastronómicas. “Atraemos a personas de Barcelona, Pamplona Huesca, Madrid, Valencia… y es raro que en las inauguraciones no haya algún premio nacional de diseño al lado de un agricultor o de un propietario de un comercio en una localidad cercana”, declara el director de esta iniciativa privada. De la próxima temporada, de momento, solo se conoce el título de la programación: ‘A cuerpo’.Inspiración en modelos franceses

“El proyecto se gestó siempre unido a esta casa”, reconoce Grassa Toro. Durante casi cuatro años, la vivienda se acondicionó, además de como morada, como espacio artístico y cuando sus promotores regresaron de Colombia, comenzó a cobrar vida.


Una de sus grandes inspiraciones fue Francia por la cantidad de proyectos culturales existentes en los que se alberga durante temporadas a artistas de cualquier parte del mundo.


“En Europa el movimiento está bastante integrado y, aunque en España todavía es concebido como algo excepcional, cada vez hay más ejemplos como el nuestro en lugares como Cataluña o el País Vasco”, agrega Carlos, quien subraya que Aragón es una muestra de que “muchas de las cosas interesantes que están ocurriendo en materia de creación nacen en los pueblos”. Como ejemplos señala el proyecto de micromuseo ‘Enlatamus’, surgido en Remolinos, o la Casa de los Títeres en Abizanda.


Además de la faceta artística y cultural, la convivencia es otra de las patas sobre las que se sostiene ‘La Cala’. Para el director, esto marca la diferencia: “Los días a solas se compensan con otros en los que la casa está llena de gente. Hay una relación muy especial con el tiempo y el silencio que permite crear de otra manera, tanto en cantidad como en calidad”. Más que un rincón para el autor, su propuesta es entendida como “un ejemplo de vida que excede lo artístico y lo intelectual”.

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