El Ayuntamiento de Caspe aprobó el miércoles por la noche por unanimidad el estudio de viabilidad para la mejora del abastecimiento de agua y la nueva potabilizadora, un proyecto que, como trasladó José Manuel Jariod, concejal de Obras y Urbanismo, "este equipo de gobierno siempre ha tenido en mente". El documento se someterá a exposición pública durante un plazo mínimo de un mes y se solicitará un informe de impacto ambiental. El objetivo es que pudiera funcionar en 2018.

El estudio, que analizó tres posibles alternativas, apuesta por la construcción de una planta potabilizadora, un proyecto valorado en cerca de tres millones de euros y que funcionará mediante un sistema de ósmosis inversa con filtros de carbón activo, en el que los sulfatos prácticamente desaparecerán y la dureza del agua bajará.

La nueva captación se hará desde la presa de Civán, en el río Guadalope, y el agua irá directamente a través de una tubería de uso exclusivo para el suministro hasta la potabilizadora. Esta opción evitará hacerlo a través del canal de riego, mejorando con ello la calidad del agua. De esta forma, según se puso de manifiesto en la sesión plenaria, se impedirá la posible filtración de residuos procedentes de la actividad agraria. El coste anual de mantenimiento de este sistema ascenderá a 413.000 euros.

La presa de Civán está situada a unos 20 kilómetros del casco urbano. La futura potabilizadora se construirá en una parcela municipal junto al polígono El Castillo, actualmente pendiente de informe del Inaga, con una superficie de 7.000 metros cuadrados a las afueras de la población y con una altitud que distribuiría el agua por decantación.

La opción de traer el agua del Pirineo desde el canal de Monegros (a más de 40 kilómetros de Caspe) se descartó porque, según el edil responsable, resultaría "inviable" debido a su elevada inversión, que superaría los 10 millones de euros.