Recordando el motín del pan... pero con el bocadillo en la mano

Los escolares del Arrabal recrearon ayer la histórica ruta del motín de broqueleros, cuando se cumplían justo los 250 años de aquella rebelión popular.

Los escolares del Cándido Domingo observan el escudo supervivente de la calle de Villacampa.
Los escolares del Cándido Domingo observan el escudo supervivente de la calle de Villacampa.
Raquel Labodía

El 6 de abril de 1766 los zaragozanos, hartos y hambrientos, salieron a las calles para reclamar una rebaja en el precio del pan. Cuentan que la multitud causó considerables destrozos en las casas de los comerciantes de grano y que la represión fue bastante cruenta con cuchillos, espadas y broqueles, por lo que el episodio también fue conocido como el motín de los broqueleros, nombre que –por cierto– a raíz de lo sucedido daría nombre después a una calle en el barrio de San Pablo, puesto que sus residentes utilizaron broqueles o escudos para defenderse.


El caso es que este relato hizo que ayer más de un alumno del colegio Cándido Domingo agarrara con fuerza su bocata del almuerzo con el cometido de que nadie, ni siquiera una turba hambrienta, se lo arrebatara.

Fueron casi un centenar de escolares, de entre 5 y 7 años, los que recrearon por las calles del Arrabal el citado motín y demostraron que, pese a su corta edad, no son ajenos a la historia de su barrio. "Los chavales han estado muy participativos y muy enterados de las cosas: aunque son muy pequeños, sabían el porqué de los nombres de ciertas plazas y reconocían la figura del Tío Jorge", explica Manuel Andolz, de la asociación de vecinos del Arrabal y responsable de las rutas turísticas por el casco histórico de la margen izquierda.


Las más celebradas, por cierto, se llevan a cabo en febrero –con motivo del aniversario del Mariano Lucas, que fue lugarteniente del Tío Jorge y que se puso al mando de los escopeteros del Arrabal– y en mayo, cuando el barrio celebra sus fiestas. "Hacemos diversos recorridos para dar a conocer el patrimonio de la zona y muchas veces los solicitan asociaciones o centros escolares como el propio Cándido Domingo o el Eugenio López, que creo que ha hecho todas las rutas", cuenta Andolz.


La de ayer partió de la calle de Sobrarbe y, entre otros hitos, hizo una parada frente al escudo situado en la calle de Villacampa, donde "se encuentra el único que existe en Zaragoza de los 21 broqueles que se concedieron en aquella época", explican los organizadores. Tras ver la fachada de la vivienda que ocupó el entonces alcalde del Arrabal, Miguel Ferrer, el grupo de escolares continuó su visita por el Casco Antiguo del barrio, que esconde pequeñas maravillas como el callejón de Lucas, única calle cubierta de la ciudad, o el peirón que se alza como testigo del bicentenario de los Sitios.


Motines semejantes para asegurarse los alimentos básicos se dieron hace 250 años en muchos puntos de la península (es el momento de Esquilache), pero la revuelta de Zaragoza es especialmente estudiada porque ese mismo año de 1766 se publicó un detallado trabajo de Tomás Sebastián y Latre, que se conserva, con el título de ‘El verídico del suceso acontecido en la ciudad el día 6 de abril’.

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