César Bona: ​"No hace falta irse a Finlandia para ver proyectos educativos extraordinarios"

El profesor aragonés, finalista del Global Teacher Prize, publica el libro 'La nueva educación' e inicia una nueva etapa sin abandonar las aulas.

El profesor César Bona.
El profesor César Bona.
P. Z. D.

El profesor César Bona (Aínzón, 1972), finalista del Global Teacher Prize, considerado el 'Nobel' de la Educación, publica el libro 'La nueva educación' (Plaza & Janés), en el que aborda los retos y desafíos de su labor como maestro e inicia una nueva etapa en el ámbito educativo sin abandonar las aulas.


En estos días, anda inmerso en la promoción literaria mientras su mente no para ni un segundo. Entre entrevista y entrevista bullen en su cabeza ideas, frases, nuevos conceptos que aplicar en su labor educativa... y enseguida se apresura a coger libreta y boli para apuntarlos sin perder de vista la pantalla del móvil -más entrevistas- y, a la vez, contesta a cada pregunta con una convicción que solo posee alguien que vive por y para la educación.  


En su nuevo libro afirma que existen otras formas de educar basadas en la empatía, la sensibilidad, la resiliencia...

Creo que deberíamos completar la educación teniendo en cuenta algo que forma parte de nosotros y que parece que no cabe en las escuelas: somos emociones y tenemos que mostrar que se pueden dar herramientas para gestionar esas emociones. Es verdad que esto no debería impartirse solo en las escuelas sino en la Universidad, donde van a surgir los futuros maestros y maestras, porque no puedes enseñar a gestionarlas si no sabes manejar tus propias emociones. Hay que dar más importancia a la creatividad de los niños, estimular esa curiosidad. Y eso también implica que a los futuros maestros se les dé la posibilidad de aprender cómo manejar su propia creatividad y su propia curiosidad.


¿Es un manual para profesores y padres?

Yo no diría que es un manual. Digamos que el título implica que hay esperanza para un cambio que tenga en cuenta también que se puede valorar a los maestros que están haciendo cosas muy positivas. Sirve quizá para dar ánimo a muchos maestros y maestras que están ahí, o que no se atreven a dar un paso y hacer cosas o proyectos que creen que merecen la pena, o para aquellos que ya están haciendo esos proyectos. No tenemos que irnos hasta Finlandia para ver que se hacen cosas chulas. He tenido la suerte de viajar por toda España y hay cosas muy bonitas que están por descubrir. A mí se me conoce por todo lo que ha implicado el Global Teacher Prize pero he contactado con muchísimas personas que tienen proyectos extraordinarios y que merecen la pena que sean compartidos.


Son gente con clase, literalmente...

Este libro es una invitación a que otros maestros y maestras saquen los proyectos a la luz y los compartan. Como diríamos en las películas, está basado en hechos reales porque yo no sé teorizar. Es algo basado en la práctica, transformado en un libro y con ideas sobre educación que parecen obvias: escuchar a los niños, basarnos en su esencia para que se sientan motivados... parece evidente pero tenemos que tenerlo en cuenta.


Usted afirma que no hace nada extraordinario, que solo se divierte en el aula. ¿Cuál debe ser el papel de un maestro en la sociedad?

Me divierto porque me gusta lo que hago, porque vivo mi trabajo con pasión. Y eso sería uno de los puntos claves para todos los maestros. No trabajamos en una oficina, un trabajo que obviamente es muy importante, pero nuestra labor consiste en contagiar a los niños también con nuestra actitud. Soy consciente de eso cada día que voy a clase y sé que si trabajo con pasión ellos harán las cosas con pasión. Hay que animarles a ser ellos mismos, a participar en la sociedad para cambiar las cosas a mejor. Creo que la escuela debería ser un lugar donde invitar a los niños, sobre todo, hacia el compromiso social. Si queremos alumnos comprometidos podemos invitar a los niños a ser comprometidos con el medio, con las personas, a mejorar las cosas en esencia.


También defiende que no todo está en los libros...

Los libros son una herramienta muy importante. Pero una herramienta, no lo tenemos que olvidar.


Y las tabletas, los móviles... ¿ayudan o distraen a los alumnos? 

Ocurre exactamente igual que con los libros. Son herramientas y tenemos que saber cómo utilizarlas. Si los niños están todo el día con tabletas quizá deberíamos mirar cómo emplear esa inercia que ellos tienen para que además aprendan cosas. No vas a negarles algo que les encanta. Seguro que hay muchas aplicaciones que ayudan a que entiendan mejor lo que están viendo. En ese sentido, tanto el libro como la tecnología no han de obstaculizar la educación. Tienen que ser ventanas para que los niños aprendan nuevas cosas.


¿Por qué se cuida tan poco un tema tan importante como la educación?

No tengo ni idea de por qué no se pone por fin el máximo interés. Con un recorte jamás se puede mejorar la educación. Está claro que si queremos una sociedad mejor tenemos que empezar en la escuela. Si tuviésemos en cuenta las opiniones de los profesionales que trabajan en infantil, en primaria, en secundaria y en la universidad y consiguiésemos que se unieran, que no hubiese tanto hueco entre una etapa y otra y que sus ideas se plasmasen en leyes eficaces, todo iría mucho mejor.


Las leyes y los modelos educativos, ¿suspenden y siempre llegan tarde a clase?

Los estudiantes, los niños, los padres y los maestros estamos mareados con tanto cambio. Si queremos llegar a un pacto por la educación debe quedar muy claro que el compromiso social y la gestión de las emociones son algo fundamental. Es muy importante saber que somos más emociones que conocimiento. Y tenemos que tener en cuenta todas esas cosas para hacer una ley definitiva, con ligeros cambios cada cierto tiempo. No un cambio total, que es lo que está sucediendo cada vez.


Entre los diversos proyectos que tiene en mente figura un documental...

En ellos estamos, pero de momento no doy abasto. Ahora mismo no puedo programar proyectos a largo plazo aunque sería una maravilla poder ayudar a otros maestros y que vieran que, a lo mejor, un profesor en una escuela rural, o en un centro, pudo hacer estas cosas a pesar de las programaciones o de que no resultaba fácil al principio. Y que siendo perseverante y pensando en los niños se pueden obtener logros que están por encima de esas programaciones tan marcadas.


¿Qué tareas tiene fijadas para los próximos meses?

No pienso abandonar las aulas. Hago una pausa pero no me retiro de la educación. Voy a estar en un proyecto con Aldeas Infantiles, visitando todas las aldeas de España, conviviendo con los niños los días que creamos oportunos y, una vez que los conozca y haya hablado con los pedagogos, intentaremos crear proyectos para que ellos valoren también la educación como algo muy positivo y como algo gratificante. Eso por una parte. Luego, voy a seguir viajando por toda España animando a los maestros y maestras para que muestren sus proyectos, que den un paso adelante, y alentando a aquellos que no se atreven a que den un paso adelante y hagan cosas, porque se pueden hacer muchísimas cosas.


Eso es quedarse castigado sin recreo...

Nooooo. Esto es un privilegio. Hacer esta pausa es más que necesario. Si no, me habría quedado con mis niños del colegio Puerta Sancho y habríamos estado felices pero a lo mejor no tendría la posibilidad de decir a otros maestros y maestras: “Podéis dar este paso adelante”. En ese sentido, para mí, es fundamental este periplo para luego volver al aula. No me imagino otra cosa que ser maestro.


Sus alumnos le van a echar de menos...

Y yo a ellos porque ha sido un año muy intenso y lo hemos pasado muy bien. Cada vez que empezábamos la clase yo les decía: “Autoexigencia”. Y sabían que teníamos que trabajar mucho, dábamos todo el contenido, hacíamos cosas muy curiosas y eso era cada día. Pero lo entienden. Les dije que iba a ir con otros niños que me necesitaban más que ellos, aunque vamos a estar siempre en contacto.


Han aprendido mucho de usted pero... ¿qué ha aprendido usted de ellos?

Que aunque haya cosas que parezcan muy muy difíciles, convivir con niños en ese mundo de reglas, que muchas veces no son lógicas, te hace ver que nada es imposible realmente, y que puedes pensar más allá de lo que piensan los adultos usando la lógica.

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