La peatonalización, a paso lento en Zaragoza

Mientras Madrid experimenta con su Gran Vía, en la capital aragonesa el cierre de calles se hace esperar. El plan de 2006 quería reservar el Casco Histórico a los residentes, pero no se ha aplicado.

calle de Alfonso I, uno de los últimos ejemplos de peatonalización en Zaragoza.
La peatonalización, a paso lento en Zaragoza
Aránzazu Navarro

La polémica ha llegado a Madrid de la mano de los cortes de tráfico navideños en calles céntricas como la Gran Vía. Más allá de decisiones puntuales y más o menos improvisadas, el debate de la peatonalización de los centros de las ciudades está siempre candente por el embellecimiento que supone para los cascos históricos, pero también por la oposición que genera en determinados sectores. En Zaragoza un buen número de calles del corazón de la ciudad están peatonalizadas o tienen el tráfico restringido, pero si se toma como referencia el plan de movilidad de 2006, a punto de renovarse, hay muchos incumplimientos.


Se calcula que entre el 40% y el 50% de los desplazamientos que se producen a diario en Zaragoza se hacen andando. Sin embargo, en ocasiones los peatones son los grandes olvidados. Muchas calles se pensaron para la supremacía de los coches, y otras, en su día, fueron ‘invadidas’ por las bicicletas. Desniveles mal solucionados, mobiliario urbano que supone todo un obstáculo, falta de continuidad en los recorridos... La ciudad se vuelve desagradecida para los peatones, una condición que en uno u otro momento reúne a todos los vecinos, conductores y ciclistas incluidos.


En este contexto, el proceso de peatonalización se ha frenado en seco. Los planes para cerrar o limitar la circulación por el Casco duermen en un cajón. Aunque el nivel actual de restricción al paso de vehículos es alto (cercano al 80%), aquel documento de hace una década planteaba un cierre físico, con acceso para vecinos, transporte público y carga y descarga a través de bolardos y tarjetas identificativas.


Se planteaban inversiones por valor de casi 17 millones para sistemas de accesos, reurbanización de calles, mobiliario urbano, iluminación, pavimentación... Una década después, la ejecución ha sido escasa. Además, el control en el acceso a las calles de tráfico restringido es casi nulo. Viales que deberían tener una circulación limitada a horarios determinados y a vehículos concretos, se convierten en atajos para conductores que evitan dar rodeos.


La concejala de Movilidad, Teresa Artigas, defiende que se están haciendo ‘microactuaciones’ en favor del peatón. Sobre posibles peatonalizaciones, cree que "se tiene que analizar con calma y sosiego en el futuro plan de movilidad". No obstante, advierte de que si no se hace de una forma "conjunta e integrada", no tiene sentido "cerrar calles". El mejor ejemplo fue el último intento, el lanzado por el PSOE para peatonalizar Don Jaime I, que recibió una negativa rotunda. Artigas opina que el debate ‘peatonalización sí-peatonalización no’ es "reduccionista", ya que "no deja ver todo lo que hay detrás".


Rafael Tejedor, encargado de movilidad de la Federación de Asociaciones de Barrio, apuesta por las peatonalizaciones en el próximo plan de movilidad sostenible, pero de una manera "blanda" y "paulatina" para respetar la movilidad del transporte público, la carga y descarga y las personas con movilidad reducida.


Por su parte, Fernando Navarro, de la asociación Acera Peatonal, cree que el nivel de peatonalización en Zaragoza es "bajísimo" y reclama "valentía" para afrontar este tipo de procesos. Exige que un primer paso puede ser plazas como la de Santa Engracia y la de Salamero –sin demasiada trascendencia en la circulación–, y que se podría trasladar a otros barrios, como ya se hizo con la calle Delicias. "La avenida de América tendría un gran resultado", pronostica.

Otras medidas para el peatón

El ya obsoleto plan de movilidad reflejaba otras muchas actuaciones en favor del peatón que iban más allá del cierre de calles. Una de las principales era la limitación al tráfico rodado, tanto en velocidad como en amplitud de las calzadas. En estos aspectos sí que se ha avanzado en los últimos años. Todas las calles con una sola dirección se han limitado a 30 kilómetros por hora –otra cosa es que se respete y que se controle–, y viales como el paseo de la Independencia, Gran Vía o Constitución han perdido carriles de circulación. También se incluía la adecuación de trece itinerarios peatonales, una especie de rutas en las que se favoreciera el tránsito de viandantes. Solo la instalación del tranvía ha permitido aplicar en la práctica alguna de ellas. Mientras tanto, la peatonalización seguirá caminando con paso lento por el debate municipal.

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